Facultad de Ciencias en un
país sudamericano
Oscar Varsavsky(1)
Están ustedes empeñados en
realizar una Renovación académica y han llegado a la conclusión que, aun sin
discutir a fondo cual es el papel de una Facultad de Ciencias en un país
subdesarrollado, hay una cosa segura: para desempeñar bien su papel debe formar
profesionales y científicos serios, responsables, capaces de utilizar todos los
instrumentos que la ciencia y la técnica ponen a su disposición y de crear los
que necesiten y aún no existan. Rechazar en cambio el concepto de Facultad que
se limita a otorgar títulos académicos como recompensa a los alumnos que han
tenido la habilidad o la paciencia de aprobar sus exámenes
Esto les ha señalado
claramente uno de los enemigos naturales de
En toda acción es muy
cómodo identificar al enemigo: la táctica, las victorias, las derrotas, todo se
hace más claro y fácil. Yo estoy de acuerdo en que esos profesores ‘fósiles’
son un enemigo que hay que vencer, y ojalá tengan pleno
éxito en esa tarea. Pero quiero hablarles de otro enemigo no tan fácilmente
identificable, puesto que en ocasiones como ésta aparece incluso como un
aliado, pero que luego resulta más peligroso que el otro, más eficiente en la
tarea de impedir a
Para esto sí es necesario
discutir a fondo cuál es esa ‘verdadera misión’, cuál es el papel de
En esa Facultad tuvimos
condiciones favorables para hacer
Fue así que el primer
enemigo -los profesores fósiles, que se habían quedado en
Y tampoco tuvimos allí un
grave inconveniente que se observa en Venezuela, en Chile y otros países
sudamericanos: la participación directa de los partidos políticos en la vida
universitaria. Atención, no estoy hablando de la política, que sí es elemento
esencial en los planes de renovación, sino de los partidos de todo color, cuyos
viejos sectarismos e intereses creados les hacen enemigos de toda renovación
profunda aun apoyándola de palabra. Son otros fósiles injertados en
El gran problema era la
selección de los nuevos profesores, que evidentemente iban a fijar el rumbo de
Pensando siempre en el
primer enemigo, quisimos pues asegurarnos de que sólo “buenos científicos” iban
a ganar los concursos. Si se tomaba en cuenta cono antecedente la antigüedad en
la docencia o los títulos académicos habituales en el país, se nos volvían a
meter los fósiles. El criterio debía ser la actividad científica, pero ¿cómo se
mide? La unidad de medida propuesta fue la de más prestigio en el hemisferio
Norte: el “paper”, el artículo publicado en una
revista extranjera, porque las nacionales no daban suficiente garantía de
calidad.
Todos aceptamos ese
criterio. Poco a poco, sin embargo, algunos empezamos a darnos cuenta de
ciertas tristes realidades de la vida científica. Encontramos que en algunos
campos, como Biología, donde el nivel internacional es muy desparejo, hay
revistas extranjeras dispuestas a publicar prácticamente cualquier cosa. Una
mala descripción de un alga de
En otro tipo de ciencias,
como
Lo ridículo del caso es que
allá igual que aquí, nosotros conocíamos perfectamente a todos los que se
presentaban a concurso, porque habían sido colegas, compañeros, o alumnos
nuestros, y podíamos decir de antemano sin equivocarnos cuáles de ellos iban a
ser útiles, quiénes iban a formar escuela, quiénes iban a enseñar con interés,
como verdaderos maestros, quiénes se iban a preocupar por los problemas del
país, sin descuidar por ello el rigor científico. Y sabíamos por otra parte
quiénes estaban simplemente haciendo su carrera profesional en la ciencia y
ponían todos sus esfuerzos en cumplir con ese requisito formal del paper, eludiendo toda otra actividad, incluso la enseñanza.
Es que hacer un paper no es tan difícil. El Physical
Reviews publicó incluso una vez un paper en broma dando recetas para hacer papers,
e incluía una especie de formulario que con sólo llenar los espacios en blanco
se convertía en un artículo sobre Electrodinámica Cuántica bastante parecido a
los que aparecían en esa época. Yo diría que cualquier graduado de esta
Facultad puede publicar en una revista extranjera sin mucho más esfuerzo
científico que el que hizo para graduarse, siempre que haya conseguido un
‘padrino’ extranjero que le haya dado un tema que tenga algo que ver con las
corrientes de moda. Eso se consigue yendo becado al exterior, y es muy fácil
equivocarse al asignar becas.
Esto ocurre porque la
ciencia, por su gran prestigio, se ha convertido en do en una profesión
codiciada y en ella hay que hacer carrera de cierta manera, ya estandarizada
por normas internacionales. El éxito consiste en publicar papers,
asistir a congresos y simposios, recibir visitas de profesores extranjeros, ser
invitado a otras universidades como profesor visitante. Esta carrera requiere
una técnica y un cierto umbral de capacidad y preparación. Pero la inteligencia
no es un elemento decisivo, salvo en el caso de genios, y este caso lo dejamos
de lado porque sobre genios no hay ninguna regla general que valga. Para el
investigador común, el elemento decisivo para adquirir ‘status’ en la carrera
científica es un tipo de habilidad muy similar al ‘public
relations’. Tal como en la competencia comercial, a
menos que lo que se venda sea muy, muy malo o muy, muy bueno, es más importante
saber vender que preocuparse por la calidad del producto Esto puede parecer
exagerado, y cuando yo publiqué mi primer paper, hace
25 años, me hubiera parecido una herejía, pero la experiencia me ha hecho
cambiar de opinión.
Por supuesto, no todos los
que tienen éxito en esta carrera científica son simples buscadores de
prestigio, si no, la ciencia estaría estancada y no lo está. Pero tampoco
progresa tan maravillosamente como se dice: tengan en cuenta que desde
Aristóteles hasta Einstein hubo menos científicos en
total que los que hoy viven y publican papers, y sin
embargo en los últimos cuarenta años ninguna ciencia., salvo
No está claro que el actual
diluvio de papers ayude mucho al progreso de la
ciencia, y por lo tanto no es válido en general el argumento de los que se
niegan a “perder tiempo” enseñando porque dicen que sus investigaciones son más
importantes. Eso puede ser cierto en un caso cada mil, no más.
El cientificismo es la
actitud del que, por progresar en esta carrera científica, olvida sus deberes
sociales hacía su país y hacia los que saben menos que él.
Pero este peligro no lo
vimos al principio, y seguimos preocupados exclusivamente con el otro, el de los
fósiles, incapaces siquiera de ser cientificistas. Así, otra medida de
seguridad que tomamos fue la de incluir científicos extranjeros en los jurados.
Todavía no me explico cómo pudimos cometer semejante error, y ojalá no se repita aquí.
Los científicos extranjeros
son capaces -si están bien elegidos- de juzgar entre un paper
“moderno” y uno anticuado, y siempre votaron en contra de los fósiles.
Pero cuando se trataba de elegir entre dos candidatos científicamente
aceptables, usaban sus propias normas, válidas en sus propios países, y optaban
por el que había publicado un poco más, o se ocupaba de un tema más de moda,
sin tomar en cuenta dos cuestiones esenciales: que en Sudamérica es tanto o más
importante formar las nuevas Generaciones de científicos que hacer
investigación ya, y que la investigación que se haga debe servir al país a
corto o mediano plazo. Esos criterios ideológicos, estos juicios de valor, no
eran compartidos por los jurados extranjeros, y muchas veces nos obligaron a
nombrar profesor a un cientificista dejando de lado a jóvenes también capaces
de investigar, pero más conscientes de sus deberes sociales.
El resultado práctico de
nuestros esfuerzos fue que “triunfamos”, digámoslo entre comillas (muchas
personas siguen creyendo lo mismo; yo no). En la mayoría de los casos, los
fósiles fueron derrotados y en muy poco tiempo
Lo que conseguimos fue
estimular el cientificismo, lanzar a los jóvenes a esa olimpíada que es la
ciencia según los criterios del Hemisferio Norte, donde hay que estar
compitiendo constantemente contra los demás científicos, que más que colegas
son rivales. Y como esa competencia continua no es el estado ideal para poder
pensar con tranquilidad, con profundidad, no es extraño que ninguno de los
muchos papers publicados por nuestros investigadores
desde 1955 haya hecho adelantar notablemente ninguna rama de la ciencia. Si no
se hubieran escrito, la diferencia no se notaría.
A cambio de ese ínfimo
aporte a la ciencia universal, encontramos que estos cientificistas no atendían
a los alumnos, o peor, implantaban un criterio aristocrático en
Poco a poco
Lo que obtuvimos, pues, fue
una alienación, un extrañamiento de todos esos jóvenes que habíamos preparado
con tanto cuidado, luchando durante anos para conseguirles fondos, para crear
el Consejo de investigaciones Científicas y Técnicas que dio y da becas,
subsidios, complementos de sueldo... con un criterio aún más cientificista que
el nuestro. Toda esa gente, aun quedándose en el país, cortaba sus lazos con él
y se vinculaba cada vez más al extranjero. Algunos terminaban yéndose al
Hemisferio Norte definitivamente, pero ese no era el problema más grave. Más
problema eran los que se quedaban pero se ocupaban sólo de temas que
interesaban a los Estados Unidos o a Europa. Cuestiones de ciencia aplicada que
interesaran al país no se investigaban. Problemas de ciencia pura que pusieran
tener alguna ramificación beneficiosa para el país, no se veían. Que pudieran
ser un aporte significativo para la ciencia universal, no aparecieron.
En cambio teníamos una
especie de colonización científica; todos nuestros criterios, nuestras medidas
de prestigio, los valores e ideales de nuestros muchachos más inteligentes,
estaban dados por patrones exteriores, aceptados sin análisis, por puro seguidismo e imitación.
Por supuesto nosotros
siempre hablábamos de los problemas nacionales, del papel de
Sin embargo, había algunos
síntomas significativos. Empezamos a obtener apoyos inesperados e indeseados.
Al comienzo, en el año 55, éramos todos considerados comunistas por la embajada
norteamericana, pero esa actitud fue cambiando y nos encontramos recibiendo
apoyo de las fundaciones -Ford, Rockefeller,
Carnegie, todas-
Cuando nuestros radioquímicos completaron una serie de tablas con
propiedades de los radioisótopos, no hicieron una obra científica original -no
formularon ninguna idea nueva- pero hicieron un trabajo de rutina delicada, muy
útil para la ciencia del Norte y recibieron por ello muchas palmadas de
agradecimiento. Como ese hay otros muchos ejemplos, pero tal vez el máximo
beneficio que el Hemisferio Norte saca de este apoyo al cientificismo es que
nos hace depender culturalmente de ellos. Si los universitarios, la gente de la
cual salen los cuadros dirigentes del país, se acostumbran a aceptar el
liderazgo científico, y por lo tanto tecnológico del Norte, les será mucho más
difícil rebelarse contra la dependencia económica y política. De ahí el interés
de muchas entidades del Norte en apoyar nuestros esfuerzos en pro de la
modernización de la enseñanza, y en contra de los profesores fósiles y los
métodos anticuados, y eso se está viendo también aquí.
No quiero dejar pasar esta
oportunidad sin recordarles que no es sólo en
Lo mismo estaba sucediendo
en Brasil, cuyo gobierno puso también la educación en manos de varias
instituciones norteamericanas. Pero, como habrán leído en las noticias de estos
días, los estudiantes brasileños, después de un año de mantenerse indiferentes
al problema, reaccionaron con bastante violencia, y parece que el gobierno dio
marcha atrás. Claro que los brasileños siempre han sido bastante nacionalistas,
y saben que si un país es algo diferente de los demás es porque tiene una
cultura propia, es decir hábitos de vivir, de pensar, de trabajar, tradiciones
y valores propios. Esa cultura se forma en gran parte a través de la educación,
y por eso la educación es lo último que puede entregarse a otro país,
cualquiera que sea. Si en nuestra vida cotidiana, en nuestra ciencia y nuestro
arte imitamos a los EE.UU., es inútil que tengamos un
ejército propio y elecciones presidenciales: seremos igual una colonia, y con
menos probabilidades de liberarnos que hace 150 años, porque estaremos
satisfechos con nuestra manera de vivir. El colonialismo cultural es como un
lavado de cerebro: más limpio y más eficaz que la violencia física.
Si un país sudamericano
quiere ser realmente libre, Y no un estado libre asociado, tiene que tener su
propia política educativa, dirigida mal o bien por sus ciudadanos. Si son
inteligentes tendrán grandes éxitos y serán admirados por el resto del mundo;
si no, serán al menos lo que ellos han querido ser.
Quiero aclarar a todo esto
que los asesores extranjeros que están colonizándonos, son en general
excelentes personas y realmente desean lo mejor para Sudamérica. Claro que ‘lo
mejor’ a la manera que lo entienden ellos, y en eso se parecen mucho a los
misioneros que iban a las islas del Pacífico a salvar las almas de aquellos
pobres paganos condenados al infierno. Los asesores vienen muchas veces con la
intención de salvarnos del subdesarrollo, y esa intención se la agradecemos,
pero los rechazamos porque para ellos desarrollarse es ser igual a ellos, sobre
todo culturalmente. Por eso en especial propugnan y financian métodos de
educación masiva, televisión educativa, enseñanza a computadoras, todos esos
métodos que les permiten enlatar clases y conferencias en los EE.UU. y mandarlos aquí para que todos aprendamos las
mismas cosas, de la misma manera, con el mismo énfasis.
Son métodos de aprendizaje
muy eficientes. Seguro que vamos a adquirir muchos más bits de información
mucho más rápido que con estos anticuados métodos nuestros, pero, ¿cuál es el
contenido de esa información? Esa información se refiere a los temas que les
interesan a ellos, por supuesto. En un pensum de
Física sudamericano, la teoría general de la relatividad y los métodos de
detectar neutrinos no deben ocupar el mismo número de horas que en el Norte, y
en la escuela primaria y secundaria los ejemplos son más delicados pero mucho
más peligrosos.
En resumen, la
independencia cultural debe ser nuestra objetivo
permanente, en todos los campos de la cultura, desde las series de TV hasta la
ciencia pura.
Esto es bastante fácil de
comprender en ciertas ciencias: es evidente que las investigaciones
sociológicas no tienen que estar dirigidas por gente de otro país que puede
tener malas intenciones, como en el famoso Proyecto Camelot.
Y si las tienen buenas, saben menos que nosotros qué temas interesan e incluso
qué métodos conviene aplicar. Pero para las ciencias que se estudian en esta
Facultad, la cosa no está tan clara y debemos analizarla aunque sea
superficialmente, porque el otro camino, el de la imitación, el seguidismo a eso que se llama sin mucho derecho “ciencia
universal”, ese si está perfectamente claro y es sencillo de seguir. En
realidad, uno de los motivos que hace tan atrayente el cientificismo es que es
muy fácil: no hay que pensar en cuestiones realmente difíciles por sus muchas
implicaciones. A uno lo envían recién graduado a una universidad extranjera y
allí su jefe le dice qué artículos tiene que leer, qué aparatos tiene que
manejar, qué técnicas tiene que usar y qué resultados tiene que tratar de
obtener. Si trabaja con perseverancia, consultando cuando se le presenta alguna
dificultad, se graduará sin duda de “científico”, y volverá a su país a tratar
de seguir haciendo lo mismo que aprendió o algo muy relacionado con eso.
Sí ustedes se ponen a
pensar qué podríamos hacer en vez de eso, se van a dar cuenta de que es muy
difícil elegir temas y métodos. Es lo más difícil de toda investigación, y
tanto más difícil cuanto más quiere uno liberarse de los caminos trillados.
Para algunos esta dificultad es un aliciente. Otros prefieren no liberarse
porque no sabrían qué hacer con esa libertad.
Evidentemente no estoy
hablando de tomar medidas extremistas, no se trata de rechazar la ciencia de
moda por el hecho de que no nos sea inmediatamente útil, o sea extranjera. Se
trata de enterarse de todo, pero profundizar sólo en lo que nos interesa por
motivos nacionales. Se nos dice que la ciencia debe interesarnos, porque la
ciencia está formada por verdades, y lo que es verdad en Nueva York también es verdad en Caracas. Esto hay que aclararlo.
Lo que ocurre es que la
verdad no es la única dimensión que cuenta: hay verdades que son triviales, hay
verdades que son tontas, hay verdades que no interesan a nadie. “Una frase
significa algo sí y sólo sí puede ser declarada verdadera o falsa”, afirma una
escuela filosófica muy en boga entre los científicos norteamericanos. Yo no
creo eso: hay otra dimensión del significado que no puede ignorarse la
importancia. Es cierto que un teorema demostrado en cualquier parte del mundo
es válido en todas las demás, pero a lo mejor a nadie le importa. Eso me ha
pasado a mí con muchos teoremas que yo he demostrado. Son verdaderos pero creo
que el tiempo que gasté en demostrarlos lo pude haber aprovechado mejor. No
significan nada.
Para eso hay una respuesta
habitual: “no se sabe nunca; tal vez dentro de diez años ese teorema va a ser
la piedra fundamental de una teoría más importante que la relatividad o la
evolución”. Bueno, sí, como posibilidad lógica no se puede descartar, pero
¿cuál es su probabilidad? Porque si es muy cercana a cero no vale la pena
molestarse. Además, seamos realistas: si un teorema que yo descubro hoy y que
nadie lee ni le importa, dentro de diez años resulta importante, es seguro que
el científico que lo necesite para su teoría lo va a redescubrir por su cuenta,
y recién mucho después algún historiador de la ciencia dirá “ya diez años antes
un señor allá en Sudamérica había demostrado ese mismo teorema”. No tiene mucha
importancia eso para la ciencia universal. Ese valor potencial que tiene
cualquier descubrimiento científico es el que tendría un ladrillo arrojado en
cualquier lugar del país, si a alguno se le ocurriera construir allí una casa,
por casualidad. Es posible, pero no se puede organizar una sociedad, ni la
ciencia de un país con ese tipo de criterio. Hay que planificar las cosas. No
todas las investigaciones tienen la misma prioridad; ellas no pueden elegirse
al azar ni por criterios ajenos.
Esta no es una posición
aceptada por todos los científicos: al contrario, contradice algunas de las bellas
frases acerca de
Cuando un científico está
tan convencido de la importancia de su tema que no hay manera de convencerlo de
que tiene prioridad baja, hay que dejarlo, incluso hay que ayudarlo un poco.
Porque esa convicción aumenta la probabilidad de que el tema sirva para algo.
Pero esos casos son muy raros. Piensen, aquellos de ustedes que ya están
embarcados en la carrera científica, si en algún momento han tenido la
convicción de que “tengo que estudiar físico-química o reviento”. No es verdad.
uno elige su especialidad llevado en buena parte por
las circunstancias: una beca, un buen profesor, un amigo, la familia. Y si las
circunstancias le hubieran hecho estudiar bioquímica estaría igualmente
satisfecho.
Sin embargo hay que tener
en cuenta que cuando una persona ya está entrenada en una rama de la ciencia,
cuando ha invertido unos cuantos años de su vida en aprender una especialidad,
es muy difícil pedirle que se dedique a otra cosa de más prioridad. Si se le
insiste mucho lo que hará es irse. Lo que estoy diciendo se dirige a la gente
que tiene que elegir su carrera, y a los que tienen que decidir cómo se va a
planificar la ciencia del país de aquí en adelante, es decir, con qué criterios
se van a repartir los limitados fondos de que se dispone para investigar.
En esta lucha por la
independencia cultural se puede caer, es cierto, en extremos ridículos o
heroicos. Así, el líder negro Fannon rechaza no
solamente la colonización política y económica sino también la cultural, y
dice: no queremos la ciencia de los blancos, no queremos la literatura de los
blancos; todo lo que han hecho desde Aristóteles hasta ahora pueden guardárselo
y vamos a ver qué hacemos nosotros en cambio. Eso realmente es valiente, pero
yo no creo que pueda ser. No puede ser por un motivo sencillo, la ciencia
“blanca” produjo una fuerza física que es irrebatible: si Africa
renuncia a toda la ciencia blanca, en particular renuncia a las armas. Y no veo
entonces cómo se van a proteger de la colonización.
Ese es un hecho
incontrovertible; hay una parte de la ciencia que hay que aceptar aunque sea en
defensa propia. Si los guerrilleros vietnamitas no estuvieran dispuestos a
aprender la tecnología de la bazooka sería peor para
ellos. Y esa tecnología lleva implícita una ciencia básica que hay que
aprender.
Tampoco vamos a rechazar
una teoría simplemente porque viene del Hemisferio Norte, como Hitler quería rechazar la relatividad porque la había
inventado un judío. Lo que afirmamos es que no hay que irse al otro extremo:
aceptar cualquier cosa simplemente porque viene del Hemisferio Norte.
Independencia cultural significa dos cosas: obligación de crear, y derecho a elegir.
De lo que se hace en el Norte vamos a elegir lo que nos parezca conveniente;
vamos a tomarnos esa gran responsabilidad. Y vamos a tratar de crear lo que
falta.
Podremos equivocarnos, como
se equivocaron en Rusia al apoyar al genetista Lyssenko
contra las teorías “occidentales”, pero por lo menos intentaron una nueva vía.
Tal vez Lyssenko era demasiado pirata y ese error
pudo haberse evitado. Pero no importa; un error así es menos grave que aceptar
a pies juntillas todo lo que viene del Norte, cono hacemos nosotros. Prefiero
el otro tipo de pecado.
Elegir en vez de aceptar no
es fácil. Crear, mucho menos.
Es verdad que la mayoría de
estas novedades futuras no podrían aparecer hoy, de pronto. Necesitan que
transcurra el tiempo para que se hacen ciertos descubrimientos empíricos, se
inventen ciertos materiales y aparatos, etc. Pero en muchos otros casos, el
hecho de que se descubran hoy o dentro de cien años depende principalmente del
interés de los investigadores. Incluso hay fenómenos sociales, biológicos,
geológicos, que si no se investigan hoy no se podrán investigar ya nunca porque
habrán desaparecido.
En
Pero si pasamos a
Sin embargo, los átomos de
azufre pueden estudiarse en general o en su relación con el petróleo
venezolano. Este es un problema empírico que lleva inmediatamente a cuestiones
teóricas fundamentales. Y tampoco es imposible hacer teorías en las que en el
Norte no se ha pensado: en esta misma Facultad, el profesor Alsina,
un sudamericano, completó su interpretación del electromagnetismo y otros
conceptos físicos a través de la relatividad especial, un estudio original y de
calidad.
Se puede estudiar la teoría
de líquidos en vez de la de sólidos como todo el mundo, o dentro de los sólidos
la física del suelo en vez de los semiconductores o los cristales. Toda la
teoría de los fenómenos irreversibles está muy atrasada. No se sabe nada de
posibles memorias orgánicas para computadoras: hay allí un campo abierto para
equipos de ingenieros, biólogos, químicos y físicos.
Ya ven que es posible plantear
ternas que no están de moda, si es eso lo que uno se propone.
Pero la originalidad no
puede ser el único criterio. Eso corresponde a la ideología de que la ciencia
es un juego y que el científico puede elegir el tema que le divierta más,
porque su recompensa es el placer que experimenta al dedicarse a ese juego. Esa
ideología se lava las manos de los problemas sociales y por eso debemos
rechazarla.
Intentemos por lo menos una
respuesta tentativa a este problema de hacer ciencia autónoma pero con un
contenido social.
Yo creo que lo que tiene
que hacer un país subdesarrollado es integrar la actividad científica alrededor
de algunos grandes problemas del país. Y
Para aclarar, tomemos como
ejemplo un proyecto que se planteó en esta misma Facultad sin mayor éxito. Es
el estudio general de la región de los Llanos. Que eso es útil, muy útil, al
país es evidente, pero además puede dar origen a descubrimientos empíricos,
teóricos y metodológicos de tanto interés como los de cualquier otra parte del
mundo.
La idea es que al plantear
un estudio tan amplio es forzoso trabajar en equipo multidisciplinario. Se debe
conseguir una integración no sólo de ecólogos, zoólogos y botánicos, edafólogos
y micólogos, sino también de físicos y químicos, porque el suelo debe ser
analizado desde ese punto de vista, y de matemáticos, porque toda esa
información debe poder manipularse de una manera eficiente y rigurosa, es decir
con métodos matemáticos. Y por supuesto tiene que haber economistas y
sociólogos: sería absurdo estudiar toda la vida de los Llanos menos la humana;
hay que estudiar cómo es la gente que vive allí, cuáles son sus necesidades, y
qué representa esa región para los objetivos nacionales de Venezuela.
Estoy seguro de que cuando
los campesinos del Llano empiecen a plantear sus problemas acerca de por qué
tal planta crece peor aquí que allá, los fisiólogos vegetales encontrarían cien
temas de interés, y como no estarán estudiando ejemplares de invernadero
deberán llamar en su auxilio a los que estudian las propiedades del suelo, las características
de las inundaciones, los enemigos naturales, etc., etc. Esta interacción de
disciplinas, que exige a su vez discusión, crítica y estímulo constante entre
los investigadores y permite que ideas comunes en una rama de la ciencia se
propaguen de manera natural a las otras, es una garantía de éxito.
Les recuerdo además una
característica propia de la ciencia del norte, y es que allí es muy raro el
trabajo en equipo, justamente porque la filosofía de la vida en Estados Unidos
requiere una alta competitividad individual. Cada científico tiene que firmar
él su paper, porque si no ha publicado tantos por año
pierde su contrato en
Pero hasta ahora no ha
habido confianza suficiente en las propias fuerzas. Así un Magnífico estudio
interdisciplinario, el plan de desarrollo de Ciudad Cuyana y su zona de
influencia, fue encargado a un grupo de expertos extranjeros. Y los resultados
no fueron muy brillantes, por cierto. Seguramente un equipo venezolano no lo
hubiera hecho peor.
Esto nos indica otro
ejemplo, el más importante de los que se me ocurren. Es el estudio de la
estrategia de desarrollo que más conviene al país. Partiendo de la situación
actual objetiva, y de ciertas metas generales como eliminar la pobreza, la
dependencia económica y cultural, etc., se debe investigar cómo efectuar ese
cambio, pero analizando todos sus aspectos: con qué recursos naturales y
humanos se cuenta, qué fuerzas internas o externas se oponen al cambio, qué
instituciones se necesitan, qué fábricas son indispensables, cómo pueden
continuar funcionando si hay un bloqueo comercial, etc., etc. Este es un
problema que parece pertenecer a las ciencias sociales, pero si se plantea en
todo su real tamaño requiere la colaboración esencial de las ciencias básicas,
desde la discusión de las recursos naturales y los
procesos tecnológicos de producción hasta los métodos matemáticos y
estadísticos de analizar la enorme cantidad de factores que intervienen en el
proceso simultáneamente.
E insisto en que aunque
estos grandes proyectos parecen ser ciencia aplicada, en la realidad darán
origen a muchos problemas de ciencia pura, y de manera funcional: no problemas
teóricos cualesquiera, sino sugeridos por la necesidad de contestar a las preguntas
planteadas en el proyecto y que la ciencia actual no alcanza a responder. En
Venezuela tenemos varios ejemplos concretos de esto. Así, en el estudio de
sistemas socio-económicos mediante modelos matemáticos complejos que se hace en
el Cendes y en el Departamento de Computación de esta
Facultad, notamos la necesidad de ciertas herramientas matemáticas que la
ciencia del Hemisferio Norte no se ha preocupado por desarrollar. Ellos
publican muchos teoremas de Topología, de Análisis Funcional, de Algebra Homológica, pero no nos sirven. Nos harían falta otro tipo
de teoremas aún no descubiertos. No es que queramos ser originales; es una
necesidad que apareció naturalmente en el curso de nuestro trabajo, y que nos
hace desear una mayor integración con los matemáticos ‘puros’ de esta
Universidad.
Este ejemplo es interesante
porque se refiere a la ciencia considerada más universal entre todas, y donde
parece más difícil que una investigación ‘aplicada’ pueda originar problemas
teóricos novedosos. ¿No es lógico pensar que los matemáticos sudamericanos
podrían contribuir más eficazmente al desarrollo de esta ciencia interesándose
por estos problemas en vez de seguir a la cola de los temas de moda? La famosa
ciencia universal puede ganar muchos más de unas pocas ideas frescas, motivadas
por problemas reales nuestros, que de nuestra incorporación pasiva a la gran
competencia atlético-científica del Hemisferio Norte.
Pero ¿como se hace para
lograr una renovación académica en esta dirección; para que los hábitos de
investigación se orienten hacia estos grandes proyectos interdisciplinarios?
Esto no se consigue en un día ni con un decreto del Consejo Directivo. Hay
muchos pequeños y grandes ajustes que hacer en todas las actividades de
Aumentar la interacción profesor-alumno en ambas direcciones:
reducir la importancia de las clases magistrales ante aulas repletas y aumentar
la enseñanza en grupos pequeños, pasando rápidamente a seminarios, y luego a
grupos de trabajo antes de graduarse. Utilizar medios mecánicos y electrónicos
para enseñar el material que puede aprenderse rutinariamente, de memoria, pero
sólo para ese material. El uso exagerado de televisión educativa y enseñanza
programada es un peligro mortal para la independencia de nuestros países.
Modificar el régimen de calificaciones de modo que premie no sólo
el conocimiento individual sino la capacidad de trabajo en equipo, de
colaboración, la dedicación a transmitir conocimientos y la imaginación
creadora.
Los mismos criterios pero con mayor énfasis aún, deben usarse para
la selección de becarios al exterior. No debe becarse a nadie que no está
formando parte de un grupo de trabajo y no sepa lo que va a hacer a su regreso.
El pedido de beca debe ser aprobado por el grupo de trabajo.
Modificaciones del pensum para
introducir temas que vinculen la ciencia con la sociedad. En Particular debe
darse una descripción del país con sus problemas actuales y previsibles, con un
criterio muy concreto y dinámico.
La tesis de grado debe hacerse preferentemente colaborando como
asistente en un equipo que ya está funcionando interdisciplinariamente.
Estimular reuniones de profesores de distintas Escuelas y de
distintas Facultades para sugerir vinculaciones de cada materia y de cada
investigación con otras disciplinas.
Utilizar los criterios enunciados en 2.- para los ascensos,
subsidios y años sabáticos a profesores.
Dar mayor responsabilidad en la enseñanza a los asistentes e
instructores.
Tal vez estas normas ayuden
a luchar exitosamente contra los fósiles y los cientificistas al mismo tiempo,
y los universitarios puedan por sentir que están cumpliendo con su país y con
la ciencia.
PREGUNTAS POSTERIORES A
1) ¿Qué puede hacerse con
respecto a los asesores extranjeros en Eduplan?
O. Varsavsky: Algunos de
nosotros estamos haciendo esfuerzos para tener alguna injerencia en ese
estudio. El Instituto donde yo trabajo (CENDES) tiene formalmente algo que ver
con éste, y pensamos participar con la mayor fuerza posible, y hacer pesar
nuestras opiniones frente a las que den los demás asesores. Los expertos pueden
ser muy útiles sean extranjeros o no, cuando uno sabe lo que les quiere
preguntar y no va a tomar la respuesta como
2) ¿Para un país
subdesarrollado no es más conveniente trasplantar la ciencia moderna que tratar
de ser originales?
O. Varsavsky:
Trasplantar
la ciencia es el primer método que se puede adoptar. Cuando uno está muy
subdesarrollado no hay más remedio que pasar por esa etapa; pero cuando hay un
grupo que sabe lo que quiere, no hace falta pasar necesariamente por todas esas
etapas de trasplante. En mi país teníamos un gran profesor de Física que
opinaba muy seriamente que era más barato cerrar toda
3) ¿Pueden plantearse
grandes proyectos de investigación cuando se cuenta con tan poco personal bien
preparado?
O. Varsavsky:
Creo
que no hay que ser tímidos en eso. La experiencia en otros países
subdesarrollados indica que las cosas empiezan con poca gente que va formando
escuela, que se van adaptando, que van cometiendo errores y que, cuando hay un
problema específico que ellos no saben resolver y que se sabe resolver en Upssala, se van a Upssala a
resolverlo. Pero no, como tal vez podría desprenderse como conclusión de lo que
usted dice, no se puede esperar a que todo el sistema educativo funcione bien,
a que todos los ingenieros o la mayor parte de los ingenieros sean realmente
buenos. Hay que empezar por alguna parte, y cuando hay gente que se tiene
confianza y que está decidida; a esa gente hay que darle la posibilidad, esa
gente se va a educar en el trabajo, que es como se educa la gran mayoría de los
obreros, de los técnicos, de los profesionales y de los científicos.
4) ¿Cómo afectaron los
últimos sucesos políticos de Argentina al desarrollo renovador que se llevó a
cabo en
O. Varsavsky:
Bueno,
no demasiado, no demasiado porque el trabajo que hicimos fue muy eficiente,
desgraciadamente fue muy eficiente. Así que ha quedado una buena cantidad de
gente que políticamente es o indiferente o reaccionaria y que científicamente
no es tan mala. La situación es muy distinta de lo que era en la época de
Perón, en que realmente
5) Al hablar de ciencia
nacional ¿no se está ayudando a esos profesores anticuados que para evitarse
juicios internacionales se dedican a estudiar la flora o la fauna del país sin
ninguna seriedad científica?
O. Varsavsky:
Efectivamente,
puede ocurrir, puede ser que al hablar de ciencia nacional se esté dando
algunas armas a esa gente de la cual dije al principio que, por supuesto, es la
primera que hay que eliminar. Eso es verdad; es un riesgo que hay que correr y
hay que hacerlo con inteligencia para que ese riesgo no tenga mucha
importancia, pero estos profesores fósiles ya están vencidos por
El motivo de mi charla,
justamente, fue dejar eso de lado y plantear el otro peligro. No quiero decir
que en lo único en que hay que pensar es en este otro peligro, porque todavía
el primer enemigo no se murió, evidentemente, pero si no pensamos en él va a
suceder aquí lo que sucedió en Buenos Aires: van a tener una excelente
Facultad, moderna según todos los criterios internacionales y no le van a
servir al país. Los criterios de evaluación no son los criterios internacionales:
señores, el único criterio para evaluar el trabajo de un científico es estudiar
ese trabajo. Estudiar ese trabajo y formarse una opinión. Si en esta Facultad
no hay nadie que sea capaz de leer los trabajos que hacen los investigadores de
esta facultad, entonces sí:
Los científicos del IVIC
están muy orgullosos por el libro que publicaron con
6) ¿Sería recomendable que
O. Varsavsky:
Depende
de cuáles fuera a hacer. Creo que en algunos Departamentos se podría hacer,
pero me parece que es un esfuerzo que podría esperar un poco, no tiene ninguna
urgencia. Me parece que no tiene ninguna urgencia si hay conciencia en los
estudiantes de que tienen ellos también que tener un poco de paciencia. Es
decir, si ocurre como fenómeno real que los muchachos recién graduados, al no
tener un doctorado aquí se van todos a EE.UU., bueno,
entonces es mejor “echar p’alante” y crear
doctorados, aunque no sean perfectos y aunque cueste un esfuerzo mayor; pero sí
se puede convencer a esa gente de que se aprende lo mismo, o se aprende mejor,
diría yo, empezando a trabajar y a enseñar aquí, entonces lo del doctorado puede
esperar un poco.
7) ¿Qué opina de la
aplicación del CHEM en
O. Varsavsky:
Sobre
el método que usted menciona yo no debería opinar porque no lo conozco ni sé
cómo se está aplicando aquí, pero a partir de estas consideraciones generales
le puedo decir que seguro que ese método se puede adaptar, pero seguro que no
está bien tomarlo como viene, sobre todo si se trata de un método que sirve
para enseñar, un método didáctico: seguramente que hay que adaptarlo. Apostaría
cualquier cosa, porque la probabilidad de que esté realmente adaptado a las
necesidades de Venezuela es prácticamente cero.
8) ¿Es bueno traer
científicos extranjeros a
O. Varsavsky:
Los
científicos extranjeros que vengan aquí, si tienen la visión demasiado
restringida, pueden efectivamente ser perjudiciales por eso es importante
seleccionarlos no por el criterio de los “papers”,
sino con criterios más generales. Hay que, o conocerlos personalmente, si se
puede, o tener algún intermediario que los conozca personalmente o pedir un
tipo decurriculum que hable de otras cosas. Porque
efectivamente no ganamos nada con traer un señor que domina perfectamente la
técnica de usar espectrómetros de masa y que no sabe absolutamente ninguna otra
cosa y no puede enseñar otra cosa y al contrario, acostumbra a los estudiantes
a tener ese tipo de mentalidad.
Y en cuanto a cómo se
consiguen los técnicos que pueden ayudar a trabajar ,
creo que el entrenamiento se hace un poco en el trabajo y otro poco también en
el extranjero. De lo que estoy en contra es de mandar jóvenes al extranjero sin
el grado de madurez suficiente como para no ser enlatados científicamente, no
ser colonizados científicamente. Cuando una persona se gradúa, creo que debe
empezar a trabajar en un equipo que esté trabajando en algún problema nacional,
a nivel primero aplicado, para que se empape del problema, y si tiene
características de científico teórico que empiece a pensar en los problemas
teóricos que se refieren a ése, y cuando –sea aplicado o teórico- tenga una
comprensión exacta de a dónde va y qué es lo que quiere, entonces él mismo
podrá, revisando la literatura internacional, decidir que hay un señor en tal
lugar del mundo que ése sí sabe lo que él quiere y no consigue por sus propios
medios. Entonces hay que mandarlo ahí a aprender esa técnica.
9) ¿Está Venezuela
capacitada para tener una Política científica?
O. Varsavsky:
Yo
creo que sí. Además se acaba de crear el Consejo Venezolano de Investigaciones
Científicas, uno de cuyos propósitos va a ser ese, de manera que va a haber
aquí una cantidad de señores que se supone que son los que mejor conocen la
ciencia venezolana y que van a opinar explícita o implícitamente; van a decidir
en realidad al distribuir los fondos de los subsidios, cuáles son las líneas
que deben favorecerse en la investigación, porque esas opiniones en general no
hace falta decirlas de viva voz, cuando hay una cantidad limitada de dinero y
hay muchos científicos, muchos equipos de investigación que piden en total diez
veces más que ese dinero, la forma en que eso se reparte es una política
científica.
Esa política científica en
parte se hace ahora en
Notas
(1) Charla del Dr. Oscar Varsavsky en