En Mucubají al atardecer
los frailejones brillan
como espadas relucientes.
De purpura carmesí y naranja
se visten las nubes de neblina
que se flotan indecisas en el cielo
En el frío del ocaso
la laguna plateada
estremece sus aguas profundas
en ondas sagradas
los frailejones brillan
como espadas relucientes.
De purpura carmesí y naranja
se visten las nubes de neblina
que se flotan indecisas en el cielo
En el frío del ocaso
la laguna plateada
estremece sus aguas profundas
en ondas sagradas
El arroyo de aguas cantarinas
que baja hoy de la montaña
se recrea en su lecho de rocas.
Y alla en la distante lejanía
mientras un rayo se sol
atravesó una nube
y se posó sobre el lomo de un monte.
que baja hoy de la montaña
se recrea en su lecho de rocas.
Y alla en la distante lejanía
mientras un rayo se sol
atravesó una nube
y se posó sobre el lomo de un monte.
Las casas se asolean placenteras
en una mañana del mes de enero.
Y la casita blanca de rojos tejados
sobre un monte esmeralda
anunció los buenos días al pintor.
Una paleta de variados tonos
del verde primaveral hasta el
blanco de los suaves frailejones
y el amarillo de sus flores
van llenando la blanca tela del cuadro
en el mes de agosto
La tarde perezosa nos invita
al descanso y la contemplación
en el casto silencio
de un pueblo de montaña.
Mucurubá
La tarde lluviosa en el páramo
es de nostalgia cristalina
que apacigua los nervios.
Y evocamos nuestra infancia
con recuerdos que se diluyen
en la calle plateada
por donde ahora corre el agua.
es de nostalgia cristalina
que apacigua los nervios.
Y evocamos nuestra infancia
con recuerdos que se diluyen
en la calle plateada
por donde ahora corre el agua.
