Desprestigio de la política Una campaña de desprestigio de toda la clase política venezolana precedió a la exitosa campaña presidencial de HChF. Haya o no sido intencional, el resultado fue lograr meter en un mismo saco para echar a la basura a todos los actores políticos, sin consideraciones individuales de merecimientos o desmerecimientos. El grupo informal en los tiempos de CAP II y Caldera II llamado “los Notables” –con la notable participación del notable JVR- produjo y propagó la “matriz de opinión” necesaria. De ir a parar a la basura se salvaron sólo los vivos, atentos siempre a cambiar de chaqueta según los vientos que soplen. El protagonismo del notable JVR fue notable en la campaña electoral de 1988 cuando era –o aparentaba ser- panadería de CAP aspirante a su segundo período, a pesar de la estela de dudas de todo tipo sobre la pulcritud de su primer gobierno. Víctima de esa campaña fue el principal contendor, Eduardo Fernández y su propuesta de “democracia nueva”. Por ejemplo, un gesto inicial de campaña para simbolizar su declarado interés por el problema de la pobreza –pasar él y su esposa una noche en el hogar de una familia en un barrio caraqueño- fue ridiculizado al extremo y usado como absoluta prueba de cinismo, al estilo telenovela. Mucho más grave fue la acusación de vinculación con narcotráfico, con la anuencia de un Caldera posiblemente resentido por la decisión del “delfín” de independizarse de su tutela política. La astucia de JVR y Cía. fue más efectiva que la inteligencia del promotor de la “Revolución de la Inteligencia”, Luis Alberto Machado, jefe de la campaña de Eduardo, y así CAP logró coronarse presidente por segunda vez. La preocupación que muestran algunos partidarios del “proceso” por la falta de líderes competentes en la oposición hace recordar una estrofa del “Hombres necios…” de Sor Juana: “¿Qué humor puede ser más raro que el que falto de consejo, él mismo empaña el espejo y siente que no esté claro? ” Marta Sananes