Edgardo Lander (editor) La colonialidad del saber: eurocentrismo y ciencias sociales. Perspectivas latinoamericanas. Caracas, Facultad de Ciencias Económicas y Sociales (FACES-UCV), Instituto Internacional de la UNESCO para la Educación Superior en América Latina y el Caribe (IESALC), 2000.

Arnaldo E. Valero


   Entre julio y agosto de 1998 fue realizado en la ciudad de Montreal el Congreso Mundial de Sociología. Con el propósito de crear un espacio para reflexionar en torno a los desafíos que la imposición del pensamiento único del neoliberalismo y el descentramiento y el escepticismo de la postmodernidad planteaban para el conocimiento, la política y la cultura del continente, en el marco de dicho evento fue organizado el simposio "Alternativas al eurocentrismo y colonialismo en el pensamiento social latinoamericano contemporáneo". La relevancia de la temática abordada en dicho simposio dio lugar a un fructífero debate que, bajo la coordinación de Edgardo Lander, continuó durante año y medio de manera virtual. La colonialidad del saber: eurocentrismo y ciencias sociales. Perspectivas latinoamericanas es el resultado de este valioso y ejemplar trabajo colectivo; por consiguiente, responde a la necesidad de obtener alternativas teóricas y políticas culturales que contrarresten la conformación excluyente y desigual de un mundo regido por la primacía total del mercado.     

         En el texto introductorio, el compilador afirma  que las alternativas al modelo de vida neoliberal no pueden buscarse en el campo de la economía porque ésta como disciplina científica asume, en lo fundamental, la cosmovisión liberal. Por consiguiente, sugiere debatir y confrontar al neoliberalismo como el discurso hegemónico de un modelo civilizatorio, esto es, como una extraordinaria síntesis de los supuestos y valores básicos de la sociedad liberal moderna en torno al ser humano, la riqueza, la naturaleza, la historia, el progreso, el conocimiento y "la buena vida". A juicio de Edgardo Lander, las ciencias sociales han contribuido a reforzar la imagen del neoliberalismo como la forma más avanzada de la existencia humana. En consecuencia, sólo el cuestionamiento de las pretensiones de objetividad y neutralidad de las ciencias sociales nos permitirán deconstruir el carácter "universal" y "natural" de la sociedad capitalista liberal. Para lograrlo, Lander expone cómo las ciencias sociales empezaron a desarrollarse cuando el modelo liberal de organización de la propiedad, del trabajo y del tiempo adquirió hegemonía como la única modalidad civilizatoria posible. Por esa razón, el imaginario de la sociedad liberal de mercado, incluida la tesis de su superación histórica de las formas anteriores de organización social, aporta los presupuestos en los que ha sido fundado el edifico de los saberes sociales modernos, a saber:

 

1) la visión universal de la historia asociada a la idea de progreso (a partir de la cual se construye la clasificación y jerarquización de todos los pueblos y continentes, y experiencias históricas); 2) la "naturalización" tanto de las relaciones sociales como de la "naturaleza humana" de la sociedad liberal-capitalista; 3) la naturalización u ontologización de las múltiples separaciones propias de esa sociedad; y 4) la necesaria superioridad de los saberes que produce esa sociedad (´ciencia´) sobre todo otro saber. (p. 29)

 

         La contribución de Enrique Dussel, titulada "Europa modernidad y eurocentrismo", analiza el deslizamiento semántico del concepto de "Europa", dejando en claro que la tradicional secuencia diacrónica unilineal Grecia-Roma-Europa,  que presenta a la modernidad como un proceso eurocéntrico y autopoiético, es un invento ideológico de fines del siglo XVII romántico alemán; Winckelmann fue su iniciador, Goethe el consumador y Wilhelm von Humboldt su teórico. Esta invención ideológica parte de la tesis según la cual la cultura griega es exclusivamente europea y occidental. Además, Dussel demuestra cuánto tiene de provinciana y de regional la representación espacio-temporal --que tiene a Max Weber y a Habermas como exponentes-- que señala fenómenos intraeuropeos como punto de partida y secuencias progresivas de la Modernidad como proceso. A su juicio, la ecuación del desarrollo diacrónico de la Modernidad debería ser: Renacimiento, Conquista de Latinoamérica, Reforma, Ilustración, etc. Para Dussel, la reflexión sobre la modernidad  es fundamental en la definición de la identidad latinoamericana, mas dicha reflexión debe tomar en cuenta que la Historia Mundial no hubiese sido posible sin el descubrimiento de América  y sin la expansión que entre los siglos XV y XVI llevó a Portugal al Extremo Oriente. En 1492 ocurrió la determinación fundamental del mundo moderno, esto es, la Europa latina adquirió "centralidad" en la Historia Mundial al constituir, por primera vez en la historia,  a todas las otras culturas como su "periferia". La voluntad del ego conquiro luso hispano, "Primera Voluntad de Poder Moderno", impuso el ideal del ego cogito moderno al aborigen americano. Toda cultura es etnocéntrica, pero el eurocentrismo moderno es el único que ha contado con el sistema discursivo y las estrategias de poder para identificarse y proyectarse como modelo cultural universal. Asumir conscientemente esta realidad nos permitiría hallar una alternativa a la injusticia estructural que desde hace cinco siglos ha condicionado la dinámica del planeta, esto es,  trascender el modelo racional europeo, por lo que tiene de violencia eurocéntrica, desarrollista y hegemónica para dar cabida a un proyecto de liberación donde la Modernidad y su Alteridad negada puedan realizarse por subsunción real  del carácter emancipador racional de ambas.

         El aporte de Walter Mignolo, titulado "La colonialidad a lo largo y a lo ancho: El hemisferio occidental en el horizonte colonial de la modernidad", explica qué es el circuito comercial del Atlántico, qué es el hemisferio occidental, qué papel han jugado ambas realidades en las estructuras de poder del mundo moderno colonial, qué cambio produjo en el imaginario y en la estructura de éste la articulación de La Doctrina Monroe a la idea de hemisferio occidental y qué cambios producirá en el escenario político internacional  la transformación del hemisferio occidental en el Atlántico Norte. Semejante panorámica exige que el catedrático de Duke University exponga cómo la colonialidad del poder es el eje que organizó y organiza la diferencia colonial; además, que describa la colonialidad del poder como una estrategia de la modernidad que contribuyó a la autodefinición de Europa y que ha sido parte indisociable del capitalismo desde el siglo XVI. Desde esta perspectiva, el capitalismo y la modernidad son entendidos como fenómenos planetarios en los que todo el mundo participó, pero desde distintas posiciones de poder. La diferencia colonial suele ser un lugar pasivo en los discursos postmodernos, la contribución de Mignolo hace visible la diferencia colonial en el mundo moderno y expone la etnorracialidad como el punto de articulación del imaginario geo-político de de éste.

         El texto del venezolano Fernando Coronil se titula "Del eurocentrismo al globocentrismo: La naturaleza del poscolonialismo" y explora la relación cambiante del capitalismo con la naturaleza, para ofrecer una mayor comprensión del papel que ésta ha jugado en el proceso de formación de la riqueza en el mundo moderno y permitir ampliar la visión que se tiene de los agentes del capitalismo en todo el mundo. En palabras del autor, desde esta perspectiva, se puede apreciar más ampliamente el papel de la naturaleza como una fuerza generadora de riqueza y de modernidad, sin reducirla, como hace la economía convencional, a un factor de producción. El aporte del catedrático de Michigan también ubica el desarrollo del capitalismo dentro de condiciones globales desde su inicio, mediante el reconocimiento de la dialéctica triple que lo conforma, a saber: trabajo, capital y tierra, y mediante la conceptualización  de la división internacional del trabajo como una división simultánea de la tierra. Con su aporte, Fernando Coronil procura que la naturaleza sea percibida en su materialidad socializada y no sólo en su existencia material independiente; en consecuencia, el panorama que ofrece permite apreciar más cabalmente el papel de la naturaleza (neo)colonial y del trabajo en la mutua formación  transcultural de las modernidades metropolitanas y subalternas, incluida la omnipresente dinámica contemporánea de la globalización.    

         La persistente marginalización del lugar en la teoría occidental ha operado como un dispositivo epistemológico fundamental del eurocentrismo en la construcción de la teoría social, haciendo invisibles formas subalternas de pensar y modalidades locales y regionales de configurar el mundo. En el artículo titulado "El lugar de la naturaleza y la naturaleza del lugar: ¿Globalización y postdesarrollo",  Arturo Escobar intenta articular los rudimentos de una defensa del lugar, apoyándose parcialmente en trabajos de ecología política, geografía postestructuralista y feminista y en investigaciones ambientalistas que abordan dicha cuestión. Además, reinterpreta, desde la perspectiva del lugar, las tendencias recientes en la ecología antropológica que han descubierto los modelos culturales de la naturaleza para situarlos en el contexto de los movimientos sociales del posdesarrollo y las racionalidades ecológicas alternativas, como es el caso del movimiento de las comunidades negras del Pacífico colombiano.  Todo esto con el propósito de ofrecer, en el contexto de la globalización, algunas orientaciones para una defensa de los ecosistemas y modelos locales basados en el lugar y la visualización de esferas ecológicas públicas que permitan articular y poner en marcha racionalidades alternas.

         En su valioso aporte, Santiago Castro Gómez describe la modernidad como una configuración histórica de poder surgida en el marco del sistema capitalista mundial y cuya racionalidad científico-técnica ha servido para establecer el Regnum hominis bajo la dirección del Estado. En consecuencia, como aparato ideológico nacional, las ciencias sociales han legitimado la exclusión y el disciplinamiento de quienes "no se ajustaban a los perfiles de subjetividad que necesitaba el Estado para implementar sus políticas de modernización", mientras que en el ámbito internacional, llegaron a legitimar "la división internacional del trabajo y la desigualdad de los términos de intercambio y comercio entre centro y periferia". Desde esta perspectiva, el proyecto de la modernidad llega a su fin cuando en Estado nacional pierde la capacidad de organizar la vida social y material de las personas; en su lugar, la globalización conlleva un cambio cualitativo de los dispositivos mundiales de poder; en ella pareciera no haber una instancia central de regulación de los mecanismos de control social, sino un poder libidinal que estimula y produce las diferencias. Las nuevas relaciones de poder al interior del sistema mundo genera discursos de legitimación según los cuales ciertos microrrelatos dejan por fuera de la representación al macrosujeto epistemológico (definido en instancias trascendentales como el héroe epistemológico de Descartes o el héroe moral de Kant). En este contexto, Castro Gómez afirma que el desafío para las ciencias sociales es entender que ya no es posible conceptualizar  las nuevas configuraciones de poder con el instrumental teórico de las teorías de la dependencia y las filosofías de la liberación; en consecuencia, sugiere aprovechar el potencial que los estudios postcoloniales poseen para hacer visibles los mecanismos de producción de las diferencias en tiempos de globalización.

         El texto de Alejandro Moreno, Miembro del Centro de Investigaciones Populares, muestra a un intelectual que, por estar éticamente comprometido con los excluidos, teme que las posibilidades de la vida humana se estén jugando en este momento en el mercado y la ciudadanía. Desde esta perspectiva, los excluidos del sistema están llamados a la inclusión o a la desaparición lenta o acelerada, pronta o tardía, no a su pervivencia como externos, como otredad radical.  La ética estructural del actual sistema mercantil es excluyente, por esta razón "Superar la exclusión, conquistar la equidad" es un estudio realizado con el propósito de proponer un sistema en el cual la economía esté sometida a las decisiones libres de hombres cuyo sentido de la solidaridad pueda surgir como emanación de su estructura y no como mandato moral. De esta manera, desde el interior de la estructura constitutiva de un barrio de Petare, el autor demuestra que el venezolano popular ha sido constituido mediante la relación convivial, experiencia ésta que lo diferencia del yo moderno puesto que ha contribuido a hacer de él no un individuo sino una relación acaeciente. La descripción que realiza de la lógica y mecanismo de convivencia propios de ciertos barrios de Petare le permiten afirmar que en el seno de la colectividad venezolana hay un tipo de hombre externo a la modernidad que no se concibe como individuo autónomo sino como relación convivial y que, por lo mismo, produce acciones relacionales y una forma de intercambio fuera del sistema-mercado. Semejante balance sirve para cuestionar la permanente orientación mercenaria de los Estados nacionales y para preguntar si la gobernabilidad no debería estar concebida sobre la diversidad de mundos-de-vida no excluyentes sino convivientes. 

         "Abrir, impensar, y redimensionar las ciencias sociales en América Latina y el Caribe" tiene más de informe burocrático y de extenuante enumeración de títulos y nombres que de texto resultado de una investigación con objetivos concretos; con todo, el autor sugiere avanzar en la reunificación organizativa de las ciencias sociales y en el papel central que estas deben asumir en el mundo del conocimiento.

         Aníbal Quijano, miembro del Centro de Investigaciones Sociales de Lima, es el autor de "Colonialidad del poder, eurocentrismo y América Latina", último de los textos que conforman esta excepcional compilación.  A su juicio, el descubrimiento de América fue decisivo en la constitución de un nuevo patrón de poder de vocación mundial basado en ciertos ejes fundamentales: a) la codificación de la diferencia en la idea de raza, hecho que llegó a naturalizar de tal manera las relaciones coloniales de dominación entre europeos y no europeos que llegó a convertirse en un instrumento de dominación social eficaz, perdurable y universal; b) el deliberado establecimiento y organización de todo un conjunto de formas históricas de control del trabajo (la esclavitud, la servidumbre, la pequeña producción mercantil, la reciprocidad y el salario), de sus recursos y de sus productos, según un patrón global articulado al capital y al mercado mundial; c) la colonización de las perspectivas cognitivas mediante la imposición del eurocentrismo, es decir, valiéndose de una perspectiva específica de conocimiento que se hace mundialmente hegemónica sobreponiéndose a toda otra forma de producción de  subjetividades, culturas y conocimientos;  y d) la imposición del dominio colonial sobre todas las regiones y poblaciones del planeta mediante la adjudicación de identidades geoculturales que garantizaran el control del tráfico comercial mundial. En este proyecto histórico, el Estado-nación fue la condición sine qua non para homogeneizar las formas básicas de existencia social de toda comunidad. Este hecho explica por qué en la mayor parte de los países iberoamericanos los grupos dominantes han tenido éxito en tratar de evitar la descolonización de la sociedad mientras peleaban por tener estados independientes, dando origen a sociedades conformadas por estados independientes y poblaciones colonizadas en todos los ámbitos de la existencia. La solución a este problema, advierte Quijano, no se logrará pretendiendo construir desde el estado la nueva sociedad porque esto supondría una  reconcentración burocrática del poder y, lógicamente, el total despotismo de quienes detenten las riendas del estado. La verdadera democratización de la sociedad solamente puede ser posible y exitosa mediante un proceso de democratización de la sociedad, es decir, cuando el control de los recursos y productos del trabajo, del sexo, la autoridad y la intersubjetividad (conocimiento y comunicación) sea devuelto a la vida cotidiana de toda la comunidad, no mientras se produzca una total reconcentración de poder, hecho, que en el mejor de los casos, puede ser descrito como un espejismo eurocéntrico acerca de las revoluciones socialistas.

         La representación cartográfica incluida en esta edición, titulada "SUR. 501 años cabeza abajo", ha sido elaborada por los miembros del "proyecto Sur" (probablemente con el propósito de ilustrar la manera como la colonialidad del saber ha permeado la totalidad de las esferas del conocimiento y de visiones del mundo, ofreciendo así un panorama bastante claro del camino y la ruta que hay por recorrer). Sin duda alguna, para la realización de esta representación descolonizada del orbe, los cartógrafos utilizaron como coordenadas las siguientes palabras de Eduardo Galeano:

 

Hasta el mapa miente. Aprendemos la geografía del mundo en un mapa que no muestra al mundo tal cual es,  sino tal como sus dueños mandan que sea. En el planisferio tradicional, el que se usa en las escuelas y en todas partes, el Ecuador no está en el centro, el norte ocupa dos tercios y el sur, uno. América Latina abarca en el mapamundi menos espacio que Europa y mucho menos que la suma de Estados Unidos y Canadá, cuando en realidad América Latina es dos veces más grande que Europa y bastante mayor que Estados Unidos y Canadá. El mapa, que nos achica, simboliza todo lo demás. Geografía robada, economía saqueada, historia falsificada, usurpación cotidiana de la realidad, el llamado Tercer Mundo, habitado por gente de tercera, abarca menos, come menos, recuerda menos, vive menos, dice menos.

 

         Como vemos, en la mayoría del conjunto de textos que conforman La colonialidad del saber: eurocentrismo y ciencias sociales. Perspectivas latinoamericanas puede observarse un objetivo común: acabar con uno de los signos más claros de la limitación conceptual de las ciencias sociales, es decir, con la persistente negación del vínculo existente entre modernidad y colonialismo. Los autores consiguen su meta colectiva al vincular los mecanismos disciplinarios  que buscaban crear el perfil del homo economicus en América Latina a la dinámica de la constitución del capitalismo como sistema-mundo, es decir, al mostrar el proyecto de la modernidad como el ejercicio de una "violencia epistémica". En consecuencia, su búsqueda de formas alternativas de conocimiento agrupa un conjunto de trabajos cuya principal cualidad reside en haberse constituido a partir de un episteme con el cual América Latina está ejerciendo su capacidad de ver y hacer desde una perspectiva Otra, "colocada al fin en el lugar de Nosotros", es decir, un episteme que cuestiona el carácter colonial o eurocéntrico de los saberes sociales sobre nuestro continente; en fin, una perspectiva alterna, concebida desde la particularidad latinoamericana y en la cual el reconocimiento del investigador social como sujeto de la alteridad juega un papel fundamental.