Investigar los principios generales de la lectoescritura

y sus ventajas frente a los métodos tradicionales (supuestamente conductistas) para enseñar a leer


Versión preliminar



Sonia Elisa Morett Álvarez



La adquisición del lenguaje (en sus diferentes expresiones) no es un asunto trivial o simplemente divertido, indagar sobre el lenguaje infantil es indagar sobre la concreción del pensamiento humano, es conocer cómo el individuo se apropia de la cultura en la que nace, cómo percibe su entorno, qué prácticas sociales construye, es conocernos como especie. Por lo tanto es un asunto que puede ser abordado desde la psic¡ología, la antropología, la sociología y la lingüística.


Debido a que “nuestra especie intuitivamente ha desarrollado la facultad de enseñar y de aprender”1, el diseño de políticas educativas vinculadas a la adquisición del lenguaje es un asunto de enorme responsabilidad. Los pedagogos o responsables de estas políticas deben conocer las investigaciones aportadas por los enfoques anteriores si quieren contribuir con su trabajo al buen desarrollo de este aprendizaje o, cuando menos, a no propiciar problemas educativos y sociales mayores.


En esta exposición se hablará sobre la adquisición de la lengua escrita en los niños y las políticas de alfabetización dentro del ámbito de la escuela para este grupo social, en concordancia con las características de nuestro trabajo grupal: la implementación de una herramienta computacional de apoyo al aprendizaje de la lengua escrita para niños escolares. Partimos del supuesto de que el objetivo universal de la enseñanza de las competencias lingüísticas de la lectura y la escritura es formar individuos alfabetizados; sin embargo, el concepto de alfabetización no es universal, sino que se ha modificado históricamente. Sobre esto señala la investigadora Emilia Ferreiro, “en una época podía ser saber firmar y el seguir instrucciones simples, hoy en día eso es impensable. Es a partir de las tecnologías de la comunicación y la información que los requerimientos de la alfabetización han subido exponencialmente.”2


La manera en que aprendemos a leer y a escribir será determinante para el desarrollo de las competencias lingüísticas en el ámbito de la lectura y la escritura que nos acompañarán el resto de la vida. Por esto, el asunto del diseño e implementación del método de aprendizaje adecuado a las necesidades de alfabetización vigentes para una sociedad es fundamental. Especialmente si se piensa en enderezar el rumbo de una escuela promotora del analfabetismo funcional como ha sucedido en América Latina, lo que también ha indicado Ferreiro.3


En Venezuela, el Currículo Básico Nacional de 1998 aborda el desarrollo de las habilidades lingüísticas del alumno de educación básica en torno a una denominada pedagogía integradora que parte de nociones constructivistas como la mediación de Vigotsky y el aprendizaje significativo de Ausbel, enmarcadas en la actividad conciente de la interacción social en la que fluye el lenguaje. La orientación de este currículo es claramente comunicativa: “los seres humanos existimos en el lenguaje y el desarrollo y crecimiento del individuo se realiza bajo el intercambio comunicativo.”4


El constructivismo es una corriente pedagógica con fundamentos psicológicos y sociológicos que, desde diferentes enfoques, destaca la individualidad del educando; así, las experiencias particulares resultan fundamentales para cualquier proceso de aprendizaje.


Desde una perspectiva psicogenética, Piaget planteó que el niño construye su propio conocimiento a partir de la información que le proporciona la interacción con el medio que lo rodea y que él asimila bajo su estructura cognoscitiva. El conocimiento, por lo tanto, no es nunca una copia del objeto de conocimiento.


La aplicación didáctica del constructivismo se fundamenta en tres principios básicos:


  1. Debe partir de los conocimientos previos que los alumnos poseen sobre el campo de conocimiento en cuestión; en este caso, la lectoescritura.

  2. Debe existir en los alumnos una motivación para que pueda surgir el aprendizaje significativo.

  3. Lo principal no son los contenidos curriculares sino la transmisión de un método de apropiación del saber: “aprender a aprender”.


Dentro de este enfoque, la acción pedagógica se entiende “como una forma particular de concebir la influencia del adulto en el proceso del niño (la mediación), que consiste en crear situaciones de aprendizaje siguiendo el modelo de desarrollo, es decir, que tomen en cuenta, por una parte, las posibilidades cognositivas del sujeto y, por la otra, que sean planteadas de tal modo que hagan posible que el niño utilice las mismas estrategias que emplea espontáneamente en el proceso de construcción del conocimiento”.5


Aquí las soluciones “correctas” son igual de válidas que las “incorrectas”, ya que en éstas se expresan aspectos necesarios para la construcción activa del aprendizaje. Gracias a estas respuestas incorrectas el docente puede valorar, por ejemplo, la asimilación de reglas gramaticales por parte del alumno.


Por el contrario, el conductismo fabrica una situación previendo que el niño responda de una sola manera, que debe coincidir con la previsión de quien diseñó la actividad. Bajo esta premisa conductista se basan los métodos fonéticos y silábicos para el aprendizaje de la lectura y la escritura.


Alfabetización


De la misma forma en que el lenguaje oral se aprende y se desarrolla con el tiempo, a través de la práctica comunicacional con los miembros de la misma comunidad lingüística y sin necesidad de una instrucción específica, la comprensión y la producción de la lengua escrita puede desarrollarse espontáneamente en el niño mediante el contacto y la interacción con personas que leen y escriben, empleando el material impreso que se encuentra en su entorno.


Para Ferreiro “la escritura está circulando alrededor de ellos (los niños) desde cuando nacieron, es muy difícil que no se hayan preguntado '¿qué diablos es esa cosa y para qué sirve?' “.6


“Según Ferreiro y Teberosky7 desde el momento en que los símbolos escritos que ve el niño a su alrededor le dicen algo, tienen algún significado, para él empieza un proceso de inferencia e hipótesis que lo acercan cada vez más a la comprensión de la naturaleza códigos alfabéticos”.8


También ha dicho la primera que “los niños que viven en un entorno de lengua escrita alfabética comienzan a hipotetizar desde temprana edad que existen relaciones entre la lengua oral y la lengua escrita y a especular acerca de la naturaleza silábica de la misma. Establecen relaciones entre ciertos aspectos de segmentación de la cadena hablada y ciertos segmentos del sistema de escritura, elaborando sus propias categorías, basadas en sus propios esquemas evolutivos a cerca de las unidades lingüísticas”.9


Simultáneamente se puede pedir al niño que se exprese por escrito, prática que tambiénse produce espontáneamente en contextos de prealfabetización, los niños preescolares dibujan muchas veces al mismo tiempo que emiten oralmente un discurso. Progresivamente el niño pasará de los garabatos a los caracteres hasta llegar a identificarlos con fonemas.


En las consideraciones anteriores se basan varios métodos de apoyo y reforzamiento al aprendizaje de la lectoescritura, que es como se conoce en conjunto los sistemas de lectura y escritura, y no un método en sí. Aquí el docente funge como un mediador que acompaña al niño en su proceso.


Estos métodos se valen de las conceptualizaciones previas a las prácticas escolares (pues los niños comienzan a tener una lectura expresiva y comprensiva mucho antes de saber cómo suena cada letra o qué dicen los caracteres cuando se unen en una secuencia determinada), por lo que no inhiben las prácticas espontáneas de los aprendices.


Por el contrario, los métodos fonéticos o silábicos parten de elementos básicos que son desconocidos para el niño, con la dificultad adicional de que se trata de conceptos abstractos que no redundan en un aprendizaje significativo.


Además, en los sistemas de enseñanza que se basan en la sílaba o el fonema subyace la idea de que la escritura es una mera transferencia de la lengua oral al canal escrito, lo cual es erróneo.10


Otra deficiencia de estos métodos de enseñanza es que ignoran y desaprovechan las experiencias previas del niño y sus motivaciones en torno a la lectura, por lo que de facto están tratando al educando como un receptáculo de información y no como un sujeto generador de conocimientos, lo que genera una vivencia traumática en los niños que identifican con la escuela, situación que se percibirá durante los siguientes años de la vida escolar, aunada al hecho de que al niño que aprende a reproducir fonemas o sílabas a partir de grafías le será mucho más difícil llegar a leer ideas que al niño cuyo proceso partió de una lectura interpretativa.








1Lucía Fraca, Pedagogía integradora en el aula..., p. 27

2Emilia Ferreiro, “Entrevista a Emilia Ferreiro” por Marcela Isaías en La capital, Rosario, Argentina, 19 de mayo de 2007.

3Ver: Ferreiro, Emilia: Los hijos del analfabetismo. Propuesta para la alfabetización escolar en América Latina

4Lucía Fraca, Op. Cit., p. 25

5Fidelina Contreras, La autobiografía: Una experiencia... Mérida, Universidad de los Andes, 1999. p. 18

6Emilia Ferreiro, “Entrevista a Emilia Ferreiro” por Marcela Isaías en La capital, Rosario, Argentina, 19 de mayo de 2007.

7Ferreiro Emilia y Ana Teberosky: Los sistemas de escritura en el desarrollo del niño. 1991

8Fidelina Contreras, Op. Cit. p.22

9Ídem, p.20

10Ver: Ferreiro, Emilia: Relaciones de (in)dependencia entre oralidad y escritura y Cassany, Daniel: Describir el escribir