E C O L O G Í A |
14 de mayo del 2003 |
Jacinto A. Dávila
Caparo es el nombre
de un río que nace en los Andes y discurre hacia los llanos. Es también el
nombre de una región del suroeste del estado Barinas que hace 40 años fue
declarada reserva forestal de la nación. El río sigue allí, con el mismo
cauce desde hace unos 5000 años (a pesar de una represa construida aguas
arriba), pero la reserva forestal que, oficialmente, albergaba un bosque
de 174.370 hectáreas, ha cambiado muchísimo. De ese bosque quedan apenas
unas 8.000 hectáreas, en un área experimental que está, oficialmente desde
1983, bajo la tutela de la Universidad de Los Andes. Es la reserva de la
ULA o, como dicen los lugareños, "es el Bosque de los Estudiantes".
La acción humana es la causa directa de la reducción del tamaño del bosque,
intacto por siglos, a un 4% de su área original en 40 años. Son humanos los
responsables de la tala sistemática de casi todo el bosque con fines de explotación,
primero forestal y luego agropecuaria. Todo esto casi siempre en el marco
de nuestra confusa legalidad o de algún subterfugio y como parte de algún
proyecto de desarrollo económico nacional.
Los productos de esa acción son, al parecer, fortunas grandes y pequeñas
para algunos pobladores de la región (aunque muchos no recibieron gran cosa)
y, con seguridad, la brusca desaparición de un reservorio de biodiversidad,
con consecuencias imprevisibles. Es muy difícil estimar tales consecuencias
pues el bosque albergaba, no sólo especies autóctonas en peligro, sino muy
probablemente especies y géneros completos aún por clasificar (como la microfauna
y flora sobre las hojas de los altos árboles).
Así que sabemos con certeza que la causa de la desaparición del bosque
es la actividad humana dirigiendo el cambio de uso de la tierra. De bosque
virgen se convirtió en reserva maderera y luego, casi sin que se ejerciera
ningún manejo para restaurar el bosque, se convirtió en espacio para la industria
agropecuaria.
Sabemos también que la reserva fue creada, fundamentalmente, para inducir
al manejo de los bosques para la explotación maderera, guiada, eso sí, por
la investigación agroforestal. Nunca se declaró como objetivo de la reserva
preservar la biodiversidad.
El objetivo principal de cada uno de los agentes de este sistema ha sido
siempre la acumulación de riqueza individual, como corresponde a un sistema
económico liberal. El estado ha intervenido para otorgar tierras, supuestamente
a los menos favorecidos, de manera que puedan insertarse en el sistema económico.
Pero una vez con la tierra, la misión de esas personas es progresar generando
y acumulando riqueza económica de cualquier forma (que permita la ley y las
instituciones que la representan).
Hasta allí no hay nada objetable en este sistema que no se pueda objetar
también en otros sistemas similares en casi todo el mundo. Sin embargo, a
ese objetivo se le pueden asociar, atendiendo a la idiosincrasia local, ciertas
estrategias básicas de acción individual:
· Si no tienes tierra, ni dinero, invade y trata de subsistir con lo que
puedas obtener de su condición primigenia. Un hombre solo, armado con una
motosierra, puede limpiar (talar y cultivar hasta el cansancio de la tierra)
un área de unas 20 hectáreas en 5 años.
· Extiende tu tierra cada vez que puedas. No importa lo que tengas que hacer.
Incluso te servirá negociar la tierra por tu afiliación política.
· Si logras acumular suficiente tierra, pero no puedes adquirir una hacienda
ganadera, vende tu tierra y vive de la ganancia, aunque sea por poco tiempo.
· Si logras acumular suficiente dinero, compra tierras y dedícalas a la productiva
explotación ganadera. Es el medio mas rentable y seguro de aprovechar esas
tierras, aunque no tenga mucho reparo por el ambiente natural. Ni tampoco
por el ambiente social, pues muchos perderán en la lucha por ganar el mercado
y por la acumulación de riqueza, como siempre ocurre.
El objetivo es la esencia del espíritu liberal. Las estrategias son derivaciones
particulares de un país sin gobierno, sin historia, sin amor propio o reparo
alguno por el bien común y expuesto sin más a la libertad económica capitalista.
Todo esto quizás sirva para explicar como es que para 1998 la reserva forestal
ya no tenía bosque, salvo por el pequeño "ombligo" administrado por la ULA.
La reserva se convirtió en otra de más de nuestras variantes semánticas:
"una reserva forestal sin bosque" (tan semánticamente desafiante como las
"colaboraciones obligatorias" que tenemos que dar en los hospitales para
ser atendidos o los "empleados públicos que sólo se sirven a sí mismos").
La misma Universidad se vio imbuida del espíritu del capital al hacerse
partícipe del negocio de venta de la madera a mediados de los años 1990.
Esa Universidad ignoró lo que ya para esa época era el llamado casi unánime
del mundo científico: debemos proteger la biodiversidad.
Incluso
protegerla por razones claramente liberales, es decir, antropocéntricas,
es decir, egoístas: Allí puede encontrarse la cura a muchos de los males
que nos aquejan y que nos aquejarán. Pero no, la Universidad vendió madera
y manchó así su moral para exigirle a otros que no lo hicieran. Y lo peor
es que ese negocio terminó siendo todavía más inmoral por los sucios manejos
de quienes lo armaron.
Con todo, la Universidad, biodiversa en
si misma y tan capaz de mejorar como de envilecerse, ha hecho un extraordinario
trabajo social en aquel territorio (extraordinario con respecto a su propio
trabajo en sus otras áreas de influencia). Como dice el jefe del campamento
base en Cachicamo: CAPARO es el gran pizarrón natural de la Facultad de Ciencias
Forestales y Ambientales de la ULA. Generaciones de Ingenieros Forestales
han realizado prácticas de campo (prácticas de bosque) en ese lugar. Los
profesores son capaces de guiarnos, en extraordinarios recorridos, por la
fisonomía y la historia del lugar y de todos sus habitantes, no sólo los
humanos desde luego. Muchos de esos profesores han tenido el extraño privilegio
de registrar sus trabajos de toda una vida, no sólo en publicaciones extranjeras
que apenas son leídas por un puñado de expertos, sino en el mismísimo bosque,
donde pueden ser leídas plenamente por los estudiantes.
Ha sido confiando en personas, no en políticas, ni en politiqueros, que
la ULA se ha ganado el respeto de los lugareños. Caparo es la ULA en Barinas
y todo parece indicar que aún una sociedad forjada y ocupada en la acumulación
de riquezas no va a cambiar su Universidad por un último chance de hacer
dinero. Y lo curioso es que ese respeto proviene también de los más humildes,
esos que menos oportunidad han tenido de saber que es una Universidad. Algunos
lo saben mejor que muchos citadinos.
Con lo dicho, uno puede imaginar las enormes presiones que tiene que estar
enfrentado la reserva forestal de Caparo en la actualidad. En este país cayeron
los velos que nos ocultaban la realidad de la explotación irracional, sin
mediación, sin reglas, de los recursos naturales. Ahora somos más los que
sabemos que esos recursos se acaban, que no alcanzan para que todos vivamos
con comodidades mínimas, mucho menos para que vivamos como en el primer mundo.
Ahora sabemos que, dejados a su suerte, las pingües ganancias económicas
de esas explotaciones se esfumarán, de una forma u otra. Ese parece ser el
débil fundamento de algunos movimientos colectivos para repensar el uso de
las tierras y los recursos naturales en Venezuela.
El gobierno de Chávez parece propiciar sistemáticamente el que cada quien
se procure su pedazo de tierra, incluso si se la tiene que arrebatar a quien
no la usa "productivamente". A principio de este gobierno, en 1999, se constituyeron
en Barinas las llamadas Unidades Territoriales de Base, UTBs, organizaciones
populares dirigidas al objetivo claro de siempre: la obtención de tierra
para los desheredados. El mecanismo es parecido a la famosa reforma agraria
que impulsaron los adecos, precisamente al poco tiempo de la declaración
de la reserva forestal. Las UTB son responsables, al parecer y por ahora,
de un único cambio radical en el uso oficial de la tierra: de forestal a
cualquier otra cosa, con la desaparición de las concesionarias madereras.
Las compañías concesionarias, a quienes se había confiado la explotación
maderera y el "manejo" del bosque, ya no existen. Quebraron o se retiraron,
alegando, principalmente, la enorme presión que ejercen los llamados invasores
o colonos de "sus" tierras. Pero el bosque no extrañará a las madereras que
nunca alcanzaron a cumplir con su misión de reforestar o que, quizás, simplemente
nos dieron otra lección de que el afán de explotación algunas veces no se
puede reconciliar con la naturaleza.
Hay evidencia de que muchos, pobres y ricos, educados y no educados, han
pensado que el Caparo de la ULA es el último bocado de un enorme festín y
que ellos podrían adueñarse de él.
Recientemente
han ocurrido invasiones, presumiblemente organizadas por UTBs, en el oeste
y sur de la unidad ULA. Y hay una agresión sistemática, que comenzó antes
del gobierno de Chávez y continúa implacable en el norte de la reserva ULA,
por parte de un nuevo terrateniente ligado a esos dos últimos gobiernos nacionales.
Es, como uno podría esperar, una situación muy compleja. La complejidad
se perfila en el discurso oficial que hace esfuerzos desesperados por escapar
a la ambigüedad, como ilustra este comunicado difundido en la Zona:
Republica Bolivariana.
Alcaldía del Municipio Andrés Eloy Blanco
El Cantón - Barinas.
Comunicado
La Alcaldía del Municipio Andrés Eloy Blanco, por medio del presente informa
a la colectividad que rechazamos de forma categórica las invasiones que puedan
presentarse en cualquier predio de nuestro municipio; particularmente en
las instalaciones de la ULA - Cachicamo y la reserva Forestal de Caparo;
en vista de su significado para el desarrollo de investigación científica-
forestal.
Así mismo comprendemos la necesidad de más espacio de tierra para la productividad,
lo cual enfocaremos o canalizaremos legalmente ante al ordenamiento territorial
que conlleva el recién creado Instituto de Tierras.
Atentamente
Lic. Zulay Martínez.
Alcaldía del Mcpio.
Andrés Eloy Blanco.
Sin Fecha.