LUIS  AUGUSTO  PEÑA

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   INVESTIGACIÓN

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En conversaciones con alumnos de Pregrado y Postgrado me hacen consultas sobre conocimientos teóricos básicos de metodología de la investigación, además de solicitarme algún material al respecto. Aun cuando no soy especialista en la materia, en mis lecturas de la Maestría he adquirido alguna bibliografía  sobre este tema. Por considerarlo un pequeño aporte en esta sección he venido publicando citas de libros o revistas sobre temas relacionados con la metodología de la investigación.

En esta ocasión publico un extracto sobre la Modernidad extraído del libro venezolano de la editora Episteme Consultores Asociados, cuyos autores son Ivan Hurtado León y Josefina Toro Garrido.

Sobre esta materia se ha escrito mucho. Cito a estos autores por que tratan el tema en una forma sucinta y esquemática  muy apropiado para aquellos que se inician en estas lecturas.

Posteriormente hablaremos sobre la Posmodernidad y otros temas.

LA MODERNIDAD

 

 

Según Berman (en Bravo,1994) fue Jean Jacques Rousseau el primero en usar el termino Modernidad en el sentido que se usará posteriormente, “es decir como una conciencia crítica que niega lo instituido para postular un nuevo orden de plenitud”, siendo de este modo, que lo moderno  se concibe como la creación de algo nuevo que se supone superior a lo existente. Por otro lado Haberlas, citando a Parsons, señala que “lo que hoy entendemos por sociedad moderna adquirió forma durante el siglo XVII en el rincón noroccidental del sistema europeo de sociedades: Gran Bretaña, Holanda y Francia (ibid)”.

 

Por nuestra parte seguiremos inicialmente la tesis de varios teóricos y estudiosos de la ciencia social (Weber, 1974; Foucoult,1976; López, 1995), para establecer las formas de conocer, la concepción de la ciencia y los métodos de investigación científica durante este orden civilizatorio que comenzó a configurarse con la Revolución Industrial a partir del siglo XVIII y que se conoce con el nombre de MODERNIDAD.

 

De acuerdo a estos autores, el orden civilizatorio MODERNO se organiza a imagen del militar, de una manera jerárquica y piramidal. En él cada persona se integra para poder cumplir con sus funciones (tareas) en una cadena de mando a la que debe obedecer, de tal modo que el sujeto sólo se constituye y se realiza en el logro de dichas tareas y en la obediencia a un superior inmediato. Esto lo hace un sujeto disciplinado (y por supuesto obediente) que alcanza la felicidad en el cumplimiento de sus funciones, es decir, en el ejercicio del deber. De allí, que la ética que va a surgir como característica de la modernidad, sea la ética de la obediencia.

 

Esas funciones que el individuo debe cumplir dentro de la organización son tareas especializadas, movimientos controlados que se desarrollan dentro de las coordenadas tiempo, espacio y masa, por lo tanto éstas se convierten en parámetros de lo verdadero y es así como los discursos, que se basan en ellas, se tornan en válidos y legítimos, comenzando por el de la física clásica newtoniana y continuando con los demás de las ciencias naturales, hasta llegar a las ciencias sociales cuando Augusto Comte llama a la sociología “Física Social”.

 

De este modo, todo discurso científico (o para ser considerado como tal) obedecerá a una racionalidad formal y deberá  ser representado en las magnitudes tiempo, espacio y masa a través del lenguaje numérico (Lopez,1995). Por ello el discurso matemático (y numérico) será el que de verosimilitud y validez a todos los discursos científicos y los métodos de la investigación propios de la modernidad sean básicamente de carácter cuantitativo, de allí la supremacía del método hipotético-deductivo. De esta manera se explica que las concepciones de conocimiento y ciencia imperantes se fundamenten en la observación y comprobación de lo real, es decir, de lo que existe dentro de las coordenadas de tiempo, espacio y masa.

 

A continuación explicaremos más detalladamente éstos y otros aspectos que constituyen las características de la Modernidad:

 

 

1.- Organizaciones piramidales: Como ya dijimos, todas las instituciones se organizan siguiendo el modelo militar, estableciéndose jerarquías y líneas verticales de mando. Dentro de ellas las personas no son más que piezas del engranaje de una máquina que deben cumplir con sus tareas para garantizar el buen funcionamiento de la organización.

 

2.- Coordenadas masa-espacio-tiempo: El pensamiento moderno se basa en los postulados de Newton y Descartes, que describen al mundo como regido por las mismas leyes, así, las que rigen los grandes cuerpos se aplican también “para cada partícula de materia, sea cual sea su clase y su tamaño. Estas partículas, pasivas e inmutables” cuya masa y forma son permanentes “atraen con una fuerza de gravedad que es directamente proporcional a sus masas e inversamente proporcional al cuadrado de la distancia que las separa” (Martínez, 1993).

El espacio newtoniano es tridimensional y es “absoluto, constante, siempre en estado de reposo. Igualmente el tiempo es absoluto, autónomo e independiente del mundo material, y se manifiesta como un flujo uniforme desde el pasado hacia el futuro” (Ibid).

 

 

3.- Ética de la obediencia: En instituciones como las descrita en la primera característica, el ser humano no tiene otra alternativa que la de obedecer al superior inmediato, por lo cual la obediencia será una de sus principales virtudes y la satisfacción del deber cumplido le permitirá sentirse realizado.

 

 

4,. Racionalidad instrumental-formal: Expresada en el pensamiento Cartesiano, se convirtió en la única forma posible de conocer. La racionalidad instrumental-formal (López, 1996) “hizo del discurso del método un discurso racional en la medida en que lo sometió a los imperativos formales o instrumentales: a la representatividad formal, al test de universalidad y a la funcionalidad discursiva. Convirtió a los enunciados en enunciados funcionales, en juicios sintéticos como diría Kant. Juicios éstos, que al tener estructuras funcionales, hacen del discurso del saber racional un discurso de naturaleza hipotética y de la realidad un tejido de variables”.

 

 

5.- Sujeto disciplinado: Aunque el sujeto moderno es el protagonista de la historia y se plantea utopías que quiere realizar, no puede alcanzarlas sino dentro de las organizaciones que funcionan como grandes mecanismo de relojería, él mismo es también una máquina que debe cumplir disciplinada y mecánicamente con sus tareas para así lograr las metas.

 

 

6.- Fundamentación en la historia, la ciencia, el progreso, las utopías: Son rasgos importantes en la modernidad “la instauración de La Historia como dirección y sentido de la acción social” (R. Lanz, 1994), la apoteosis de La Ciencia  como la salvadora del ser humano y la asunción del Progreso como la meta y la razón de ser del hombre (Ibid).

 

 

7.- Discurso cuantitativo, objetivo: El predominio de las nociones newtonianas de masa, espacio y tiempo reduce lo cognoscible a aquello que se encuentra dentro de esas coordenadas, sólo ello es lo real y puede ser conocido mediante un método científico basado en la cuantificación y en la verificación, necesarias para alcanzar un conocimiento objetivo.

 

8.- Unidad cultural e ideológica: La revolución industrial ha llevado a la globalización de la ideología y de la cultura. Las diferencias existentes no son otra cosa, como ya dijimos, que las distintas formas de desplegarse la episteme moderna. Dicha unificación se afianza en la idea de que tanto lo social como lo natural se rigen por leyes universales y de que ambas esferas de la vida pueden conocerse con un mismo método científico, que no tendrá otro fin que el descubrimiento de dichas leyes.

 

Conocidas las características de la modernidad, procederemos a presentar los paradigmas que en ella han surgido, refiriéndonos en particular al Positivismo, como el paradigma dominante de esta época, y al Materialismo Histórico-dialéctico por su innegable influencia e importancia, para luego tratar sobre las formas de conocer que obedecen a dichos paradigmas, pues el conocimiento es regido por ellos, como ya hemos dicho, y de esos modos de conocer surge la ciencia, no como una, única y universal, sino como una actividad propia de la formación económico-social en la que se desarrolla y, concebida y explicada por el paradigma dominante. Es por ello que no nos referiremos a las alternativas sistémicas, pues, a pesar de su utilización en ciertos círculos científicos, no consideramos que hayan alcanzado un grado de influencia suficiente como para ser consideradas hegemónicas.

 

 

Paradigmas de la Modernidad

 

Como ya dijimos, a los efectos del presente trabajo, entenderemos como alternativas teórico-epistemológicas o paradigmas en las Ciencias Sociales en la modernidad, en la posmodernidad o en cualquier época, a las “diferentes maneras de concebir y captar lo social” (Gutiérrez, 1984/94), o “al cuerpo de creencias, presupuestos, reglas y procedimientos que definen como hay que hacer ciencia” (Martínez, 1991), es decir a los modelos de acción para la búsqueda del conocimiento.

 

De acuerdo a esta perspectiva y establecidas las precisiones anteriores, realizaremos un primer reduccionismo arbitrario, pero didáctico, de los principales paradigmas o alternativas teórico-epistemológicas en Ciencias Sociales en la Modernidad. Podríamos hablar entonces, subrayando el enfoque didáctico que realizamos, de tres alternativas o sociologías fundamentales (Strimiska, 1979) que poseen estructuras coherentes de pensamiento. En primer lugar las analíticas (en las cuales vamos a ubicar a las posturas positivistas, neopositivistas, empíreo-criticistas, pragmáticas, etc.);  en segundo lugar las dialécticas (fundamentalmente el marxismo) y en tercer lugar las sistémicas (en las cuales se ubicarán el funcionalismo, el estructuralismo, el estructural-funcionalismo, la teoría de sistemas, etc.).

 

El siguiente esquema comparativo nos mostrará los principales elementos que componen la epistemología y la metodología de estas tres alternativas teórico-epistemológicas. Esta exposición resumida, como todo reduccionismo es arbitraria, sólo pretende resaltar, en una visión de conjunto con fines estrictamente explicativos, los más importantes elementos de sus discursos. Está estructurado por nosotros a partir de un esquema presentado en el año 1990 por las Profesoras Beatriz Mogollón y Rosalía Parra en su trabajo: “Proposiciones para orientar la configuración del marco teórico curricular del área de la Metodología de la Investigación en las Ciencias Sociales en el pregrado universitario”.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Ahora bien, a los efectos de presentar con más precisión las alternativas teórico-epistemológicas que han tenido mayor difusión y utilidad en la corta tradicionalidad de dos siglos de las ciencia sociales, realizaremos una segunda reducción didáctica, asumiendo los riesgos que tal reducción plantea por lo sucinta que pudiera llegar a ser, pero en el entendido de que al ser estas dos alternativas o paradigmas las que presentan con mayor amplitud  referencias sociales, nos permitirán una comprensión más amplia del tema que venimos tratando.

 

La primera alternativa que surge en el siglo XIX, del pensamiento COMTIANO y que podríamos denominar genéricamente POSITIVISMO, esta ubicada dentro de las alternativas analíticas y tiene como características generales el ser: 1.- Nomotética, de decir hallar las causas que explican los fenómenos, confrontar  teoría y praxis, detectar discrepancias y establecer conexiones generalizables entre variables. 2.- Propiciar la utilización de un método único de investigación: el método hipotético-deductivo como el método científico, y 3.- La neutralidad valorativa como criterio de objetividad.

 

La segunda alternativa, corresponde a las dialécticas, es la Histórico-dialéctica, parte: 1.-De lo ontológico: la realidad puede conocerse a través de los propios procesos del devenir histórico; 2.- De una concepción Histórico-dialéctica de la realidad. La realidad histórica se encuentra en constante transformación y es contradictoria en si misma. Es distinta a la mesurabilidad, se trabaja con dos categorías claras: totalidad y diricionalidad de cambio; 3.- Epistemológicamente, la praxis se convierte en criterio de verdad. Se traspasa el problema ontológico.

 

EL POSITIVISMO

 

El positivismo surge a fines del siglo XIX y comienzos del XX. Tiene dos fuentes primarias, por un lado, la concepción newtoniana del espacio, totalmente mecanicista y que fue aplicada por los empiristas ingleses a los animales y humanos y, por el otro, la idea de Descartes de que existe un “dualismo absoluto” entre la mente y la materia, “que condujo a la creencia según la cual el mundo material puede ser descrito objetivamente, sin referencia alguna al sujeto observador” (Martínez, 1994). Esto es lo que ha traído como consecuencia la idea central de que “fuera de nosotros existe una realidad totalmente hecha, acabada y plenamente externa y objetiva, y que nuestro aparato cognoscitivo es como un espejo que la refleja dentro de sí, o como una cámara fotográfica que copia pequeñas imágenes de esa realidad exterior. (Martínez, 1994).

 

Dicha realidad se refiere a todo lo que existe dentro de las coordenadas tiempo, espacio y masa. Es por eso que solo considera la posibilidad de estudiar científicamente los hechos, los fenómenos, el dato experimentable, lo observable, lo verificable.

 

La investigación científica parte, por lo tanto, de la observación de la frecuencia de las relaciones entre los hechos. El propio Augusto Comte afirma que la evolución del espíritu humano lo lleva a alcanzar una fase que el llama estado positivo o científico, en la que el espíritu intenta explicar los fenómenos relacionándolos con otros hechos y todo lo que no pueda reducirse a un hecho particular o una Ley general debe considerarse ininteligible. Es decir, solo los hechos son científicamente cognoscibles y todo lo está fuera del conocimiento científico se considera incognoscible. Esto origina dos consecuencias fundamentales, por una parte la deidificación o mitificación de la ciencia como el único conocimiento valedero y, por la otra, la consideración de la sensación o experiencia sensible  como base de todo proceso de conocer, por lo tanto, todo conocimiento descansa en la experiencia, es fenoménico y todos los fenómenos que pueden conocerse obedecen a las leyes naturales, las cuales son constantes y necesarias.

 

Es así como, al afirmar que la sociedad esta regida por leyes naturales, independientemente de la voluntad humana, no sólo toma una posición que es políticamente conservadora, pues, si las leyes sociales no pueden ser intervenidas ni cambiadas por los hombres, no hay posibilidad alguna de transformación o de revolución y sólo queda esperar a que la sociedad evolucione como lo hace la naturaleza, sino que esta afirmación tiene además una consecuencia metodológica, que es la transposición del método científico de las ciencias naturales a las ciencias sociales; por lo cual, el método hipotético deductivo, basado en la observación, la descripción y la explicación, y que reduce la realidad a sus aspectos cuantificables, se convirtió en “el científico”, al ser utilizado tanto en las ciencias naturales como en las ciencias sociales.

 

Según el Positivismo, al aplicar este método de investigación el científico debe “desprenderse de los prejuicios y las presuposiciones, separar los juicios de hecho de los juicios de valor, la ciencia de la ideología” (Lowy, 1974), en busca de una objetividad que sólo podrá lograrse mediante la verificación en la experiencia y en la observación, por lo tanto, para ser sometidos a este principio los hechos sociales deberán ser tratados como cosas, como asevera Durkheim en Las Reglas del Método Sociológico. (Lowy, op.cit.).

 

Contra esta posición surgen hoy por lo menos dos críticas contundentes, una proveniente desde hace algunos años del Materialismo Histórico y que se fundamente en las particularidades del objeto de estudio, afirmando que el científico social no puede mantenerse neutral ante un objeto del cual forma parte y en el que se desarrollan todo tipo de conflictos, no es lo mismo mantener la “neutralidad” ante las reacciones de determinadas reacciones químicas que ante asuntos como el sindicalismo o el racismo.

 

La otra crítica se refiere al principio de verificación, según el cual “una proposición o enunciado tiene sentido sólo si es verificable en la experiencia y la observación, de decir, si hay un conjunto de condiciones de observación relevantes para determinar su verdad o falsedad” (Martínez, 1994).

 

Los autores de la Psicología de la Gestalt, del estructuralismo francés y del enfoque sistémico objetan que este principio “es autocontradictorio, ya que él mismo es inverificable, y es de naturaleza metafísica o filosófica, es decir, que los positivistas filosofando pretenden condenar y renegar de la filosofía” (Martínez, op.cit.). Además, aún lo que es verificado puede ser sujeto a cuestionamiento por cuanto los mismos físicos aseguran desde hace 40 años que cuando se interviene una realidad para observarla o para experimentar con ella, necesariamente se produce una alteración de dicha realidad.

 

Por último destacamos una característica del positivismo, su concepción analítica, la cual es un aporte de la idea cartesiana de “fragmentar todo problema en tantos elementos simples y separados como sea posible”(op.cit).

 

 

EL MATERIALISMO HISTÓRICO-DIALECTICO

 

El materialismo histórico como paradigma de la modernidad se configura sobre la base de una crítica de carácter materialista a la filosofía de la historia, buscando suplantar las filosofías idealistas y positivistas existentes.

 

Carlos Marx es quien expone teóricamente en la primera edición de su libro “Contribución a la Crítica de la Economía Política”, los conceptos surgidos de la crítica a la filosofía de la historia de Hegel y del Antropologismo materialista de Feuerbach. Tales ideas, acerca de esta nueva interpretación científica de la historia, van a constituir “un cuerpo sintético conceptual de hipótesis de base” (Nuñez Tenorio, 1989) sobre relaciones, procesos y estructuras históricas-sociales concretas.

 

Para Marx, la complejidad de las relaciones, procesos y estructuras sociales, particularmente las relaciones económicas de la sociedad capitalista, no podían comprenderse con el mero análisis lógico-deductivo, ni mucho menos con las hipótesis empíricas, propias del neo-positivismo. Era necesario el surgimiento de una nueva teoría, una nueva ciencia y por consiguiente un nuevo método.

 

De este modo, del análisis de las estructuras histórico-sociales concretas, que son las estructuras contradictorias del capitalismo, orientado por el paradigma del materialismo histórico, surge una nueva ciencia “la economía política del capitalismo”, y un nuevo método, el método histórico-dialéctico, el cual busca profundizar la capacidad científica del hombre en el conocimiento de la realidad como historia. (Nuñez Tenorio, 1989).

 

 

Por ello, dice Kontantinov (1966), el materialismo histórico al concebirse como una teoría que señala el camino hacia el conocimiento de la historia de la sociedad como un proceso único regido por leyes, considerado en todas sus formas y en sus contradicciones, intenta llegar a ser la teoría social indicada para comprender el presente y prever el futuro.

 

Marx considera que son los modos como el hombre se organiza para producir, los que originan las demás cosas, es decir, las estructuras sociales, políticas, jurídicas, etc. De la sociedad, por lo tanto en este sentido expresa: “No es la conciencia de los hombres la que determina su existencia, sino que, por el contrario, su existencia social determina su conciencia”.

 

Es esclarecedor lo que expresa Rosental respecto a las condiciones objetivas que deben surgir de las necesidades de desarrollo de la vida material en las sociedades, para que el materialismo histórico, desplegando toda su potencialidad, oriente la comprensión del desarrollo social y sus leyes:

 

El materialismo histórico es hostil tanto al fatalismo como al voluntarismo. Los hombres mismos crean su historia pero no pueden hacerlo a su capricho, pues cada nueva generación actúa en determinadas condiciones objetivas creadas con anterioridad a ella. Estas condiciones y las leyes que rigen partiendo de ellas, ofrecen múltiples posibilidades y, por tanto, el discurrir real de la historia, depende de los hombres, de su actividad y su iniciativa, del grado de organización y cohesión de las fuerzas progresistas. (Rosental, 1980).

 

 

Hemos dicho en párrafos anteriores que el materialismo histórico, como paradigma, propone un nuevo método, el método dialéctico. Este método, que busca profundizar la capacidad científica del hombre en el conocimiento de la realidad como historia, se configura sobre un nuevo vértice, distinto a aquel del método científico tradicional en el cual convergían la racionalidad y la experimentación.

 

El nuevo vértice se va a configurar sobre la razón dialéctica (teoría social) en lugar de la razón lógico formal o analítica de la racionalidad matemática, y de la práctica, en lugar de la experimentación. Esta lucha de contrarios o dialéctica, es fundamental para el conocimiento científico-social.

 

Nuñez Tenorio (1989) al respecto expresa: “La verdad científica ya no es la verdad abstracto-analítica de la concordancia del pensamiento consigo mismo, ni tampoco la simple adecuación empírico-positivista del pensamiento con la cosa, sino la verdad dialéctica-histórica mediante la cual la teoría reproduce una determinada práctica”

 

De este modo se acentúan los postulados del propio Marx en una de sus obras mas relevantes “La Gruñidse” (1857/1952) cuando analiza la complejidad de las relaciones, procesos y estructuras sociales, particularmente aquellas que se realizan en la sociedad capitalista, y establece que éstas no podían desentrañarse con el mero análisis lógico-deductivo (propio del neo-positivismo) y menos aún con el uso de hipótesis empíricas.

 

Sin embargo el mismo Marx reconoce la existencia de una fase hipotético-deductiva en el método dialéctico histórico, que según el mismo sostiene, tipifica la importancia de la razón y del análisis, es decir de la abstracción científica, en la utilización del método.

 

Para algunos autores la existencia de esta fase hipotética-deductiva, evidencia y refuerza al positivismo como paradigma clásico de la modernidad, ya que la racionalidad de dicho paradigma es lógico-deductiva, no contradictoria y analítica, es decir, es la racionalidad propia de las matemáticas, precisamente el soporte del pensamiento positivo.

 

Ahora bien, para otros, la justificación de la inclusión de esta fase en el método histórico-dialéctico, está en que mientras este aspecto (el hipotético-deductivo) persigue una determinación cuantitativa y delimitada y elabora sus conceptos en forma abstracta y deductiva, el aspecto histórico-dialéctico da razón de la realidad forjando sus propias categorías a partir de la contradicción dialéctica que se produce precisamente, entre el pensamiento formal-experimental y el pensamiento dialéctico-concreto. Este no sólo excluye, sino que niega la razón analítica, y toma su fundamento y legitimación en la relación compleja real de la realidad histórica.

 

El materialismo histórico, como paradigma de la modernidad, buscó convertir en una ciencia el estudio de la sociedad al intentar poner de manifiesto las leyes objetivas que rigen su desarrollo; se opuso al idealismo por negar las leyes del desarrollo social, y se erigió como fundamento histórico-científico del  marxismo y su teoría del socialismo, queriendo transformarlo de utopía, en realidad.

 

Es necesario decir que no sólo son importantes los aportes de Marx y Engels en lo que respecta al materialismo histórico como teoría científica social, sino que son significativos y expresivos los estudios realizados, a partir de 1914 por Wladimir Ilich “Lenín”, León Trotsky, George Lukács y Rosa Luxemburgo, en el seno de la desaparecida Unión Soviética y fuera de ella.

 

En lo que respecta al pensamiento Marxista, actuando ya como doctrina económica sustentada en el materialismo histórico, además de los aportes hechos por los autores anteriormente señalados, son importantes los estudios realizados en épocas más recientes, por un grupo numeroso de intelectuales europeos entre quienes se destacan Louis Althouser, Antonio Gramsci y Maurice Godelier, entre otros.

 

 

EL CONOCIMIENTO EN LA MODERNIDAD

 

 

Al reseñar la evolución de las sociedades occidentales y los cambios que sufrieron las formas de conocer nos detuvimos en la etapa del mercantilismo y anunciamos la de la revolución industrial, mencionamos los cambios que en la primera de ellas ocurrieron pero no explicamos que estos cambios, por supuesto, se manifiestan en la forma de conocer en general, en la filosofía y en la ciencia.

 

Retomamos aquí este discurso para referirnos al desarrollo de los paradigmas en la etapa mercantil (Edad Moderna), ya que ellos constituyen el fundamento epistemológico de los paradigmas clásicos de la Modernidad: Positivismo y Materialismo-Dialéctico, a los cuales ya nos hemos referido.

 

En esa etapa, basada en el comercio, se abandona el método deductivo propio de la Edad Media, por otras concepciones más prácticas, así Bacon afirma que la verdad cambia con los tiempos, Descartes, que no hay que rendirse más que ante la evidencia, y Pascal propone introducir el experimento como criterio seguro en las ciencias (Ponce, 1977). Por supuesto, todos estos planteamientos tienen que enfrentarse con el viejo paradigma, en una fuerte lucha, que sufrieron por ejemplo, Galileo, Copérnico y el propio Descartes.

 

La revolución no sólo estuvo en la superación de la teoría geocéntrica en astronomía sino también en la concepción del tiempo, el cual no había sido importante para las clases poderosas de la antigüedad, que no trabajaban y en consecuencia disfrutaban de una gran cantidad de tiempo libre, ahora sin embargo, aparece como un factor importante que hay que economizar como cualquier otro bien, por lo cual comenzaron por eliminarse muchas festividades religiosas y posteriormente Franklin llega a  decir que “el tiempo es oro”. Así se irán presentando los cambios los cambios en la educación, cuando Locke cuestiona la enseñanza del latín por considerarla inútil y propone la de las cuentas pues son necesarias en los oficios y en el control de los propios gastos (algo que nunca había preocupado a los ricos).

 

En economía aparece el fisiocratismo, con su postulado de dejar hacer, dejar pasar, y en la ciencia el propio Locke hace una afirmación que marca todo el pensamiento de la nueva época al decir que el intelecto humano es un ente pasivo que refleja la realidad, si se parece a ella es conocimiento objetivo y  si no, es subjetivo, y es por eso que el conocimiento se ha definido como un proceso por medio del cual la realidad se refleja y reproduce en el pensamiento humano. Sin embargo, Leibnitz, muy pronto cuestionó esta idea de la pasividad de la mente diciendo que la mente humana es activa, Kant por su parte, es idealista y Bertrand Russel dice con Kant que la mente es la que construye todo lo que nos rodea (Martínez, 1994), en todo caso, el proceso del conocer estará centrado en el ser humano y no dependerá de dones divinos.

 

Es un proceso en el cual, como ya se ha dicho, la realidad se refleja y reproduce en la mente humana, pero condicionada por el contexto social y por la actividad práctica. Piaget añade que el conocimiento es producto e la interacción de los datos ofrecidos por el objeto, “que constituyen el marco lógico-matemático fuera del cual el sujeto no llega a asimilar nunca los objetos” (En Martínez, 1989).

 

Es  a esta racionalidad, expresada en los paradigmas clásicos y fundamentalmente en el positivista, a la que obedece el conocimiento en la Modernidad, la cual lleva a la cuantificación y además reduce lo cognoscible a aquello que se encuentra dentro de las coordenadas masa, espacio y tiempo, y, de acuerdo a este paradigma, se llega a la consideración del conocimiento científico como el más acabado y valedero producto del intelecto humano (deidificación de la ciencia). Este conocimiento presenta en consecuencia, las siguientes características (UNA, 1988):

 

Racionalidad formal: las organizaciones se convirtieron en estructuras cuya forma, relaciones, reglas y operaciones son objeto de estudio, así como las estructuras cognoscitivas y lógicas, con una relativa independencia del contenido concreto del pensamiento, porque, como ya se ha dicho, la racionalidad moderna obedece a las coordenadas físicas y actúa conforme a un plan que puede reducir todas las proposiciones a cálculo matemático.

 

Cuantificación: no adquiere performatividad sino mediante el procesamiento estadístico-matemático, por locuaz ha predominado en la investigación un método de carácter  cuantitativo como lo es el método hipotético-deductivo.

 

Objetividad: si la mente humana puede reproducir con exactitud los objetos del mundo exterior y esa es la finalidad de la ciencia, entonces el conocimiento científico necesariamente busca ser objetivo porque intenta representar los objetos tal cual son.

 

Sistematicidad: en un orden civilizatorio constituido por organizaciones donde las funciones de cada quien son controladas rigurosamente, los procedimientos para alcanzar el saber científico no podrían ser menos controlados y sistemáticos. Esta rigurosidad y sistematicidad pretender garantizar la objetividad del método y del científico, es decir, se considera que si se siguen estrictamente los pasos del método hipotético-deductivo los resultados de la investigación serán objetivos y confiables.

 

 

Generalidad, nomoteticismo: el conocimiento científico obedece también a la teoría de la representatividad, propia de la Modernidad, según la cual unos pocos, generalmente los lideres, pueden conjugar en sí las características de las mayorías y ser representativos de las mismas, por lo tanto, toda investigación se hará en base a unos pocos sujetos (muestra) y sus resultados deberán permitir formular leyes generales, de ser posibles universales, referidas a la mayor cantidad de sujetos.

 

Falibilidad: se acepta que la percepción sensorial no puede ser exacta sino que, por el contrario se verá afectada por diferentes factores como defectos sensoriales del ser humano, sus prejuicios y prenociones, toda la influencia del contexto y hasta fallas en la aplicación del método, de manera que, desde el principio el proceso del conocimiento puede tener errores, pero a la vez es un proceso autocorrectivo porque día a día la ciencia va generando nuevos conocimientos que corrigen y superan los errores cometidos.

 

Verificabilidad: esta es una de las características más particulares de la ciencia moderna, basada en el postulado de que todo conocimiento para ser considerado científico tiene que ser debidamente probado y comprobado y dicha comprobación tendrá como referente la realidad objetiva.

 

 

LA CIENCIA EN LA MODERNIDAD

 

La historia del conocimiento científico, podemos entenderla, inicialmente, como coincidente con la historia del pensamiento filosófico. La manera como este pensamiento se va configurando en el tiempo, con sus rupturas y evoluciones, determina la aparición de lo que hoy conocemos como ciencia.

 

La vieja concepción de ciencia, definida en principio etimológicamente de acuerdo a sus raíces griegas y latinas como conocimiento, comprensión, práctica, doctrina, erudición o como tener fe o estar informado, va progresivamente definiéndose dentro de marcos más precisos, va dejando estar referida a toda clase de saber o al saber universal escolástico, para ser un conjunto de conocimientos observables sobre una materia (Sierra Bravo, 1985).

 

Después del pensamiento escolástico desarrollado en la edad media, según el cual la filosofía y la teología eran la suma del saber, se va estructurando el pensamiento y el método científico, tal como predomina en la modernidad.

 

La ruptura con aquella manera de entender el desarrollo y evolución del pensamiento, y la aceptación de la sistematización de la observación, la teorización, la interpretación y el análisis, aunadas a la inteligencia, imaginación e intuición (Sierra Bravo, 1985) del investigador, permitieron avanzar grandemente al conocimiento científico.

 

Producida la evolución del pensamiento y desechados los viejos patrones escolásticos, como hemos dicho, eminentemente filosóficos y teológicos, el desarrollo del método científico permite la aparición de una mayor definición del concepto de ciencia tal como se va a entender en la modernidad, aún cuando el surgimiento de ideologías, de sistemas de pensamientos o de paradigmas busquen imprimirle sus propias interpretaciones o modos, más amplios o estrechos, para entenderla.

 

Ahora bien, esta breve introducción nos permite constatar que “la ciencia no es un fenómeno natural, sino un hecho histórico” (Moreno, 1993), cuya constitución y formas de verdad están supeditadas al orden civilizatorio en el cual se desarrolla, de decir que obedece al paradigma que la rige.

 

Hanafi (1991) reitera esta concepción al expresar “la ciencia y la tecnología no son disciplinas universales, son la materialización de todo un contexto histórico de las sociedades y cultura donde se originaron”.

 

Desde sus orígenes hasta la revolución industrial, la tarea fundamental de la ciencia era explicativa, ampliar la visión del mundo y de la naturaleza. Sólo con la gran producción a máquina se crearon las condiciones para transformar la ciencia en factor activo de la producción, planteándose la tarea de saber a fin de rehacer y transformar la naturaleza (Rosental, 1980).

 

La ciencia se introduce en todas las esferas de la vida, se hace necesaria en la producción material, en la economía, en la política, en la educación, por eso se desarrolla aceleradamente, adquiriendo una importancia tal, que se ha convertido en la única forma válida de conocer, y el discurso científico en uno de los de mayor valoración.

 

Contrariando toda lógica, se ha llegado a la deificación de la ciencia, al punto de cuestionar todo aquello que no sea “científico”, es decir, que no se ajuste a los parámetros de verdad establecidos, a tal punto que Anthony Standen (1993), en su libro “La Ciencia es una Vaca Sagrada”, afirmó: “cuando un científico de bata blanca (…) se pronuncia de cara al público, puede que no le entiendan, pero, eso sí, le creerán”- Los científicos han sido exaltados al lugar más alto del prestigio popular “porque tienen el monopolio de una fórmula –se ha demostrado científicamente- que una vez expresada, excluye toda posibilidad de desacuerdo”.

 

Pero, ¿qué es la ciencia?. Edgar Morín dice que esta pregunta es la única que no tiene respuesta científica (Moreno, 1993).

 

La idea de ciencia que ha imperado en la modernidad, de decir la que se presenta como producto de este orden civilizatorio, y que se constituye precisamente como postulado fundamental sostenido por el paradigma clásico positivista, bajo el cual hemos nacido, vivido y por lo tanto conocido, es que la actividad científica es un conjunto de tareas especializadas, orientadas sistemáticamente hacia un fin que es el conocimiento del mundo real (enmarcado por las coordenadas tiempo, espacio y masa) con el propósito de explicar objetivamente los fenómenos que en él se presentan, para luego formular leyes, es decir, llegar a lo universal.

 

Garcia Bacca (1985) por su parte, define la ciencia como “un ideal: el ideal del conocimiento teórico, técnico, ontológico, fenomenológico, objetivo y sistemático”. Este ideal se ha construido sobre el supuesto de que entre la realidad exterior y nuestro intelecto se da, más que una correspondencia, una equivalencia adecuada que permite atribuirle objetividad a nuestro conocimiento.

 

Desde el Materialismo Histórico, otro paradigma de la modernidad, se afirma que la ciencia es una consecuencia de la división social del trabajo, al convertirse la actividad cognoscitiva en una clase peculiar de ocupación de un grupo de personas, al principio poco numeroso.

 

Según dicha concepción, esta actividad está destinada a:

 

Crear nuevos conocimientos de la naturaleza de la sociedad y del pensamiento y comprende todas las condiciones o elementos para esta creación: científicos con sus conocimientos y capacidades, calificación y experiencia, con la división y cooperación del trabajo científico; instituciones científicas; instalaciones experimentales y de laboratorios; métodos de trabajo y de investigación científica y toda la suma de conocimientos disponibles que actúan bien como premisas, bien como medios, bien como resultado de la creación científica. Estos resultados pueden actuar también como una de las formas de la consciencia social. (Rosental, 1980)

 

Con esto queremos dejar claro que comúnmente utilizamos una concepción de ciencia que está determinada por los paradigmas hegemónicos y clásicos que se han mantenido vigentes, en casi todas las actividades sociales y humanas, en los últimos siglos.

 

 

LA MODALIDAD CUANTITATIVA DE INVESTIGACIÓN

 

Esta concepción de la ciencia que ha venido imperando se despliega en el uso predominante de lo que se ha dado en llamar las metodologías cuantitativas que constituyen la modalidad cuantitativa de investigación, que no es otra cosa que la forma como se lleva a la práctica el método hipotético-deductivo.

 

Sin embargo, la realidad actual reclama nuevos estilos y elementos de análisis para la investigación social, ya que el paradigma tradicional centrado en el positivismo, “ha alcanzado los límites de su utilidad en la gran mayoría de las áreas del saber, y se impone la necesidad de hallar otro” (Sonnntang y otros, 1989).

 

Es así como los nuevos paradigmas, basados en una racionalidad dialógica, traen consigo el uso de nuevos métodos de investigación que, por sus características han venido a constiruirse en la llamada modalidad cualitativa.

 

Al tratar de deslindar los campos de actuación de estas metodologías surgen, sin duda, inconvenientes y controversias de innegable profundidad. Al respecto nos dicen Freddy González y Magin Rodríguez (1991), lo siguiente:

 

Desde el punto de vista metodológico se suele denominar cuantitativa a la investigación que, predominantemente, tiende a usar instrumentos de medición y comparación que proporcionan datos cuyo estudio requiere el uso de modelos matemáticos y de la estadística. Por contraste se denomina cualitativas a las investigaciones que usan herramientas de obtención  y manejo de información que no parten de la necesidad de utilizar estadísticas o matemáticas para llegar a conclusiones.

 

Para clarificar los conceptos expuestos presentamos a continuación algunas características de la modalidad cuantitativa:

 

1.- Surge en el siglo XVIII y XIX en el proceso de consolidación del capitalismo y en el seno de la sociedad burguesa occidental con la finalidad de analizar los conflictos sociales y el hecho económico como universo complejo. Inspirada en las ciencias naturales y éstas en la física newtoniana a partir de los conocimientos de Galileo. Con Claude Saint Simón y Augusto Comte surge la sociología como ciencia.

 

2.- Su racionalidad está fundamentada en el cientificismo y el racionalismo, como posturas epistemológicas institucionalistas. Profundo apego a la tradicionalidad de la ciencia y utilización de la neutralidad valorativa como criterio de objetividad, por lo que el conocimiento está fundamentado en los hechos, prestando poca atención a la subjetividad de los individuos. Su representación de la realidad es parcial y atomizada. El experto se convierte en una autoridad de verdad.

 

3.- La objetividad como única forma de alcanzar un conocimiento que sea intacable, por lo que utiliza la medición exhaustiva y controlada, intentando buscar la certeza del mismo. El conocimiento científico es considerado sinónimo de descubrimiento de las relaciones causales que existen y que configuran una realidad dada.

 

4.- El objeto de estudio es el elemento singular empírico. Sostiene que existe relación de independencia entre sujeto y objeto, ya que el investigador tiene una perspectiva “desde afuera”. Define de antemano el objeto de investigación y procede a su construcción en forma teórica y no metodológica. Mantiene una dualidad sujeto-objeto y la objetividad es un valor investigativo.

 

5.- La teoría es elemento fundamental de la investigación social, le aporta su origen (porque es fuente de nuevos problemas e hipótesis), su marco (porque proporciona el sistema conceptual que se aplica a la observación, clasificación y sistematización de los datos de la realidad) y su fin (porque la investigación debe desembocar cada vez en teorías más perfectas).

 

6.- Comprensión explicativa y predictiva de la realidad bajo una concepción objetiva, unitaria, estática, reduccionista. Asume que la realidad es empresa, establecimiento, explotación o faena, y la aborda con un método confiable, mensurable, comprobable. Se parte de un concepto de la realidad establecido a priori. Las teorías científicas explican la realidad social.

 

7.- Concepción lineal, finalista de la investigación, parte de un principio y termina en un fin. Utiliza una estrategia deductiva. El objetivo es explicar los fenómenos mediante el establecimiento de sus relaciones causales y lograr la verificación o comprobación de la teoría pre-establecida. El escenario investigativo es fundamentalmente artificial. El propósito o finalidad: Nomotética, es decir la formulación de leyes generales, que sirvan para explicar fenómenos similares.

 

8.- Utilización de un método único: hipotético-deductivo con su racionalidad analítica, deductiva, no contradictoria. Se basa en muestras grandes  y representativas de sujetos. La razón lógica del método es la razón analítica, la razón que sirvió de fundamento a la Geometría Euclidiana. Esta razón lógico-deductiva-analítica es propia de las matemáticas.

 

9.- Los conceptos o palabras claves que dan orientación y sentido a su acción son: confiabilidad, credibilidad, validez, objetividad, hipótesis, variables y generalización.

 

10.- En conclusión la modalidad cuantitativa de investigación es positiva; hipotética-deductiva; particularista; objetiva; orientada a resultados; propia de las ciencias naturales; utiliza métodos y técnicas confiables, mensurables, comprobables; privilegio de la matemática y de la estadística; formaliza hipótesis en fases operativas; la teoría que le sirve de base termina operacionalizada a través de procedimientos estandarizados; lo empírico de privilegia por encima de lo teórico; las metodologías cuantitativas han marchado parejas con las sociologías empíricas cuyo problema han sido variables e indicadores, la representatividad terminó siendo un problema matemático.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

PARADIGMAS

 

 

ANALITICO

 

DIALECTICO

 

SISTEMICO

 

E

P

I

S

T

E

M

L

O

G

Í

A

Surge como adversión a la metafísica. Postura de racionalismo analítico para conocer la realidad: la razón como única autoridad. Una realidad es resulta en partes, a partir de las cuales puede ser unida o reconstruida. La fundamen-tación del conocimiento son los hechos. La experiencia es entonces, la fuente de todo conocimiento, por lo tanto existen verdades observables. Buscan encontrar las causas que explican los fenómenos, confrontar teorías y praxis, detectar discrepancias y establecer conexiones generalizables entre varia-bles. La neutralidad valorativa como criterio fundamental en la búsqueda de la objetividad.

Percepción dialéctica de la realidad donde la contradicción es un principio heurístico de lo real. Lo real es una complejísima trama de tensiones dialécticas. Utilización de la razón dialéctica para conocer la realidad. El conocimiento contiene intrínsicamente la dialéctica de la relación del pensar con el ser (exterioridad o interioridad); es un producto que no se extingue con el acto de conocer (es históricamente continuo) es producto y proceso.

Se fundamente en una teoría epistemológica de la estructura bajo una concepción gestálica, La realidad vista bajo una concepción sistémica en donde la integración de los elementos  cumple funciones y configura estructuras. El conocimiento implica una interacción entre el conocer y el objeto conocido donde actúan factores gené-ricos, biológicos, psicológicos y culturales, influyendo todos en la conceptualización y catego-rización que se haga del objeto. Es necesario conocer el contenido y significado de lo conocido.

 

 

M

E

T

O

D

O

L

O

G

Í

A

Propician la utilización de un método único de investigación: “el método científico”, en la práctica resulta ser el método hipotético-deductivo. Concibe los fenómenos sociales como sujetos a leyes naturales que hacen posible la previsión de los mismos. Se reconoce la realidad objetiva de los hechos sociales.

Método histórico-dialéctico para el conocimiento de la realidad como historia. Este método posee una fase hipotético-educativa que tipifica la importancia de la razón, del análisis, es decir de la abstracción científica en el proceso del conocimiento. El método histórico-dialéctico no excluye, sino que niega la razón analítica, por considerarla parcial. Los principios de la razón dialéctica son los de la diferencia y de la contradicción constante del pensamiento.

Métodos estructurales, comprensivos y orientados al descubrimiento de las estructuras o sistemas dinámicos que dan razón de los efectos observados. Búsqueda de la significación de la función que los anima.