En el hueco dejado por el incompleto HURD de la Free Software Foundation se había situado un estudiante de la Universidad de Helsinki llamado Linus Torvalds. El cual, en 1991 empezó a desarrollar un kernel UNIX libre para las máquinas con procesadores Intel 386 utilizando el toolkit de la Free Software Foundation. Su rápido éxito inicial atrajo a muchos hackers de Internet a ayudarle a desarrollar Linux, un UNIX completamente funcional con el código fuente completamente libre y redistribuible.
Linux no carecía de competidores. En 1991, contemporáneamente a los experimentos iniciales de Linus Torvalds, William y Lyanne Jolitz estaban portando experimentalmente el código fuente de UNIX BSD al 386. La mayor parte de los observadores comparando la tecnología BSD con los duros esfuerzos iniciales de Linus esperaban que los ports de BSD se convirtieran en los UNIX libres más importantes en los PC.
La característica más importante de Linux, sin embargo, no era técnica sino sociológica. Hasta el desarrollo de Linux, todo el mundo había pensado que cualquier software tan complejo como un sistema operativo debía ser desarrollado de una manera cuidadosamente coordinada por un grupo de gente relativamente pequeño y fuertemente unido. Este modelo fue y es tópico del software comercial y de las grandes catedrales del software libre construidas por la Free Software Foundation a principios de los años 80, así como de los proyectos freeBSD/netBSD/OpenBSD que aparecieron a partir del port original de 386BSD de los Jolitz.
Linux evolucionó de una forma completamente distinta. Desde prácticamente su inicio, fue hackeado de forma prácticamente espontánea por un enorme número de voluntarios coordinados únicamente a través de Internet. La calidad fue mantenida no por rígidas normas o autocracia sino por la simple y llana estrategia de publicar versiones todas las semanas y recibir las sugerencias de cientos de usuarios en esos días, creando una especie de selección darwiniana en las mutaciones introducidas por los desarrolladores. Para la sorpresa de la mayor parte de ellos, esto funcionó bastante bien.
A finales de 1993, Linux podía competir en estabilidad y fiabilidad con muchos UNIX comerciales, y daba soporte a mucho más software. Este fue incluso el principio para el porting de aplicaciones software comerciales. Uno de los efectos indirectos de este desarrollo fue la desaparición de la mayor parte de los vendedores de UNIX pequeños - sin desarroladores o hackers a los que venderse, finalmente se doblegraron. Uno de los pocos supervivientes, BSDI (Berkeley Systems Desing Incorporated), floreció ofreciendo todas las fuentes con su UNIX basado en BSD y cultivando estrechas relaciones con la comunidad hacker.
Estos desarrollos no resaltaron mucho en aquella época incluso dentro de la cultura hacker, y por supuesto tampoco fuera de ella. La cultura hacker, desafiando repetidas veces las predicciones de su ocaso, estaba empezando a cambiar el mundo del software comercial a su propia imagen. Llevaría unos cinco años más, sin embargo, antes de que este punto fuese obvio.