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LAS
VANGUARDIAS ARTÍSTICAS DEL SIGLO XX (1959) MARIO
DE MICHELI. RUPTURA
DE LA UNIDAD DEL SIGLO XIX El
arte moderno no
nació por evolución del arte del siglo XIX. Por el
contrario, nació de una
ruptura con los valores decimonónicos (la ruptura
de la unidad espiritual y cultural de este
siglo). (,,,) El siglo XIX europeo conoció
una tendencia revolucionaria de fondo, en
torno al cual se
organizaron el pensamiento filosófico, el político y el
literario, la
producción artística y la acción de los
intelectuales. Ello sucedió
particularmente en los tres decenios precedentes al año de las
revoluciones,
1948. LA
ACCIÓN POR LA
LIBERTAD ES UNO DE LOS EJES DE LA CONCEPCIÓN REVOLUCIONARIS DEL
SIGLO XIX. (14) A
DIFERENCIA DEL
IDEALISMO ESTÉTICO KANTIANO, EL IDEALISMO OBJETIVO DE HEGEL
REINTEGRABA A LA
ACTIVIDAD ESTÉTICA UN ESPECÍFICO CONTENIOD
HISTÓRICO. LA CONJUNCIÓN REALISTA ES
NATURAL QUE EN
UN PERÍODO COMO ÉSTE (A PARTIR DE 1948), DE
COMBUSTIÓN REVOLUCIONARIA, LA REALIDAD FUESE EL
PROBLEMA CENTRAL EN
LA PRODUCCIÓN ESTÉTICA, DESDE LA POESÍA A LAS
ARTES FIGURATIVAS. (17) La
realidad
histórica se hace así contenido de la
obra a través de la fuerza creadora del artista, el cual, en vez
de traicionar
sus características, ponía en evidencia sus valores. En
otras palabras, la
realidad-contenido, al actuar con su prepotente empuje dentro del
artista,
determinaba también la fisonomía de la obra y su forma.
(17) El hombre, al margen de las
exaltaciones místicas y de las abstracciones académicas,
(…) se convertía en el
centro de la nueva estética. Nacía el socialismo
científico, el espíritu de
la ciencia se difundía por
todas las disciplinas, los progresos de la técnica deban una
nueva impronta a
la vida y la exigencia de una visión fuerte y veraz se
imponía en todos los
campos. El realismo tenía, pues, su origen en esta apretada
confluencia de
circunstancias históricas, y para los realistas el hombre era el
eje en torno
al cual todas las circunstancias históricas se reagrupaban. Por
tanto, regla
fundamental del realismo era el vínculo directo con todos los
aspectos de la
vida, incluidos los aspectos más inmediatos y cotidianos: fuera
la mitología,
fuera el cuadro de revocación histórica, fuera la belleza
convencional de los
cánones clásicos. (20) …un
arte vivamente
enraizado en los problemas, en la vida y en las preocupaciones por la
historia
en marcha. …el
gran mérito del
impresionismo: haber situado al artista en contacto directo con la
realidad y
haber liberado de todo residuo académico la potencia del color,
favoreciendo
así una profunda renovación del lenguaje figurativo. (32) CRISIS DE LA UNIDAD Y DECADENTISMO VAN
GOGH NO ES EL
ÚNICO DE LOS ARTISTAS QUE SE DA CUENTA DE LA CRISIS DE LA UNIDAD
ESPIRITUAL DEL
SIGLO XIX EN SUS POSTRIMERÍAS. Los
otros: James
Ensor, Edvard Munich. El
arte oficial,
pues, aun manteniendo a menudo una apariencia realista, no podía
ser más que
antirrealista o pseudorrealista, en cuanto que su función ya no
era la
expresión de la verdad, sino el ocultamiento de la misma. El
arte oficial sólo
tenía una función apologética y celebrativa;
cubría con un velo de agradable
hipocresía las cosas desagradables y tendía a dilatar la
ilusión de pasadas
virtudes cuando ya había sido sustituidas por vicios profundos.
(49) Dice
Baudelaire:
“POR LO QUE A MÍ SE REFIERE NUNCA
SERÍA
AMIGO DE UN HOMBRE QUE HUBIERA GANADO UN PREMIO A LA VIRTUD;
TENDRÍA MIEDO DE
ENCONTRAR EN ÉL UN TIRANO
IMPLACABLE”
(50) LA
POÉTICA DE LA
ACCIÓN SE TRANSFORMARÁ CON BASTANTE FRECUENCIA EN PRÁCTICA DE LA EVASIÓN. (51) EL DECADENTISMO: ACTITUD DE
AQUIESCENCIA Y EXTENUACIÓN ESPIRITUAL. LLEVA HASTA LAS
ÚLTIMAS CONSECUENCIAS EL
ESPÍRITU ANTI-ILUSTRACIÓN DE GRAN PARTE DEL ROMANTICISMO.
EL GUSTO POR UNA
CIVILIZACIÓN DESAPARECIDA O QUE ESTÁ A PUNTO DE
DESAPARECER. EL GOZO MACABRO
POR LO QUE REVELA EN SÍ LOS SIGNOS FATALES DE LA MUERTE. Espiritualismo,
misticismo erótico, simbolismo, crueldad y rechazo
romántico de la chata
“normalidad” burguesa. Un mundo de flores venenosas, de lívidos
mohos, de maniquíes
de cera, de espectros sulfúricos, de mitos orientales, de
pálidos, ambiguos y
extenuados amantes. LAS VANGUARDIAS LAS VANGUARDIAS: VIVO SENTIDO DE
LA RUPTURA HISTÓRICA E INSURGENCIA. REPULSIÓN ACTIVA,
RADICAL. DE LOS SÍNTOMAS
AISLADOS DE LA REBELIÓN SE PASABA ASÍ, AL SEGUNDO TIEMPO,
ES DECIR, A LA
ORGANIZACIÓN DE LOS MOVIMIENTOS DE LA REBELIÓN. (56) UNO
DE LOS PUNTOS
DE PARTIDA DE LA POÉTICA DEL
EXPRESIONISMO: El
no poder sufrir
una ley ni una disciplina y obedecer, en
cambio, a las presiones emotivas del propio ser. (94) KANDINSKI:
“La obra
de arte se convierte en un mundo en sí mismo, en un universo
autónomo con leyes
propias: ya no es equivalente de un contenido preexistente, sino que
ella misma
es un contenido nuevo y original, una forma nueva del ser, la cual
actúa en
nosotros a través de la vista, suscitando en nuestra
interioridad vastas y
profundas “resonancias” espirituales. (107) PARA LOS DADAÍSTAS: La impaciencia de
vivir
era grande. La rebelión asumía modos en lo que lo
grotesco y lo absurdo
superaban largamente a los valores estéticos. (152) Dada
está contra la
belleza eterna, contra la eternidad de los principios, contra las leyes
de la
lógica, contra la inmovilidad del pensamiento, contra la pureza
de los
conceptos abstractos y contra lo universal en general. Propugna,
en
cambio, la desenfrenada libertad del individuo, la espontaneidad, lo
inmediato,
actual y aleatorio, la crónica contra la intemporalidad, la
contradicción, el
no donde los demás dicen sí y el sí donde los
demás dicen no; defiende la
anarquía contra el orden y la imperfección contra la
perfección. (155) DADA
ES UN
VERDADERO “GESTO”. Una
de las
características de Dada había sido, precisamente, el
querer romper la barrera
de los géneros literarios y artísticos: el
cuadro-manifiesto-fotografía era
exactamente un resultado obtenido en el sentido de esta
búsqueda… (165) EL
SURREALISMO Lo
que Dada no
había podido hacer por su misma naturaleza lo intentó
hacer el surrealismo.
Dada hallaba su libertad en la práctica constante de la
negación; el
surrealismo intenta dar a esta libertad el fundamento de una
“doctrina”. (…) El
surrealismo se presenta con la propuesta de solución que
garantice al hombre
una libertad positivamente realizable. Al rechazo total,
espontáneo y primitivo
de Dada, el surrealismo opone la búsqueda experimental y
científica, apoyándose
en la filosofía y en la psicología. Dicho de otro modo,
opone al anarquismo
puro un sistema de conocimiento. (174) La
consciencia de
esta fractura en el surrealismo fue, desde el comienzo,
agudísima: fractura
entre arte y sociedad, entre mundo exterior y mundo interior, entre
fantasía y
realidad. Por este motivo, todo el esfuerzo de los surrealistas
tendió a
encontrar una mediación entre estas dos orillas, un punto de
coincidencia que
permitiera poner remedio a las laceraciones de la crisis. SURREALISMO
ES
AUTOMATISMO PSÍQUICO PURO, POR CUYO MEDIO SE INTENTA EXPRESAR,
VERBALMENTE, POR
ESCRITO O DE CUALQUIER OTRO MODO, EL FUNCIONAMIENTO REAL DEL
PENSAMIENTO. ES UN
DICTADO DEL PENSAMIENTO, SIN LA INTERVENCIÓN REGULADORA DE LA
RAZÓN, AJENO A
TODA PREOCUPACIÓN ESTÉTICA O MORAL. (179) Como
en la poesía,
también en el ámbito de la figuración la base de
la operación creativa
surrealista es la imagen. Pero no se
trata de la imagen tradicional, que toma como punto de partida la similitud. Podemos decir que la
imagen surrealista es lo contrario, ya que apunta resueltamente a la disimilitud. Es decir, que no
aproxima dos hechos o dos realidades que en alguna manera se asemejan,
sino dos
realidades lo más lejanas posible la una de la otra. Por
ello, el
artista surrealista, al dar vida a la imagen, viola las leyes del orden
natural
y social. Pero ésta es, precisamente, su finalidad, ya que, al
acercar
repentinamente y por sorpresa dos
términos
de la realidad que parecen inconciliables, y al negar así su
disimilitud,
provoca en quien observa el resultado de tal operación un
“shock” violentísimo
que pone en marcha su imaginación por los insólitos
senderos de la alucinación
y del sueño. (183) LA
IMAGEN
SURREALISTA ES, PUES, UN ATENTADO AL PRINCIPIO DE IDENTIDAD. ------------------------------------------------- EDUARDO SUBIRATS. EL
FINAL DE LAS VANGUARDIAS. Barcelona.
Anthropos, 1989. (Recoge
un ensayo
publicado en Sao Paulo publicado en 1988, bajo el título: “Das
vanguardias ao
pós-moderno”. A éste ha sido añadida:”Cinco tesis
sobre las vanguardias”) La muerte del arte es la
condición negativa
de la afirmación de una nueva junción del arte. Y la
visión crítica o nihilista del presente se
convirtió en la legitimación
histórica y cultural de la nueva estética de la
abstracción, que, por lo
pronto, adquirió su primera expresión en la voluntad
de un nuevo estilo.(16) La ruptura que
señaló el nacimiento de las
vanguardias no fue simplemente un rechazo del academicismo y de sus
propuestas
formales, sino que se originaba de un sentimiento de decadencia, muchas
veces
derivado hacia visiones apocalípticas, y de la desesperada
exigencia subjetiva
de forjar una salida histórica, que necesariamente
entrañaba una
transformación profunda de la cultura. Nadie como Mondrian
formuló con tanta
claridad la unidad interior entre la nueva forma plástica y una
nueva realidad
humana_y_cultural. Fue exactamente esta
unidad la que le llevó a anunciar programáticamente el
ideario abstracto del
neoplasticismo como un nuevo realismo plástico. El
ideal de ruptura que asumieron los pioneros del arte moderno, desde
Gauguin
hasta Schoenberg, no es, estrictamente hablando, formal, aunque
sólo se exprese
artísticamente a través de las nuevas concepciones
de armonía colorista y
tonal, la composición del espacio o de la forma. Comprende
al mismo tiempo
los signos apocalípticos de un nihilismo histórico,
acompañados de una voluntad
mesiánica, la enfática búsqueda de un principio
originario del arte y la
cultura y la reivindicación de una dimensión cosmogónica
de la creación
plástica, es decir, la reivindicación de su papel
configurador de la cultura.
La ruptura que define el arte moderno comprende antes que nada un
cambio
histórico, en gran medida idealista e idealizado, en que los
signos de; la
desesperación se abren en los signos de una
renovación cultural. (18) El
concepto de superación lo utilizo en este contexto en un
sentido ciertamente
complejo. De buen grado admito que en materia de arte no existe
progreso y por
tanto tampoco superación. La definición ontológica
de la belleza estética
encierra una dimensión trascendente con respecto a la
dialéctica de dominación
y el progreso históricos, que impide radicalmente hablar
del arte en términos
de superación. Baudelaire escribió, a
propósito del arte moderno, que es
la mitad transitorio, efímero y contingente, como lo es el
propio significado
semántico de la palabra moderno, y la otra mitad eterno. Se
dice en este
sentido que los ideales artísticos nunca mueren. (18) El
arte en la era de su reproducibilidad técnica. De acuerdo con el autor de este
concepto (technische
Reproduzierbarkeit), Walter Benjamin, los propios instrumentos de
producción
y reproducción de las formas sensibles, que
permiten su difusión e incluso su conocimiento,
llevan consigo el
principio de su empobrecimiento estético, que él
llamó pérdida del aura, aludiendo
precisamente a
aquella dimensión trascendente o
cultural (la magia primitiva del
fetiche
como aun espiritual inseparablemente ligada a un objeto par jacular,
por
ejemplo), inherente al objeto artístico. (19) La reproducción
técnica de los principios
formales del período innovador de las vanguardias no
sólo ha borrado su áurea,
sino que, con ella, también ha liquidado la promesa de
felicidad, la voluntad
de transformación y la esperanza de emancipación que las
habitaba. En el lugar
de su dimensión trascendente, utópica en el sentido
estético y social de la
palabra, se ha impuesto su valor normativo como pauta
lingüística. Este carácter normativo
que los pioneros de
las vanguardias han adquirido después de la Segunda Guerra
constituye, junto
con la pérdida de sus contenidos transgresores y
utópicos, el segundo factor
de la decadencia o la crisis del arte
contemporáneo. Es un
aspecto de la producción artística estrechamente
vinculado al principio
estético de la reproductibilidad. En la medida en que la obra de
arte o de
arquitectura está concebida y producida con arreglo a un
criterio de
reproductibilidad, ya sea técnico-industrial, ya sea como
código formal a
través de los medios de comunicación, en esta misma
medida su proceso de
creación tiende a comprenderse como un modelo sintáctico
o formal, y no como
una experiencia artística e individual de la realidad. Y
por eso mismo también
la obra de arte contemporánea no sólo tiende a perder
su dimensión
aurática, sino que tiene que sacrificarla como condición
de su éxito, en
cuanto que difusión medial, comercial o industrial de su
valor paradigmático,
o sea, su capacidad de convertirse en una norma de la moda
artística. El
decantamiento de los momentos trascendentes y transgresores del
arte en favor
de su papel normativo, en definitiva como vehículo de una moda
lingüística,
supone, en fin, la banalización comercial del arte. (22) El
rechazo del principio de réplica o reproducción que las
vanguardias históricas
impusieron bajo su postulado antimimético, entendido a la vez
como crítica del
historicismo y del academicismo y como abandono de toda forma de
naturalismo,
ha sufrido una paradójica conversión: las réplicas
y reproducciones de los
estilos modernos sancionados predominan hoy con una violencia que
sugiere la
crítica de los pintores renacentistas contra el inmovilismo de
las artes en el
medioevo europeo. (23) Los factores del progreso
tecnológico ya
no animan el espíritu de la utopía que, desde la
música hasta el urbanismo,
estimuló la imaginación estética y social de las
vanguardias históricas. El
desgaste de los valores simbólicos y cognitivos del arte moderno
y la
conciencia de sus fracasos o ambigüedades frente a
fenómenos cultural o
estéticamente degenerativos que entraña el progreso son
los signos
negativos, la des-función del arte moderno. (25) La visión
distante y crítica de una vanguardia ambigua y un
ambivalente progreso es un
rasgo distintivo de nuestro tiempo. No olvidamos, por cierto, que
los pioneros
de la vanguardia postularon una estética revolucionaria
bajo el signo de la
ruptura y la emancipación, ligada al mismo tiempo a los
más elevados valores
sociales utópicos y a la esperanza. Pero la historia ulterior de
la
civilización moderna ha puesto de manifiesto los vínculos
entre aquellas tesis
radicales de las vanguardias y un proceso cultural de signo
regresiva. Dos
grandes temas pueden subrayarse a este respecto. Por una parte, lo
que fue la
«dialéctica» de la vanguardia como principio
crítico o subversivo ha sido
integrado bajo las mismas formas de poder que otrora atacaba. Las
vanguardias
se han convertido, a partir de la Segunda Guerra Mundial, en un
ritual tedioso
y perfectamente conservador, no sólo desde el punto de vista del
gusto
dominante, sino incluso de las más groseras estrategias
comerciales. Como tal,
el fenómeno cultural moderno de las vanguardias ha perdido
toda energía y toda
sustancia radical. (34) La tesis que desarrollo en las
siguientes
páginas puede sintetizarse en un sumario juicio: ' la
utopía social y cultural
de las vanguardias, de signo revolucionario y emancipador, llevaba
implícitos
los momentos de su integración a un proceso regresivo de
colonización
tecnológica de la vida, y de racionalización
coactiva de la sociedad y la
cultura. La actual crisis de la modernidad y la
invalidación estética y
política de las categorías fundamentales de la vanguardia
es el resultado de
esta contradicción entre su actual función regresiva
y legitimatoria y los
objetivos emancipadores que la respaldaron tanto desde un punto de
vista
estético como social. La
crítica teórica de la estética de las
vanguardias y de la utopía de una
cultura racional no puede eximirse de la reflexión en torno
a la crisis de la
modernidad y del vacío que hoy reina en cuanto a los valores
formales o éticos
del arte y la cultura. Los principios y objetivos del Movimiento
Moderno han
perdido por completo su energía creadora y crítica,
y su capacidad de diseñar
de una manera reflexiva y consciente el futuro. (35-36) La
utopía de la modernidad protagonizada por las vanguardias
históricas del siglo
xx ha muerto. De sus concepciones teóricas y
estilísticas, de sus categorías
estéticas y sus postulados éticos, de su perspectiva
civilizatoria y política
ya no emerge ninguna energía ni creatividad, ni tampoco una
capacidad crítica
frente al mundo de hoy. Por el contrario, sus actitudes se han
convertido hace
mucho en un espectáculo ritualizado, en un gesto representativo
y narcisista,
en una afirmación vacía de poder. No hay razón
alguna para oponerse a los
juicios negativos y hasta derrotistas que a este respecto ya han
formulado
pensadores como Arnold Gehlen, Peter Berger, Daniel Bell, Frank Kemrode
u
Octavio Paz, entre muchos otros. La utopía moderna de las
vanguardias
artística ha muerto porque sus valores no cumplen, en las
metrópolis industriales
o en las metrópolis del Tercer Mundo, más que una
función legitimatoria,
regresiva y conservadora. Su tarea ya no es ni la creación,
ni la crítica, ni
la renovación, sino la reproducción indefinida de un
principio de orden. (42) Hasta
la aparición de las vanguardias artísticas del siglo XX,
hasta la modernidad
estética representada por los movimientos artísticos de
ruptura europeos, el
principio de la máquina no adquiere un valor cultural universal
(62) EL
PROBLEMA DEL MAQUINISMO COMO ELEMENTO SIMBÓLICO Y UTÓPICO
DEL ARTE MODERNO.
(95) LA
APOLOGÍA DE LA PROVOCACIÓN, DEL CHOQUE Y DE LA RUPTURA. …La
vanguardia aparece fundamentalmente como un fenómeno
negativo, como una
protesta y una violencia dotada de un sentido ambivalente: a un tiempo
emancipador e imperativo, abierto al futuro como libertad y
cerrado a la
experiencia subjetiva que fuera capaz de otorgarle un contenido
creador. Las
vanguardias fueron, no obstante, y al mismo tiempo, un fenómeno
cultural
altamente positivo, volcado al futuro, afirmador de nuevos valores,
anticipatorio, utópico y aun profético. Esta segunda
dimensión, en cualquier
caso inseparable del primer momento destructivo o subversivo, lo
consideraré a
continuación bajo la segunda acepción
metafórica de la vanguardia, concretamente,
bajo su concepción política como una agrupación
revolucionaria de carácter
anticipador y normativo (91) (A
propósito del expresionismo)….La actualidad de estas corrientes
del pensamiento
contemporáneo reside en su capacidad de dar expresión a
una realidad contradictoria
y tensa, en el subjetivismo que abre las puertas a la
elaboración de la
angustia o la esperanza, en la voluntad reflexiva que trasplanta
los problemas
objetivos de la historia en lo interior, para sobreponerse a ellos a
través de
la forma, de la voluntad de estilo o la fantasía
utópica.(94)
------------------------------------------------------ CRONOLOGÍA DEL FUTURISMO (Tomado de: F. T. Marinetti y otros. Futurismo.
Manifiestos y textos.
Editorial Quadrata. Buenos Aires, Argentina, 2003) 1876.- Filippo Tommaso
Marinetti nace en Alejandría de Egipto. Hijo de Enrico y Amalia
Grolli. 1888.- Inicia sus
estudios de bachiller en el colegio jesuita de Saint François Xavier. (Francia). 1892-1894.- Funda una pequeña
revista literaria, "Le Papyrus". Lo expulsan del colegio. En 1893 se
traslada a París para conseguir el Baccalaureat ès Lettres. El padre abandona
Egipto, donde ha creado prósperos negocios, y se establece
en Milán. 1895-1899.- Se matricula en
la Universidad de Pavía y posteriormente se traslada a la de
Génova donde se
doctorará con una tesis sobre: "La corona en un gobierno
parlamentario". Empieza a colaborar en la revista
ítalo-francésa
"Anthologie Revue". En ella publica "Les Vieux Maríns",
poema en versos libres con
el que ganará el famoso premio de poesía Samedies
Populaires, dirigido
por C. Méndes y G. Kahn y patrocinado por Sarah Bernhardt, que
recitará la
poesía vencedora. 1900-1901- Decide dedicarse
exclusivamente a la literatura. Colabora en las revistas francesas "La
Vogue", "La Pluma" y "La Revue Blanche". 1902.- Publica: La Conquête des Etoiles. Muere su madre. 1903.- Publica: D’Annunzio Intime. 1904.- Publica: Destrucción
- La Momie Sanglante. 1905.- Publica: Le Roi
Bombance. Funda la revista
internacional "Poesía", en colaboración con Sem Benelli y
Vitalino
Ponti. 1906.- Se enamora de la
poetisa Térésah (Teresa Ubertis). 1907.- Muere su padre a
los 69 años de edad. 1908.- Publica: La Ville
Charmelle - Les Dieux s'en vont, D’ Annunzio reste. 1909.- Publica: Manifesto del
futurismo - Tuons le Clair de Lune -D'Annunzio
Intimo. Poupées Electriques - Primo manifesto
político. En Turín se
estrena La donna è mobile, adaptación teatral de
Poupées Electriques. El Théâtre
de l'Oeuvre de París estrena Le Roi Bombance. Duelo
entre Marinetti y
Charles-Henry Hirsch. 1910.- Publica: Mafarka
il futuriste - Re Baldoria - Discorso sulla bellezza
e necessitá
della violenza. Conoce a los pintores Boccioni, Carra y Russolo.
Prefacio a L'incendiario de Palazzeschi. Primera "velada
futurista".
En
julio lanza desde la torre del reloj de Venecia el manifiesto Contra Venezia
passatista. Publica en Italia Mafarka il futurista y es
procesado
por ofensa a la moral pública. 1911.- Publica: Le Futurisme
- Uccidiamo il
chiaro di luna - Secondo manífesto político
futurista. Corresponsal
de guerra en Libia. 1912.- Publica: Le Monoplan
du Pape - La Bataille de Tripoli. Recopila una
antología de poetas
futuristas que incluye el Manifesto técnico della
letteratura
futurista. Exposiciones
de los pintores futuristas en París, Londres,
Berlín, Bruselas, Mónaco, Hamburgo y Viena. La revista
alemana "Der
Sturm" publica los principales manifiestos futuristas. 1913.- Publica: Distruzione
della sintassi - Immagínazione senza fili - Parole in
libertá - Il teatro di varietá - Programma político
futurista. Russolo: L’arte dei rumori.
Apollinaire: L’Antitradition
Futuriste. En Florencia aparece la revista "Lacerba",
dirigida por Papini y Soffici, que durante algún tiempo
apoyará la empresa
futurista. Marinetti viaja a Bulgaria durante la guerra
búlgaro-turca. 1914.- Publica: Zang
Tumb Tumb – L’aeroplano del Papa - Splendore geométrico e meccanico e la
sensibilitá numérica. Sant'Elia: L’architettura
futurista. Papini: Il mio futurismo. Boccioni: Pittura
e Scultura futurista. Soffici: Cubismo e futurismo. Marinetti
viaja
a Rusia y da conferencias en Moscú y San Petesburgo. Se alista
como voluntario
en el Batallón Lombardo de Ciclistas. Organiza varias
manifestaciones
intervencionistas en Milán. Arrestado y encarcelado por quemar
varias banderas
austriacas. 1915.- Publica: Guerra
sola igene del mondo - Il teatro futurista
sintético. Carra:
Guerrapittura. Nuevo arresto de Marinetti. En octubre,
Marinetti, Boccioni,
Russolo,
Sant'Elia y Sironi participan en los combates alpinos y en la toma de
Dosso
Cassina. 1916.- Publica: Poesie
scelte - La cinematografía futurista - Teatro sintético
futurista. Traduce
a Mallarmé. Corra y Settímelli fundan la revista "Italia
Futurista".
Muere en accidente Boccioni y en el frente Sant'Elia. Rodaje de la
película
futurista "Vita Futurista", dirigida por Ginna y Settimelli, en la
que participa todo el grupo futurista. 1917.- Publica: Manifesto
della Danza Futurista - Come si seducono le donne - Noi
futurísti. Corra: Sam
Dunn é morto. Marinetti y Russolo heridos en el frente.
Conoce en Roma a
Diaghilev. 1918.- Publica: L'isola
dei baci (con B. Corra) - Manifesto del Partito Futurista
Italiano. Es
condecorado dos veces con la medalla al valor militar. Funda con
Settimelli y
Carli el diario "Roma Futurista", órgano del Partido
político
Futurista. Conoce en el estudio de Balla a su futura mujer, la
pintora y
escritora Benedetta Cappa. 1919.- Publica: Democrazia
futurista - 8 anime in una bomba - Un ventre
di donna (con Enif Roben) - Elettricitá
sessuale - Les Mots en Liberté
Futuristes. Apoya políticamente a Mussoíini,
llegando a participar en la
destrucción del periódico socialista "Avanti". En su casa
de Milán se
funda la segunda Associazione degli Arditi (grupos
paramilitares fascistas).
Tras la derrota electoral fascista es encarcelado junto con
Mussoíini, Bolzon y
Vecchi. 1920.- Publica: Al di
lá del comunismo. Abandona
el fascismo por considerarlo reaccionario. No volverá a militar
en él hasta
1924. 1921.- Publica: L’alcova
d'acciaio - Il tattilismo. 1922.- Publica: Gli
indomabili - Gli amori futuristi - Enrico Caviglia. 1923.- Publica: Il tamburo di fuoco. Con este drama,
Marinetti pone fin al futurismo como movimiento de acción
política
revolucionaria. 1924.- Publica: Futurismo
y fascismo. Primer
Congreso Nacional Futurista y homenaje a Marinetti en Milán. 1925.- Publica: I nuovi
poeti futuristi (antología).
Se traslada a Roma con su mujer. 1926.- Viaje a Argentina y
Brasil. Conferencias. 1927.- Publica: Scatole
d'amore in conserva - Prigionieri - Vulcano. Nace
Victoria, primera
hija del poeta. 1928. Publica: L’oceano
del cuore. Nace Ala, segunda hija del poeta. 1929.- Publica: Marinetti
e il futurismo - Luci veloci - Il suggeritore nudo - Primo
dizíonario aereo (con F. Azari) -
Manifesto
della aeropittura. 1930. Es nombrado
Académico de Italia. 1931. Publica: Novelle
con le labbra tinte. Publica: Il
paesaggio e l'estética futurista della
macchina - Spagna veloce e toro futurista - Futurismo
e
Novecentismo - Manifesto dell'arte sacra futurista - Manifestó
dell'aeropoesia. Desde las páginas de la Gazzeta del
Popolo (Turín),
hace una encuesta a escala mundial sobre poesía. Contestaciones
de Paul Valéry,
Eugenio Móntale, Jean Cocteau, Maritain, Supervielle, Royere,
Salmón, etc. 1932.- Publica: La
cocina futurista (con Fillia). Nace
Luz, tercera hija del poeta. 1933.- Publica: Il
fascino d'Egitto. 1935.- Publica: L’aeropoema
del Golfo della Spezia. Participa en la guerra de
Etiopía. Lanza el
manifiesto Estética futurista della guerra, contra el
que arremeten
violentamente Aragón y Walter Benjamín. 1937.- Publica: Il poema africano. A través de algunos
artículos se
opone firmemente a la idea fascista del arte degenerado, judaico y
bolchevique. 1939.- Publica: Patriottismo
insetticida. 1940.- Publica: Poema
non umano dei tecnicismi, 1942.- Publica: Canto
eroi e macchine della guerra mussoliniana. Se une a las tropas
italianas
que combaten en Rusia. 1943.- Vuelve de Rusia
cansado y enfermo. Trabaja en la redacción de La grande
Milano y Una sensibilitá
italiana, que se publicarán póstumamente. Se
instala en Venecia con su
familia. 1944.- Nuevo traslado de
la familia, primero a Cadenabbia luego a Bellagio. Marinetti muere de
crisis
cardiaca el 2 de diciembre. Es enterrado en el cementerio de
Milán. -------------------------------------------------------------- MANIFIESTOS DEL FUTURISMO (Tomado de: F. T. Marinetti y otros. Futurismo.
Manifiestos y textos.
Editorial Quadrata. Buenos Aires, Argentina, 2003) Primer
Manifiesto Futurista (Publicado
por Le Fígaro el 20 de febrero de
1909) F. T. Marinetti Mis amigos y yo habíamos
velado toda la noche bajo las lámparas de la
mezquita de cobrizas cúpulas agujereadas y revolcábamos
nuestra pereza nativa
sobre los opulentos tapices persas. Habíamos discutido hasta los
límites
extremos de la lógica y arañado el papel de locas
escrituras. Un inmenso orgullo hinchaba
nuestros pechos al sentirnos solos,
erguidos como faros o como centinelas avanzados frente al
ejército de estrellas
enemigas que acampaban en sus vivaces celestes. ¡A solas con los
mecánicos en
las fraguas infernales de nuestros navíos, a solas con los
negros fantasmas
que forrajean en el vientre rojo de las locomotoras enloquecidas, a
solas con
los embriagantes batirse de alas contra los muros! Y henos aquí, bruscamente
distraídos por el rodar de enormes tranvías
de doble piso que pasan estridentes, agujereados de luz; tales como
caseríos
en fiesta, que el Po desbordado conmoviera y exterminara
súbitamente
arrastrándolos hasta el mar en cascadas y remolinos de diluvio. Después se adensó
el silencio. Y escuchando la oración extenuada del
viejo canal y el crujir de huesos de los palacios moribundos
decorados de
verdín; de repente, rugieron bajo nuestras ventanas los
automóviles
hambrientos. -¡Partamos, amigos!-díje yo-. Al fin la
Mitología y el Ideal
místico han sido superados. Vamos a asistir al nacimiento del
Centauro y
veremos muy pronto volar los primeros ángeles. Será
preciso forzar las puertas
de la vida para probar los goznes y los cerrojos. ¡Partamos! He
aquí el primer
col alboreando sobre la tierra... Nada iguala al resplandor de su
espada roja
que se esgrime por primera vez entre nuestras tinieblas milenarias. Nos aproximamos a las tres
máquinas refunfuñantes para acariciar sus
petrales. Yo me tendí sobre la mía como un cadáver
sobre su ataúd, pero
resucité súbito bajo su volante -cuchillo de guillotina-
que amenazaba cortar
mi estómago. La gran escoba de la locura nos
saca de quicio y nos impele a cruzar
las calles escarpadas y profundas como torrentes desecados. Aquí
y allá, lámparas
agoreras en los cuadros de las ventanas nos enseñan a despreciar
nuestros ojos
matemáticos. -¡A las fieras
-grité yo- les basta con su olfato! Y cazábamos -como leones
jóvenes- la Muerte que corría ante nosotros
en el vasto ambiente malva, palpitante y vivo. Y sin
embargo, no teníamos Señora ideal irguiendo su
talle hasta las nubes ni Reina cruel a
quien ofrecer
nuestros cadáveres torcidos en ondas bizantinas. Nada por quien
morir, sino es
por el deseo de desprendernos al fin de nuestro valor audaz. Íbamos aplastando contra
el umbral de las casas a los perros guardianes,
que quedaban estrujados bajo nuestros neumáticos quemantes como
un cortafuegos. La Muerte acariciada me
salía a cada viraje para ofrecerme gentilmente
la mano, y en seguida se tendía a ras de tierra con un ruido de
mandíbulas
estridentes, reflejando sus miradas en el fondo de los charcos. -¡Salgamos de la
Sabiduría como
de una horrorosa llaga y entremos como frutas coloreadas de orgullo en
la boca
inmensa del viento! ¡Démonos como manjar a lo desconocido,
no por
desesperación, sino sencillamente para enriquecer las reservas
insondables de
lo absurdo! Dichas estas palabras,
viré bruscamente sobre mí mismo con la rabiosa
embriaguez de los perrillos que se muerden la cola, y he aquí
que, súbitamente,
dos ciclistas me obstruyeron el paso titubeando ante mí como dos
razonamientos
persuasivos y sin embargo, contradictorios. ¡Un fastidio!
¡Puah! Yo viré en
corto, disgustado, y di de refilón en un gran bache. ¡Oh, fosa maternal medio
llena de agua fangosa! He saboreado a boca
llena el cieno fortificante que me recuerda el santo pezón negro
de mi nodriza
sudanesa. Cuando enderecé mi cuerpo
fangoso y maloliente, sentí el hierro rojo
de la alegría cosquilleándome deliciosamente el
corazón. Una multitud de pescadores de
caña y de naturalistas gotosos estaba
sobrecogida de espanto alrededor del milagro. Con un anhelo desconocido
elevaron muy altos enormes gavilanes de
hierro para pescar mi automóvil, semejante a un tílburi
atollado. Emergió el auto lentamente
de la fosa, llena su carroserie de
cieno e impoluto su interior. Se creyó muerto a mi
tílburi; pero yo le desperté
con una sola caricia sobre su dorso potente, y resucitó
corriendo a toda su
velocidad. Entonces, el rostro enmascarado
con el buen hollín de las fábricas,
lleno de escorias de metal, de sudores sobrantes y de azul, con los
brazos
agitados como una bandera, entre lamentos de prudentes pescadores de
caña y de
naturalistas maltrechos, lanzamos nuestro primer Manifiesto a todos los
hombres
fuertes de la tierra: 1. Queremos
cantar el amor al
peligro, el hábito de la energía y la temeridad. 2. Los elementos esenciales de
nuestra poesía serán el valor, la
audacia y la religión. 3. Puesto que la literatura ha
glorificado hasta hoy la inmovilidad
pensativa, el éxtasis y el sueño, nosotros
pretendemos exaltar el movimiento
agresivo, el insomnio febril, el paso gimnástico, el salto
peligroso, el puñetazo
y la bofetada. 4- No tenemos inconveniente en
declarar que el esplendor del mundo se
ha enriquecido con una nueva belleza: la belleza de la velocidad. Un
automóvil
de carrera, con su caja adornada de gruesos tubos que se dirían
serpientes de
aliento explosivo... un automóvil de carrera, que parece correr
sobre metralla,
es más hermoso que la Victoria de Samotracia. 5. Queremos cantar al hombre que
domine el volante cuya espiga ideal
atraviesa la tierra, lanzada en el circuito de su órbita. 6. Es preciso que el hombre se
desarrolle con calor, energía y
prodigalidad para aumentar el fervor entusiasta de los elementos
primordiales. 7- Ya no hay belleza más
que en la lucha ni obras maestras que no tengan
un carácter agresivo. La poesía debe ser un violento
asalto contra las fuerzas
desconocidas para hacerlas rendirse ante el hombre. 8. Estamos sobre el promontorio
más alto de los siglos... ¿Por qué
mirar atrás, desde el momento en que nos es necesario romper los
velos misteriosos
de lo Imposible.7 El Tiempo y el Espacio han muerto ayer.
Vivimos ya
en lo absoluto, puesto que hemos creado la eterna velocidad
omnipresente. 9. Queremos
glorificar la
guerra -única higiene del mundo-, el militarismo, el
patriotismo, la acción
destructora de los anarquistas, las hermosas Ideas que matan y el
desprecio a
la mujer. 10. Deseamos demoler los museos y
las bibliotecas, combatir la moralidad
y todas las cobardías oportunistas y utilitarias. 11. Cantaremos
a las grandes
multitudes agitadas por el trabajo, el placer o la rebeldía; a
las resacas
multicolores y polifónicas de las revoluciones en las
capitales modernas; a la
vibración nocturna de los arsenales y las minas bajo sus
violentas lunas
eléctricas, a las glotonas estaciones que se tragan
serpientes fumadoras; a
las fábricas colgadas de las nubes por las maromas de sus humos;
a los puentes
como saltos de gimnastas tendidos sobre el diabólico
cabrillear de los ríos
bañados por el sol; a los paquebots aventureros
husmeando el horizonte;
a las locomotoras de amplio petral que piafan por los rieles cual
enormes
caballos de acero embridados por largos tubos, y al vuelo resbaladizo
de los
aeroplanos, cuya hélice tiene chirridos de bandera y aplausos de
multitud
entusiasta. Lanzamos en Italia este
Manifiesto de violencia arrebatadora e incendiaria, basado en el
cual fundamos
hoy el Futurismo, porque queremos librar a nuestro país
de su gangrena
de profesores, de arqueólogos, de cicerones y de
anticuarios. Italia ha sido durante muchos
años la bolsa de los chamarileros, y nosotros
queremos desembarazarla de sus museos innumerables, que la cubren de
innumerables cementerios. ¡Museos, cementerios!...
Idénticos verdaderamente en su siniestra promiscuidad
de cuerpos que no se conocen. Dormitorios públicos donde se
duerme para siempre
junto a otros seres odiados o desconocidos. Ferocidad recíproca
de los pintores
y de los escultores, destruyéndose mutuamente a líneas y
pinceladas en el mismo
museo. Admitimos que se haga a estas
necrópolis una visita anual... como va a
verse anualmente a los muertos queridos, y hasta concebimos que se
ofrenden
flores a los pies de La Gioconda una vez al año...
¡Pero ir a pasear a
diario por los museos nuestras tristezas, nuestros pobres arrestos y
nuestra
inquietud, no lo admitimos!... ¿Es que quieren envenenarse?
¿Es que quieren
pudrirse? ¿Qué puede
encontrarse en un cuadro antiguo más que la contorsión
penosa del artista esforzándose por romper las barreras
infranqueables a su
deseo de expresar su ensueño íntegro? Admirar un cuadro antiguo es
verter nuestra sensibilidad en una urna
funeraria, en lugar de lanzarla hacia adelante con ademán
violento de creación
y acción. ¿Quieren, pues, disipar sus mayores
energías en una admiración
inútil al pasado, de la cual saldrán forzosamente
agotados, empequeñecidos y
rendidos? En verdad que el frecuentar a
diario los museos, las bibliotecas y las
academias -¡esos cementerios de esfuerzos perdidos; esos
calvarios de ensueños
crucificados, esos registros de impulsos rotos!... - es para los
artistas lo
que la tutela prolongada de los padres para los jóvenes
inteligentes, ebrios de
talento y voluntad ambiciosa. En los moribundos, los
inválidos y los presos podría pasar aún. Para
ellos la admiración al pasado es un bálsamo a sus
heridas, desde el momento en
que les está vedado el porvenir... ¡Pero no para nosotros
los jóvenes, los
fuertes y los vivos futuristas! ¡Adelante los buenos
incendiarios
de dedos carbonizados! ¡Aquí! ¡Aquí!
¡Quemen con el fuego de vuestros rayos las
bibliotecas! ¡Desvíen el curso de los canales para inundar
los sótanos de los
museos! ¡Que naden aquí y allá los lienzos
gloriosos! ¡Mano a las piquetas y a
los martillos! ¡Socaven los cimientos de las venerables ciudades! Los más viejos de nosotros
tienen treinta años; tenemos, pues, diez
años por lo menos para llevar a cabo nuestra tarea. Cuando
tengamos cuarenta
años, que nos echen los más jóvenes y valerosos al
cesto de los papeles, como
manuscritos inútiles... Vendrán contra nosotros desde muy
lejos, desde todas
partes, saltando con la cadencia ligera de sus primeros poemas,
cogiendo el
aire con sus dedos crispados, y husmeando, a las puertas de las
academias, el
buen olor de nuestros espíritus putrefactos, prometidos ya a las
catacumbas de
las bibliotecas. Pero no estaremos allí
entonces. Nos encontrarán finalmente una noche
de invierno, en pleno campo, bajo un triste hangar batido por la
lluvia
monótona, acurrucados junto a nuestros aeroplanos trepidantes,
en vías de
calentar nuestras manos en el miserable fuego que harán nuestros
actuales
libros llameando bajo el resplandeciente vuelo de sus imágenes. Nos rodearán, jadeantes de
angustia y de despecho, y exasperados por
nuestro orgulloso valor infatigable, se lanzarán sobre nosotros
para matarnos,
tanto más ensoberbecidos cuanto que su corazón
rebosará de admiración y amor
hacia nosotros. Y la fuerte y la sana Injusticia brillará radiosamente en sus miradas. Así, el arte
no
puede ser más que violencia, crueldad e injusticia. Los más viejos de nosotros
tienen treinta años, y sin embargo, ya
hemos derrochado tesoros, tesoros de fuerza, de amor, de valor y de
áspera
voluntad, a toda prisa, delirantes, sin cuento, hasta perder el
aliento. i Y miradnos! No estamos
jadeantes; nuestro corazón no siente la menor
fatiga, porque se ha alimentado de fuego, de odio y de velocidad...
¿Os
extraña? Es porque no sabéis lo que es vencer. ¡De
pie en la cima del mundo,
lanzamos aún una vez más el reto a las estrellas! ¿Vais a objetarnos?...
¡Basta, basta! Conozco vuestras objeciones. Sin
embargo, sabemos lo que nuestra embustera inteligencia nos afirma. "No
somos -dice- más que el resumen y la prolongación de
nuestros antecesores."
¡Tal vez!... ¿Pero qué importa, el no queremos
oírlo?... Guárdense de repetir
esas infames palabras y levanten bien la cabeza. ¡De pie en la cima del
mundo,
lanzamos aún, una vez más el reto a las estrellas! Manifiesto
de los Pintores Futuristas (8 de marzo de
1910) Pintores
Futuristas El 8 de marzo de 1910, desde el
escenario del teatro Chiarella de
Turín, lanzamos ante un público de tres mil personas
-artistas, escritores,
estudiantes y curiosos- nuestro primer Manifiesto, bloque
enérgico y lírico,
que contenía rodas nuestras profundas náuseas,
nuestros desprecios altaneros y
nuestras rebeldías contra la vulgaridad, contra el adocenamiento
académico y pedante,
contra el culto fanático de todo aquello que es viejo y
carcomido. I Esta fue
nuestra adhesión al movimiento de los poetas futuristas
iniciado hacía un año
por F. T. Marinetti desde las columnas de Le Fígaro. La asonada de Turín ha
quedado en la memoria de todos. Cambiamos allí
casi tantos puñetazos como ideas defendiendo de una muerte fatal
el genio del
Arte italiano. Y he aquí que en un breve
paréntesis de esta lucha formidable, nosotros nos destacamos de
la muchedumbre
para exponer con una precisión técnica nuestro
programa de renovación en
pintura, renovación iniciada luminosamente en nuestro
Salón Futurista de Milán. Nuestro creciente anhelo de
verdad no puede satisfacerse con ¡a Forma
y el Color tal como ellos fueron concebidos hasta hoy. El gesto, la actitud que nosotros
queremos reproducir sobre el lienzo
no será un instante fijo del dinamismo universal.
Será sencillamente la
propia sensación dinámica. En efecto, todo cambia, todo
corre, todo se transforma vertiginosamente.
Un perfil no está nunca inmóvil delante de nosotros:
aparece, desaparece sin
cesar. Dada la persistencia de la imagen en la retina, los objetos en
movimiento se multiplican, se deforman sucesivamente, como vibraciones
precipitadas en el espacio que recorren. Así, un caballo
corriendo no tiene
cuatro patas, sino veinte, y sus movimientos son triangulares. Todo es convencional en arte;
nada es absoluto en pintura. Esto, que
era una verdad para los pintores de ayer, no es hoy sino una gran
mentira.
Nosotros sostenemos, por ejemplo, que un retrato no debe parecerse al
modelo y
que el pintor lleva en si los paisajes que quiere fijar sobre el lienzo. Para pintar una figura humana no
es preciso reproducirla; basta reproducir
el ambiente que la rodea. El Espacio ya no existe. En
efecto, el piso de la calle humedecido por
la lluvia, bajo el resplandor de las lámparas eléctricas,
se agrieta inmensamente
hasta el centro de la Tierra. Millares de kilómetros nos separan
del Sol; esto
no impide que la casa que tejemos enfrente esté empotrada en el
disco solar. ¿Quién puede creer
todavía en la opacidad de los cuerpos desde el
momento en que nuestra sensibilidad aguzada y multiplicada ha previsto
las
obscuras manifestaciones de la medumnidad? ¿Por qué
olvidar en nuestras
creaciones la potencia redóblalo de nuestra vista, que puede
conducir a
resultados análogos a los obtenidos por los rayos X? Nos bastará citar algunos
ejemplos elegidos entre innumerables para
probar la verdad de nuestras afirmaciones. Las diez y seis personas que nos
acompañan en un autobús son
sucesivamente y a la vez una, diez, cuatro, tres; están
inmóviles y cambian de
sitio, van, vienen y saltan a la calle bruscamente devoradas por el
sol,
después vuelven a sentarse a vuestro lado como símbolos
persistentes de la vibración
universal. ¡Cuántas veces no hemos visto sobre la mejilla
de la persona con
quien hablamos el caballo que cruzaba allá lejos, al otro
extremo de la calle! Nuestros cuerpos se incrustan en
los bancos donde nos sentamos, y los
bancos entran en nosotros, El autobús se prolonga hasta
las casas que
deja tras sí y las de su alrededor se precipitan sobre el autobús
fundiéndose
con él. La confección de cuadros
ha sido hasta hoy estúpidamente tradicional.
Los pintores nos han mostrado siempre los objetos y las personas
colocados
ante nosotras. Nosotros colocaremos en lo sucesivo al espectador en el
centro
del cuadro. Como en todos los dominios del
espíritu humano, una clarividente
investigación individual ha barrido las inmóviles
obscuridades del dogma del mismo
modo que la corriente vivificadora de la ciencia librará pronto
la pintura de
la tradición académica. Queremos a toda costa reingresar
en la vida. La ciencia victoriosa de
nuestros días ha renegado de su pasado para responder mejor a
las necesidades
de nuestro tiempo-; queremos que el arte, renegando de su pasado, pueda
al fin
responder a las necesidades intelectuales que nos inquietan. Nuestra conciencia renovada nos
impide considerar al hombre como el
centro de la vida universal. El dolor de un hombre es tan interesante a
nuestros ojos como el dolor de una lámpara eléctrica que
sufre con sobresaltos
espasmódicos y grita con las más desgarradoras
expresiones del color. La
armonía de líneas y pliegues de un vestido
contemporáneo ejerce sobre nuestra
sensibilidad la misma influencia emocional y simbólica que el
desnudo ejercía
en la sensibilidad de los antiguos. Para comprender y concebir las
bellezas nuevas de un cuadro futurista
es precian que el alma se purifique, que la vista se liberte de su velo
de atavismo
y de cultura, y que se considere como único término de
orientación la
Naturaleza y no el museo, Cuando este resultado se obtenga
nos daremos cuenta de que las tintas
negras no han dormido jamás en nuestra epidermis; de que el
amarillo resplandece,
el rojo reluce y el verde el azul y el violeta bailan llenos de
gracia
voluptuosa y acariciante en nuestra carne. ¿Cómo puede verse
aún en el rostro humano el tono rosa cuando nuestra
vida, desdoblada por el noctambulismo, ha multiplicado nuestra
percepción de
coloristas? El rostro humano es amarillo, rojo, verde, azul,
violeta. La
palidez de una mujer que contempla el escaparate de una joyería
tiene una
irisación más intensa que las luces descompuestas de las
joyas que la atraen
como una alondra fascinada. Nuestras sensaciones en pintura
no pueden ser musitadas. Queremos, por
eso, que canten y retumben sobre nuestros lienzos como charangas
ensordecedoras
y triunfales. Vuestros ojos, habituados a la
penumbra, se abrirán luego a las más
radiosas visiones de claridad. Las sombras que nosotros pintemos
serán más luminosas que las plenas
luces de nuestros antecesores, y nuestros cuadros, al lado de los de
los
museos, resplandecerán corno un día espléndido
frente a una noche tenebrosa. Y concluimos diciendo que hoy no
puede existir Pintura sin
Divisionismo. No se trata de un procedimiento que se pueda aprender y
aplicar a
voluntad. El Divisionismo para el pintor moderno debe ser un complementarismo
innato que nosotros preconizamos esencial y necesario. Se tachará probablemente
Nuestro arte de cerebralismo atormentado y
decadente. Pero contestaremos sencillamente que somos, por eí
contrario, los
creadores de una nueva sensibilidad centuplicada y que nuestro arte
está
borracho de espontaneidad y de pujanza. Nosotros
afirmamos: 1°. Que es necesario
despreciar todas ¡as formas de imitación y
glorificar todas las formas de originalidad. 2°. Que es necesario
rebelarse contra la tiranía de las palabras armonía y buen
gusto, expresiones demasiado elásticas con las cuales se
puede fácilmente
demoler las obras de Rembrandt, Goya y Rodin. 3°. Que los
críticos de arte son inútiles o nocivos. 4°. Que es preciso barrer
todos los asuntos ya usados para expresar
nuestra borrascosa vida de acero, de orgullo, de fiebre y de velocidad. 5°. Que hay que
considerar
como un título de honor el calificativo de locos con el
cual se trata de
amordazar a los innovadores. 6°. Que el complementarismo
innato es una necesidad absoluta
en pintura, como el verbo libre en poesía y la
polifonía en música. 7°. Que el dinamismo
universal debe ser ofrecido en pintura como
sensación dinámica. 8°. Que en la manera de
interpretar la Naturaleza es preciso ante
todo la sinceridad y las virginidad. 9°. Que el movimiento y
la luz destruyen la materialidad del
cuerpo. Nosotros
combatimos: 1°. Las tintas bituminosas
con las cuales se imita la pátina del
tiempo en los cuadros modernos. 2° El arcaísmo
superficial
y elemental fundado en las tintas planas y que, imitando
la factura lineal de los egipcios, reduce la pintura a
una impotente sintesis pueril y grotesca. 3°. El falso arrivismo de
seccesionistas y de independientes que
han instaurado los nuevos
académicos, tan nocivos y rutinarios
como los precedentes. 4°. El desnudo en pintura, tan
nauseabundo y antipático como el adulterio en
literatura. Expliquemos este último
punto. No
hay nada inmoral a nuestros ojos; es la monotonía del desnudo la
que
combatimos. Se nos dice que el asunto es lo menos y que el todo
está en la
manera de tratarle. De acuerdo. Nosotros lo admitimos también.
Pero esta
verdad, indiscutible hace cincuenta años, no lo es hoy, en
cuanto al desnudo,
desde el momento en que los pintores, obsesionados por la necesidad de
exhibir
el cuerpo de sus queridas, han transformado los salones en
mercados de jamones
podridos. Nosotros pedimos que, durante
diez años, se suprima totalmente el desnudo en
pintura. Manifiesto
Técnico de la Literatura Futurista (11 de
mayo de 1912) F.
T.
MARINETTI Sentado sobre el depósito
de la gasolina del avión y con el vientre
caldeado por la cabeza del aviador, sentí la ridícula
futilidad de la vieja
sintaxis heredada de Homero. ¡Furiosa necesidad de liberar
las palabras,
desaprisionándolas del periodo latino! Naturalmente, como
cualquier imbécil,
tiene una cabeza previsora, un vientre, dos piernas y dos pies planos,
pero
jamás tendrá dos alas. Lo imprescindible para caminar,
para correr un momento y
pararse casi enseguida, resoplando: Eso fue lo que me dijo la rotante
hélice,
mientras volaba a doscientos metros por encima de las poderosas
chimeneas de
Milán. Y la hélice añadió: 1. ES
MENESTER DESTRUIR LA
SINTAXIS DISPONIENDO LOS SUSTANTIVOS AL AZAR, TAL COMO NACEN. 2. LOS VERBOS DEBEN USARSE EN
INFINITIVO, para que se
adapten
elásticamente al sustantivo y no queden sometidos al yo del
escritor que
observa o imagina. El infinitivo del verbo puede dar el sentido de la
continuidad de la vida y la elasticidad de la intuición que la
percibe. 3. SE DEBE ABOLIR EL ADJETIVO, para
que el sustantivo desnudo guarde su color esencial. El adjetivo,
teniendo en sí
mismo un carácter alusivo, es incompatible con nuestra
visión dinámica, puesto
que presupone una pausa y una meditación. 4. SE
DEBE ABOLIR EL ADVERBIO, vieja
hebilla que mantiene unidas a
las palabras. El adverbio conserva en la frase una fastidiosa unidad de
tono. 5. CADA
SUSTANTIVO HA DE TENER
SU DOBLE, o sea, cada
sustantivo
debe preceder, sin conjunción, al sustantivo con el que
está ligado por
analogía. Ejemplo: hombre-torpedero, mujer-golfo,
muchedumbre-resaca,
plaza-embudo, puerta-grifo. Del mismo modo que la velocidad
aérea ha multiplicado nuestro conocimiento
del mundo, la percepción por analogía se hace cada vez
más natural para el
hombre. Hay que suprimir pues, el como, el cual, el
así, el parecido
a. Mejor aún, hay que fundir directamente el objeto con la
imagen que
evoca, dando la imagen de escorzo mediante una sola palabra esencial. 6. ABOLIR TAMBIÉN LA
PUNTUACIÓN. Al haberse suprimido los adjetivos,
los adverbios y las conjunciones, la puntuación queda anulada,
en la continuidad
variada de un estilo vivo que se crea por sí mismo, sin
las pausas
absurdas de los puntos y las comas. Para acentuar ciertos movimientos e
indicar
sus direcciones se emplearán signos matemáticos: + >
< - x: =, y signos
musicales. 7. Hasta el momento los
escritores se han abandonado a una analogía
inmediata. Por ejemplo, han comparado el animal al hombre o a otro
animal, lo
que equivale, más o menos, a una especie de
fotografía.Por ejemplo, han
comparado un fox-terrier con un pequeñísimo pura sangre.
Otros, más
adelantados, podrían comparar al mismo fox-terrier trepidante
con una pequeña
máquina Morse. En cambio yo, lo comparo con el agua hirviendo.
En ello hay una GRADUACIÓN
DE ANALOGÍAS CADA VEZ MÁS AMPLIAS, y
unas relaciones cada vez más profundas y sólidas, aunque
lejanísimas). La analogía no es otra
cosa que
el profundo amor que une las cosas distantes, aparentemente
diversas y
hostiles. Sólo por medio de extensísimas analogías
un estilo orquestal, y a la
vez policromo, polifónico y polimorfo, puede abarcar la vida de
la materia. Cuando en mi Batalla de
Trípoli, he comparado una trinchera
erizada de bayonetas con una orquesta y una ametralladora con una mujer
fatal,
he introducido intuitivamente una gran parte del universo en un breve
episodio
de batalla africana. Las imágenes no son flores
para escoger y recoger con parsimonia, como
decía Voltaire. Constituyen la sangre misma de la poesía.
La poesía debe ser
una continuación ininterrumpida de imágenes nuevas, sin
las cuales no es mas
que anemia y clorosis. Cuanto mas amplias relaciones
contengan las imágenes, mas conservan su
fuerza de asombro. Es menester -dicen- ahorrar la admiración del
lector.
¡Vamos! Curémonos, mas bien, de la fatal corrosión
del tiempo, que no sólo destruye
el valor expresivo de una obra maestra, sino también su
capacidad de asombro-
¿Acaso no han destruido ya nuestros viejos oídos,
demasiadas veces
entusiastas, a Beethoven y Wagner? Por lo tanto debemos abolir todo lo
que la
lengua contiene de imágenes estereotipadas y de metáforas
descoloridas, o sea
casi todo. 8. NO
EXISTEN CATEGORÍAS DE
IMÁGENES, nobles
o groseras o
vulgares, excéntricas o naturales. La intuición que las
percibe carece de
preferencias y partidismos. El estilo analógico es el
dueño absoluto de toda la
materia y de su intensa vida. 9. Para
representar los
sucesivos movimientos de un objeto debemos representar la cadena de
las
analogías que éste evoca, cada una de ellas
condensada y recogida en una
palabra esencial. He aquí un ejemplo
expresivo de una cadena de analogías enmascaradas
por la molesta sintaxis tradicional: "¡Oh, sí! Usted es,
pequeña ametralladora, una mujer fascinante,
y siniestra, y divina, al volante de un invisible ciencaballos que ruge
con
explosiones de impaciencia. ¡Oh!, ¡dentro de nada os
arrojareis en el círculo
de la muerte, hacia la caída quebrantadura o la victoria!...
(Quiere que le
escriba unos madrigales rebosantes de gracia y color? A su
elección señora...
Usted me recuerda un tribuno tendido hacia la muchedumbre, cuya lengua
elocuente, incansable, alcanza el corazón de los oyentes que lo
rodean,
conmovidos... Sois, en este momento, un taladro omnipotente, que
agujerea en
redondo el cráneo demasiado duro de esta noche obstinada...
Sois, también, un
laminador, un torno eléctrico, ¿y qué otra cosa?
¡Un gran soplete oxhídrico que
quema, cincela y funde poco a poco las puntas metálicas de
las últimas
estrellas!..." (Batalla de Trípoli). En algunos casos será
preciso unir las imágenes de dos en dos, como
los obuses encadenados que en su trayectoria quiebran todo un grupo de
árboles.
Para envolver y captar todo lo que de más huidizo e inaprensible
existe en la
memoria, hay que formar unas TUPIDAS REDES DE IMÁGENES O
ANALOGÍAS, que
se precipitarán en el misterioso
mar de los fenómenos. Excepto la forma festoneada tradicional,
este párrafo de
mi Mafarka el futurista es claro ejemplo de una tupida red de
imágenes: "Toda la acre ternura de su
juventud perdida le ascendía por la
garganta, como desde los patios de los colegios suben los gritos
alegres de
los niños hacia los maestros asomados en las barandillas de las
terrazas desde
donde se ven huir los buques..." Y otras tres redes de
imágenes: "Alrededor del pozo de la
Bumeliana, bajo los tupidos olivos,
tres camellos cómodamente agazapados en la arena hacían
gárgaras de felicidad,
como viejos saledizos de piedra, mezclando el chac-chac de sus
escupitajos con
el golpear regular de la bomba a vapor que da de beber a la ciudad.
Estruendos
y disonancias futuristas, en la orquesta profunda de las trincheras de
agujeros
sinuosos y cantinas sonoras, entre el ir y venir de las bayonetas,
arcos de
violín que la roja batuta del ocaso inflama de entusiasmo... Es el ocaso-director de orquesta,
quien con un gesto amplio recoge las flautas desparramadas por los
pájaros de
los árboles, y las arpas quejumbrosas de los insectos, y el
crujido de las
ramas, y el chirrido de las piedras. El es quien para de pronto los
tímpanos de
las escudillas y de los fusiles torneadores, para dejar cantar a
voz en grito
sobre la orquesta de los instrumentos en sordina, a todas las
estrellas
doradas, erguidas, los brazos abiertos, sobre el proscenio del
cielo. Y una
gran dama asiste al espectáculo... En efecto, el desierto
ampliamente escotado
expone a la vista su inmenso seno de curvas licuefactas, todas
barnizadas de
colorete rosado bajo las gemas ruinosas de la pródiga noche." (Batalla
de Trípoli). 10. Puesto
que toda clase de
orden es fatalmente un producto de la inteligencia cauta y prudente es
necesario orquestar las imágenes disponiéndolas
según, un MÁXIMO DE DESORDEN. 11. “DESTRUIR EN LA LITERATURA EL
YO”,
o sea toda la psicología. El hombre completamente
averiado por la
biblioteca y el museo, sometido a una lógica y a una
sabiduría espantosas, ya
no ofrece ningún interés. Por consiguiente debemos
abolirlo de la literatura y
finalmente sustituirlo por la materia, de la que se debe captar la
esencia a
golpes de intuición, cosa que jamás podrán hacer
los físicos ni los químicos. Sorprender a través de los
objetos en libertad y los motores caprichosos
la respiración, la sensibilidad y los instintos de los metales,
de las piedras,
de la madera, etc. Sustituir la psicología del hombre, ya
agotado, por la
OBSESIÓN LÍRICA DE LA MATERIA. Guardaros de atribuir
sentimientos humanos a la materia, sino más bien
adivinad sus diferentes impulsos directivos, su fuerza de
comprensión, de
dilatación, de cohesión y de disgregación, sus
grupos de moléculas en masa o
sus torbellinos de electrones. No se trata de describir los dramas de
la
materia humanizada. Es la solidez de una plancha de acero, lo que nos
interesa
por sí misma, o sea, la alianza incomprensible e inhumana
de sus moléculas o
de sus electrones, que se oponen, por ejemplo, ala penetración
de un obús. El
calor de un pedazo de hierro o de madera es para nosotros mucho
más
apasionante que la sonrisa o las lágrimas de una mujer. Queremos representar, en
literatura, la vida del motor, nuevo animal
instintivo del que conoceremos el instinto general cuando conozcamos
los
instintos de las diferentes fuerzas que lo componen. Nada es más interesante,
para un
poeta futurista, que la agitación del teclado de un organillo.
El cinematógrafo
nos ofrece la danza de un objeto que se divide y se recompone sin
la
intervención humana. También nos ofrece el salto al
revés de un nadador, cuyos
pies salen del agua y rebotan con violencia en el trampolín.
Finalmente, nos
ofrece la carrera a doscientos kilómetros por hora de un
hombre. Son otros
tantos movimientos de la materia, más allá de las leyes
de la inteligencia y
por consiguiente de una esencia más significativa. Tenemos que introducir en la
literatura tres elementos que hasta ahora
han sido descuidados: 1. EL RUIDO (manifestación del
dinamismo de los
objetos); 2. EL PESO (facultad de vuelo de los
objetos); 3. EL OLOR (facultad de esparcimiento
de los objetos). Por ejemplo, esforzarse para
conseguir el paisaje de olores que
percibe un perro. Escuchar los motores y reproducir sus conversaciones.
La
materia siempre ha sido contemplada por un yo distraído,
frío, demasiado
preocupado por sí mismo, lleno de prejuicios de sabiduría
y de obsesiones
humanas. El hombre tiende a ensuciar con
su joven alegría o con su viejo dolor
a la materia, que posee una admirable continuidad de arremetida hacia
un mayor
ardor, un mayor movimiento, una mayor subdivisión de sí
misma. La materia no es
ni triste ni alegre. Su esencia es el coraje, la voluntad y la fuerza
absoluta.
Pertenece por entero al poeta adivinador que sepa librarse de la
sintaxis
tradicional, pesada, limitada, pegada al suelo, sin brazos y sin alas,
porque
solamente es inteligente. Sólo el poeta asintáctico y de
palabras desligadas
podrá penetrar la esencia de la materia y destruir la sorda
hostilidad que la
separa de nosotros. El periodo latino del que nos
hemos servido hasta ahora era un gesto
pretencioso con el que la inteligencia insolente y miope se esforzaba
por domar
la vida multiforme y misteriosa de la materia. Por lo tanto el
periodo latino
había nacido muerto. Las profundas intuiciones de la
vida coligadas entre sí, palabra por
palabra, según su ilógico nacer, nos darán las
líneas generales de una PSICOLOGÍA
INTUITIVA DE LA MATERIA. Que
se me
reveló desde lo alto de un aeroplano. Observando los
objetos desde un nuevo
punto de vista, ya no de cara o de espalda, sino de pico, o sea de
escorzo, he
podido romper las viejas trabas lógicas y los hilos de
plomo de la comprensión
antigua. ¡Ojalá que todos
ustedes que me
han amado y seguido hasta aquí, poetas futuristas, fueran
como yo, frenéticos
constructores de imágenes y valerosos exploradores de
analogías! Pero vuestras
angostas redes de metáforas están por desgracia demasiado
llenas del plomo de
la lógica. Les aconsejo aligerarlas, para que vuestro gesto
inmensificado pueda
lanzarlas lejos, desplegadas sobre un océano más
amplio. Juntos inventaremos lo que yo
llamo la IMAGINACIÓN SIN HILOS. Algún
día, acaso llegaremos a un arte aún más esencial,
cuando nos atrevamos a
suprimir todos los primeros términos de nuestras
analogías para conseguir tan
sólo la continuación ininterrumpida de segundos
términos. Para ello, hemos de
renunciar a ser comprendidos. Ser comprendidos no es necesario.
Nosotros no lo
necesitamos cuando expresábamos fragmentos de la sensibilidad
futurista
mediante la sintaxis tradicional e intelectiva. La sintaxis era una especie de
contracifra abstracta que servía a los
poetas para informar a la muchedumbre del color, de la
musicalidad, de la plástica,
y de la arquitectura del universo. La sintaxis era una especie de
intérprete o
de cicerone monótono. Hay que suprimir este intermediario, para
que la
literatura entre directamente en el universo y se funda con él. Sin lugar a dudas mi obra se
distingue de las demás por su asombrosa
capacidad de analogía. Su inagotable riqueza de imágenes
casi iguala su
desorden de puntuación lógica. Comienza con el primer
manifiesto futurista,
síntesis de un 100 HP. lanzado a las más locas
velocidades terrestres. ¿Por qué servirse
todavía de cuatro ruedas exasperadas que se aburren,
desde el momento que podemos levantarnos del suelo? Liberación
de las palabras,
alas desplegadas de la imaginación, síntesis
analógica de la tierra envuelta
por una sola mirada y toda ella, recogida en palabras esenciales. Nos reprochan: "¡Vuestra
literatura no será hermosa! ¡Perderemos
la sinfonía verbal, con sus armoniosos contoneos y sus cadencias
tranquilizantes!"
¡Por supuesto! ¡Y por fortuna! En su lugar utilizamos todos
los sonidos
brutales, todos los gritos expresivos de la vida violenta que nos
rodea. ADOPTAMOS
VALEROSAMENTE LA POSTURA DEL “MALO” DE LA LITERATURA Y MATAMOS LA
SOLEMNIDAD. ¡Vamos!
¡No adopten estos aires de
sumos sacerdotes al escucharme! ¡Hemos de escupir
diariamente sobre el Altar
del Arte! Nosotros entramos en los dominios ilimitados de la libre
intuición. ¡Después del verso libre, por fin: LAS
PALABRAS EN LIBERTAD! En esto no hay nada de absoluto
ni de sistemático. El genio tiene ráfagas
impetuosas y torrentes cenagosos. A veces impone lentitudes
analíticas y
explicativas. Nadie puede renovar inesperadamente su propia
sensibilidad. Las
células muertas se mezclan con las vivas. El arte es una
necesidad de
destruirse y de desparramarse, gran regadera de heroísmo que
inunda al mundo.
Los microbios -no lo olvides- son necesarios para la salud del
estómago y del
intestino. También existen especies de microbios necesarios para
la vitalidad
del ARTE, PROLONGACIÓN
DE LA SELVA DE
NUESTRAS VENAS, que se esparce, fuera del cuerpo, en el
infinito del
espacio y del tiempo. ¡Poetas futuristas! Les he
enseñado a odiar las bibliotecas y los
museos, para prepararlos a ODIAR LA INTELIGENCIA, despertando en ustedes la
divina intuición, don
característico de las
razas latinas. Por medio de la intuición venceremos la
hostilidad aparentemente
irreductible que separa nuestra carne humana del metal de los motores. Después del reino animal,
se
inicia el reino mecánico. Con el conocimiento y la amistad
de la materia, de
la cual los científicos solamente pueden conocer las
reacciones
físico-químicas, nosotros preparamos la
creación del HOMBRE MECÁNICO DE PARTES
CAMBIABLES. Nosotros lo
liberaremos de la idea de la muerte, y por consiguiente de la muerte
misma,
suprema definición de la inteligencia lógica. ¡Matemos
al Claro de Luna! (Segundo
Manifiesto Futurista) F. T. Marinetti I -¡Hola, grandes poetas
incendiarios, hermanos míos futuristas!...
¡Hola, Paolo Buzzi, Gian Pietro Lucini, Palazzeschi, Cavacchioli,
Govoni, Altomare,
Folgore, Cardile, Boccioni, Carrá, Russolo, Baila, Severini,
Pratella, D'Alba,
Mazza, Carrieri, Frontini! ¡Salgamos de Paralisia, asolemos
Podagra y coloquemos
el gran Riel militar en las laderas del Gorisankar, cima del mundo! Salíamos de la ciudad a un
paso ligero y seguro, que quería ser baile
y buscaba los obstáculos. En torno nuestro y en nuestros
corazones la inmensa
inundación del viejo sol de Europa, que se mecía entre
las nubes de color de
vino, nos hería en pleno rostro con su antorcha de sal picante
púrpura, y se
vaciaba en un enorme vómito de luz al infinito. ¡Turbiones de polvo
agresivo,
cegadora fusión de azufre, de potasa y de silicatos para las
vidrieras del
Ideal; orto de un nuevo sol resplandeciente, pronto habremos de veros! -¡Cobardes,
cobardes!...-grité volviéndome a los habitantes de
Paralisia,
que se hacinaban allá abajo como un montón de ardientes
balas para nuestros
cañones futuros. "¡Cobardes, cobardes!...
¿Qué les ocurre para gritar así, cual
ratas desolladas vivas?... ¿Temen que prendamos fuego sus
covachas?... Todavía
no, Lo haremos para calentarnos el invierno próximo. Entretanto,
hacemos saltar
todas las tradiciones como puentes carcomidos... ¿Que si amamos
la guerra?...
Es nuestra única esperanza, el móvil de nuestra vida y
nuestro anhelo más
ferviente... i Sí; la guerra contra ustedes, que mueren
lentamente, y contra
todos los muertos que obstruyen el camino!..." "Porque nuestros nervios
necesitan la guerra y desprecian a la
mujer. La aborrecen porque tememos a sus brazos en flor trenzados a
nuestras
piernas el día de la partida. ¿Para qué han
de servirnos las mujeres, los
sedentarios, los inválidos, los enfermos y todos los
consejeros prudentes?...
A su vida vacilante, cortada por agonías lúgubres, por
sueños temerosos y pavorosas
pesadillas, preferimos la muerte violenta, y la glorificamos como la
única
digna del animal de presa que se llama hombre. Queremos que
nuestros hijos
sigan alegremente sus inclinaciones, acaben de una vez con las
antiguallas y
escarnezcan todo aquello que ha consagrado el tiempo. ¿Les
indigna esto?...
¿Protestas?... ¡Levanten más la voz!... No he
oído la injuria... ¡Más
fuerte!... ¿Qué? ¿Ambicioso?... ¡Sí;
somos ambiciosos porque no queremos
codearnos con vuestra lana sucia, rebaño maloliente y de color
de cieno que
ramonea por los senderos viejos de la tierra!... Pero "ambicioso" no
es la palabra exacta. Somos más bien jóvenes
artilleros revoltosos, y mal
de vuestro grado, tendrán que acostumbrar el tímpano al
estrépito de nuestros
cañones... Más todavía no es esa la palabra.
Busquen otra. ¿Qué es lo que
decís? ¿Locos? ¡Ah, sí! ¡Esa es la
palabra... la palabra que esperaba! ¡Qué
hallazgo! Tomen esa palabra de oro macizo cuidadosamente, y
enciérrenla en la
más segura de sus cuevas. ¡Ustedes aun podrían
vivir con esa palabra entre las
manos y a flor de boca veinte siglos! Por lo que a mi respecta, les
advierto
que el mundo está podrido de sensatez..." "Por eso encarecemos hoy el
heroísmo metódico y diario, el placer de desesperarse
para que vibre el
corazón, el hábito del entusiasmo, el amor al
vértigo..." "Enseñamos el
chapuzón en las tinieblas de la muerte bajo los
ojos extáticos y en blanco del Ideal. Y predicamos con el
ejemplo,
entregándonos a la furibunda Costurera de las batallas, que,
después de
habernos cortado a la medida un uniforme escarlata, rabiosamente nuevo
bajo el
sol, ungirá de llamas nuestros cabellos peinados por los
proyectiles. Y al
calor de una tarde de estío, se esmaltan los campos de una
fulguración temblona
de luciérnagas." "¡Hace falta que los
hombres electricen cada día sus nervios por
un orgullo temerario!... ¡Hace falta que los hombres jueguen su
vida a un solo
color sin espiar a los banqueros tramposos ni comprobar el equilibrio
de las
mieras, ciegos sobre el tapete verde de la guerra y cobijados por la
incierta
lámpara del sol!... ¡Hace falta -óiganlo bien- que
el alma lance al cuerpo
ardiendo, a modo de granada, contra el enemigo... el eterno enemigo que
habría
que inventar si no existiera!..." "Contemplen a lo lejos las
espigas de trigo ordenadas por
millones en batalla. Estas espigas, flexibles soldados de finas
bayonetas,
glorifican la fuerza del pan que se transforma en sangre para brillar y
crecer
hacia el cénit. ¡La sangre -fíjense bien- no tiene
valor ni esplendor alguno,
si no es libertada por el hierro o por el fuego de la prisión de
las
arterias!... Nosotros enseñaremos a todos los soldados de la
tierra cómo han de
derramar su sangre. Pero será preciso antes de nada limpiar el
gran cuartel en
donde ustedes pululan como insectos... ¡Esto se hará muy
pronto!... Mientras
tanto, pueden vivir aún, chinches hediondas, en los inmundos
jergones
tradicionales en que ya no queremos acostarnos." Y al volverles la espalda
comprendí que tal vez había arengado en
balde a este pueblo cautivo y moribundo bajo la última llamarada
del ocaso que
ponía su beso de luz sobre mi frente. II La ciudad de Paralisia, con su
griterío de corral, el orgullo impotente de sus columnas rotas y
sus pomposas
cúpulas sosteniendo una estatua mezquina,
desapareció detrás de nosotros,
hundiéndose al compás de nuestra veloz marcha. Ante mi, distante todavía
unos kilómetros, apareció de pronto el manicomio,
el Palacio de los divinos alienados, enclavado en la grupa de una
colina
elegante que parecía acercarse a pasitos menudos de jilguero. -Hermanos -dije-, descansemos por
última vez antes de partir para la
colocación del gran Riel futurista. Nos acostamos todos en el inmenso
ensueño de la Vía Láctea, a la sombra
del Palacio de los vivos, y en seguida paró el estrépito
de los grandes
martillos cuadrados del Espacio y del Tiempo. Pero Paolo Buzzi no
podía
dormirse, pues su cansado cuerpo se estremecía bajo las
picaduras de las
estrellas venenosas que nos asaltaban por todos lados. -Hermano -murmuró-,
espántame estas abejas que ronronean sobre la rosa
púrpura de mi voluntad. Después, se durmió
al fin a la sombra visionaria del Palacio cargado
de fantasía, del que se escapaba la melopea cadenciosa y
prolongada de la alegría
eterna. Enrique Cavacchioli soñaba
murmurando en voz alta: -¡Siento rejuvenecerse mi
cuerpo de veinte años! Vuelvo con un paso
cada vez más leve hacia mi cuna... ¡Pronto entraré
en el vientre de mi
madre!... ¡Todo me está, pues, permitido!... Quiero
riquezas y chucherías que
romper, ciudades que derruir, hormigueros humanos que
desbaratar... Quiero
apresar los vientos y tenerlos atados... Quisiera una jauría de
vientos con sus
veloces lomos de lebreles para dar caza a las nubes flojas y barbadas. La respiración de mis
amigos durmiendo en torno mío imitaba el sueño
de un poderoso mar junto a la playa. Pero el resplandor inagotable de
la aurora
se extendía más allá de las montañas,
después de que la noche hubo derramado su
perfume narcótico. Paolo Buzzi, despertó bruscamente por
esta oleada delirante
y se contrajo como bajo la acción de una pesadilla. -¿Oyen los sollozos de la
tierra? ¡Agoniza en el horror de la luz!...
Son demasiados los soles que se inclinan sobre su cabecera.
¡Déjenla dormir
aún, déjenla dormir siempre!... Denme nubes para tapar su
boca y sus ojos
llorosos... A estas palabras, el Sol nos
tendió desde el otro extremo del horizonte su rueda volante de
fuego tembloroso
y rojo. -¡Levántate, Paolo!
-grité entonces-. Empuña esta rueda... ¡Yo te
consagro
como chauffeur del mundo!... Pero iay! no somos suficientes
para
proceder a la colocación del gran Riel futurista. Nuestro
corazón está todavía
lleno de inmundos residuos: colas de pavo real, pomposos gallos de
veleta y
lindos pañolitos perfumados... Y no hemos descastado aún
de nuestro cerebro las
lúgubres hormigas de la sabiduría... ¡Nos hacen
falta locos!... ¡Vamos a
libertarlos!... Nos aproximamos a los muros
impregnados de alegría solar, bordeando
una cañada siniestra donde treinta grúas
metálicas, crujiendo levantaban
vagonetas llenas de una ropa humeante, estúpido lavadero de
aquellos Inocentes
desprovistos de razón. Dos alienistas aparecieron,
categóricos, en el umbral; y como yo no
tenía entre las manos más que un resplandeciente fanal de
automóvil, con su
manga de cobre pulimentado les inculqué la muerte. Abiertas las enormes puertas,
locos y locas, descamisados y
semidesnudos, salieron por millares, cual un torrente con que
rejuvenecer y
hermosear la faz arrugada de la Tierra. Querían blandir
algunos lucientes
campanarios a modo de bastones de marfil; otros jugaban al aro con
las
cúpulas. Las mujeres peinaban su luenga cabellera de nubes con
las puntas
agudas una constelación. -¡Oh, locos, mis hermanos
bien amados, síganme! Vamos a colocar n Riel
sobre las cimas de todas las montañas hasta el mar...
¿Cuántos Mi... Tres
mil... ¡No hay bastantes!... El hastío y la
monotonía acabarían muy pronto con
vuestro hermoso arrojo. ¡Corramos a consultar a las fieras de las
menageries que hay a las puertas de la capital!... Son
los
únicos vivos, los únicos
desarraigados y los menos vegetales... ¡Adelante!... A Podagra, a
Podagra! ... Y la partida semejó el
formidable escape de una esclusa... El ejército
de la locura, rodando de llano en llano, deslizándose por los
valles y ganando
las cumbres, con el mismo ímpetu fatal y fácil de un
¡quicio encerrado en
enormes vasos comunicantes, hizo rendirse al fin a as murallas de
Podagra, que
resonaron al caer con un gemido de campana rota. Después de
haber convencido,
muerto o arrollado a los guardianes, la marea gesticulante
inundó el inmenso
corredor cenagoso de la menagerie, cuyas casetas enrejadas, cubiertas
de
vellones inquietos entre un hedor de orines salvajes, cabeceaban
más ligeras
que jaulas de canarios entre los brazos de los locos. Pronto el reinado de los leones
rejuveneció la capital. ¡Oh, el airón
de las crines y el esfuerzo voluminoso de las potentes grupas
derribándolo
todo!... Su fuerza torrencial, socavando el suelo, transformó
las calles en
túneles de bóvedas entalladas... Toda la escuálida
fauna de Podagra se refugió
en las casas, donde temblaban como ramas bajo el chubasco del terror. Con saltos bruscos y gestos de
payasos tos locos se montaban a horcajadas
sobre las bellas grupas indiferentes de los leones, que ni les
asarían... y los
bizarros caballeros eludían como podían los lentos
coletazos que de vez en vez
daban con ellos en tierra... De repente las floras se pararon y los
locos
cayeron ante aquellas murallas que ya no se movían... -¡Los viejos han muerto!
¡Los jóvenes han huido!... ¡Tanto mejor!...
iDe prisa, arranquemos las estatuas y los pararrayos!...
¡Vaciemos los cofres
de oro, lingotes y monedas que, como todos los metales preciosos,
tundiremos
para hacer el gran Riel militar!... Salieron locas y locos
gesticulantes, tigres y panteras montados en
pelo y derribando a menudo a sus jinetes, que la embriaguez de la
victoria contorsionaba
y dislocaba en un extraño frenesí... Podagra ya no era
más que una cuba inmensa
llena de un vino rico y agitado de espumosas burbujas manando
hacía los puentes
levadizos, temblorosos embudos. Atravesamos las ruinas de Europa
y entramos en Asia, dejando allá
esparcidas las aterradas hordas de Podagra y Paralisia, cual si
fuésemos presurosos
sembradores esparciendo granos con amplio ademán circular. III Avanzaba la noche por la meseta
persa, sublime altar del mundo, en
cuyas gradas desmesuradas se asientan ciudades populosas. Alineados
hasta lo
infinito a lo largo del Riel, respirábamos el calor de los
crisoles de
aluminio, barita y manganeso que de vez en vez ahuyentaban las nubes
con su
explosión deslumbradora. Estábamos guardados por un
círculo de leonas, ronda
majestuosa de erectas colas y flotantes crines, que herían el
profundo cielo
negro con sus rugidos graves y sonoros. Poco a poco la sonrisa
cálida y brillante de la Luna se dejó ver entre
deshechas nubes. Y como apareció al fin toda bañada en
enervante leche, los
locos sintieron que su corazón se escapaba del pecho y se
perdía en la noche... De repente, un agudo grito
desgarró el espacio y un rumor general cundió
en seguida... Era un loco muy joven, de ojos virginales, que acababa de
caer
como herido por el rayo sobre el Riel. Al momento levantaron el
cadáver... Tenía entre sus manos una blanca
flor, cuyo único pistilo se agitaba como una lengua de mujer.
Algunos quisieron
tocarla, y esto fue lo peor, por que al instante, con la celeridad de
una
aurora que se propaga sobre el mar, un verdor rumoroso se alzó
milagrosamente
de la tierra, rizada de improviso por increíbles olas. De la anulosa marejada de los
prados emergían vaporosamente las cabelleras de
innumerables nadadoras, que
abrían suspirando los pétalos de su boca y de sus ojos
húmedos. Entonces, entre
el vaho asfixiante de perfumes, vimos cómo crecía poco a
poco en torno nuestro
una selva fabulosa, cuya bóveda de follaje parecía
extenuada por una brisa
demasiado lenta. Flotaba allí una ternura amarga... Los
ruiseñores bebían la
olorosa sombra con glu glus prolongados de placer y Batallaban de risa
en los
rincones, jugando al escondite como chicos traviesos y malignos... Un
sueño
suave se apoderó I del ejército de los locos, que se puso
a gritar horrorizado.
¡ Las fieras se lanzaron
rápidamente a
su socorro. Tres veces, apelotonadas en bandas saltarinas y con
asaltos
tremantes de rabia, los tigres cargaron contra los fantasmas
invisibles que
bullían en la profundidad de esta I foresta de delicias... Por
fin se pudo
abrir un hueco en la espesura, enorme I convulsión de ramajes
tronchados, cuyos
gemidos despertaron a los lejanos I ecos rumorosos que dormían
en la montaña.
Pero cuanto más nos encarnizábamos en librar de las
últimas lianas afectuosas
nuestros brazos y piernas, columbramos de pronto a la Luna carnal, la
Luna de
los bellos muslos ardientes, abandonándose con languidez sobre
nuestras
costillas quebrantadas. Alguien gritó en la aérea soledad
de las altas mesetas. -¡Matemos el claro de luna! Algunos corrieron a las vecinas
cascadas; cables gigantescos fueron
tendidos y las turbinas transformaron la velocidad de las aguas en
espasmos
magnéticos que treparon por los hilos a los postes hasta
encender los globos
luminosos y alborotadores. Y trescientas lunas
eléctricas borraron con sus rayos de tiza deslumbrante
a la antigua reina verde de los amores. El Riel militar fue colocado,
riel extravagante que seguía la cadena
de las más altas montañas, por el cual se lanzaron en
seguida nuestras locomotoras
vehementes y empenachadas de gritos agudos, yendo de cima a cima,
arrojándose
por todos los precipicios y encaramándose por todas las alturas
en busca de
abismos hambrientos, de virajes absurdos y de imposibles zig
zags... Un
círculo ilimitado de odio nos servía de horizonte
erizado de fugitivos... Eran
las hordas de Podagra y Paralisia, que rechazamos hasta el
Indostán. IV Atravesamos el Ganges y
finalmente, disipando las rampantes nubes de
contornos hostiles, con el hálito impetuoso de nuestros pechos
percibimos en el
horizonte los glaucos estremecimientos del Océano Indico, al
cual el sol ponía
una mordaza de dorados rayos; pero él, volcado entre los golfos
de Omán y de
Bengala, preparaba en silencio la invasión de los continentes. Al extremo del promontorio de
Cormorín, rodeado de una papilla de
osamentas blancuzcas, está el Asno gigante y descarnado cuya
grupa de pardo
pergamino se agrieta bajo el peso delicioso de la luna... Es el Asno
prolijo y
sabio, lleno de inscripciones, que rebuzna eternamente su rencor
asmático
contra las brumas del horizonte, donde tres grandes barcos avanzan
ahora
inmóviles con sus altas arboladuras que semejan columnas
vertebrales
radiografiadas. El inmenso rebaño de
fieras cabalgadas por los locos entre un frenesí
de crines, tendió sobre las olas innúmeros hocicos que
llamaban al Océano al
rescate. Y el Océano respondió al llamamiento arqueando
su lomo enorme y
sacudiendo los promontorios antes de decidirse. Aun ensayó su
fuerza mucho
tiempo, ondulando las ancas y replegando el sonoro vientre entre sus
vastos
cimientos elásticos. Después, con un supremo
esfuerzo, pudo el Océano revolver su masa,
cubriendo la sinuosa línea de las costas... Y entonces
comenzó la invasión
formidable. Marchábamos con el correr
de las olas piafantes, grandes globos inquietos
de espuma blanca sacudiendo las grupas de los leones... Alineados
éstos en
semicírculo en torno de nosotros, seguían los garabatos,
la baba sibilante y
el rumoreo de las aguas... Alguna vez desde la cresta de las colinas
mirábamos
hinchar al Océano progresivamente su perfil monstruoso como
galerna
inconcebible persiguiendo a un millón de nadadores. De este modo
fuimos
guiándole hasta la cadena del Himalaya, haciendo recular ante
nosotros el
hirviente abanico de las hordas de Podagra y Paralisia, a las que
queríamos
arrinconar contra los flancos del Gorisankar. -¡Apresurémonos,
hermanos míos!... No querréis que las fieras se nos
adelanten... Debemos sostenernos en primera fila, a pesar de nuestro
paso
lento... ¡Oh, nuestras manos miserables y nuestros pies que
arrastran raíces!...
¡No somos más que pobres árboles vagabundos!...
¡Y nos hacen falta filas!...
¡Construyamos, pues, los aeroplanos! -¡Serán azules!
-gritaron los locos-, para hurtarnos mejor a las
miradas del enemigo y mezclarnos con el azul sobre las cimas cuando
sople el
viento. Para construir sus aparatos voladores apoderáronse los
locos en seguida
de los mantos turquesa dedicados a la gloría de los Budas en sus
pagodas legendarias. Nosotros hubimos de valemos para
labrar nuestros aeroplanos futuristas
de la tela ocre de las velas. Los hay que tienen alas equilibradas y
suben
apresando su motor, cual cóndores sangrientos que apresasen
ternerillos
convulsos. El mío es un biplano multicelular de cola directiva;
100 H. P, ocho
cilindros, 80 kilogramos... Entre mis pies se asienta una
minúscula
ametralladora, que puedo disparar apretando un botón de acero... Y se inició la partida
entre la
embriaguez de un ágil pilotaje y de un vuelo vivo, fogoso y
ligero, acompasado
como una canción de bebedores i una danza. -iHurra! ¡Por fin somos
dignos de ir al frente del gran ejército de
los locos y las fieras libertadas! ¡Hurra! Dominamos en nuestra
retaguardia el
Océano y su caballería desbordada y espumosa...
¡Adelante, locos, locas,
leones, tigres y panteras! ¡Nuestros aeroplanos serán
vuestras banderas de
combate, vuestras amantes apasionadas!... Amantes que parecen nadar
-con los
brazos abiertos sobre las copas de los árboles,
desperezándose indolentemente
en el suave columpio de la brisa... ¡Miren a la derecha, en lo
alto, esas
libélulas azules!... Son los locos balanceando sus monoplanos en
la hamaca del
viento Sur... Yo, por mi parte, estoy sentado como un tejedor ante
su telar, tejiendo
el sedoso azul del cielo... Les gustan estos frescos valles y
estas montañas
ásperas cuyas cimas rozamos? Les gustan estos hatos de
pálidas ovejas
mostrándose al poniente en las laderas de las colinas?...
¡Tú amabas, alma
mía, todo esto!... Pero basta. Ya nunca más
cometerás tales sandeces. Las
cañas con que hacíamos antaño las zamponas
forman hoy la armadura de mi
aeroplano. ¡Nostalgia! ¡Embriaguez triunfal!... "Esperaremos a los habitantes de
Podagra y Paralisia, ya que
corremos a pesar de las ráfagas contrarias. ¿Qué
dice el anemómetro? El viento
lleva una velocidad de cien kilómetros por hora. ¡Tanto
mejor!... He subido a
una altura de dos mil metros sobre la meseta... .¡Ya vienen las
hordas; están
allá, ante nosotros, bajo nuestros pies! ... Mirad entre las
masas de verdor la
vesania de este torrente humano encarnizándose en la huida...
¿Qué j estrépito
es ese? ¡Es el crujido de los árboles al desgajarse!...
¡Oh! Nuestros enemigos
se repliegan contra la alta muralla del Gorisankar. ¡Y les
daremos la
batalla!... ¿Oís cómo nuestros motores aplauden de
alegría? ¡Corre, gran Océano
índico, a la redención!" Y el Océano nos
seguía solemnemente, arrollando las fortalezas de las
ciudades veneradas y desquiciando las torres ilustres, que se
dirían viejos
caballeros envueltos en sonoras armaduras cayendo heridos mortalmente
entre las
ruinas de los templos. -¡Por fin, por fin
estáis ante nosotros, gran pueblo hormigueante de
gotosos1 y paralíticos, odiosa lepra que devora los
esbeltos flancos
de la montaña! Volamos rápidos contra vosotros,
protegidos a izquierda y a derecha
por el galope de nuestros hermanos los leones, y a nuestra retaguardia
por la
amistad amenazadora del Océano, que sigue nuestros pasos para
impedir el más
pequeño retroceso... Sólo es una sencilla
precaución, pues no tenemos miedo de
vosotros... ¡Pero sois innumerables, y podríamos
agotar nuestras municiones,
perdiendo tiempo en la matanzas... Regularé bien el tiro...
¡Atención!...
¡Fuego!... ¡Oh, qué alegría jugar ahora como
en el colegio!... ¡Oh, qué alegría
me da este juego de bolos de la Muerte!... ¿Retrocedéis
aún?... Pronto habremos
pasado esta meseta. Mi aeroplano corre sobre sus ruedas, se desliza
sobre sus
patines y echa a volar una vez más. Me yergo en el espacio...
¡Bravo, locos!
¡Adelante con la matanza! ¡Allá voy para aterrizar
dulcemente -vuelo plano,
estabilidad magnífica- en lo mejor de ¡a refriega! "¡Esta es la furibunda
cópula de la batalla, vulva gigantesca que se estremece al celo
del valor,
vulva informe que se desgarra para entregarse al espasmo terrible de la
victoria próxima!... Y la victoria es nuestra, estoy seguro,
porque ya nuestros
locos lanzan sus corazones hacia el cielo cual si lanzasen bombas...
¡Tírense
lo más alto que puedan!... ¡Atención!...
¡Fuego!... ¿Nuestra sangre?... ¡Sí;
toda nuestra sangre, a borbotones, a torrentes, para volver a dar color
a las
auroras enfermas de la Tierra!... ¡Y a ti te abrigaremos entre
nuestros brazos
ardorosos, lamentable Sol, decrépito y friolero, que
tiritas sobre la cumbre
del Gorisankar!"
Potenciar
el impacto emocional del espectador a través del colorido, las
formas
retorcidas, la composición agresiva, etc., Una corriente artística que buscaba la
expresión de los sentimientos y las emociones del autor,
más que la
representación de la realidad objetiva. El movimiento
expresionista apareció en
los últimos años del siglo XIX y primeros del XX como
reacción frente a los
modelos que habían prevalecido en Europa desde el renacimiento.
Sus iniciadores
fueron Bertold Brecht y Franz Kafka. James Ensor,
mediante la
utilización de colores incandescentes, pinta desfiles
fantasmales de
enmascarados y de personajes caricaturescos; recreando la
oposición hostil del
individuo y la masa. La máscara, el leitmotiv de toda la obra de
Ensor se
convierte en la expresión de lo amenazador y desconocido. El
expresionismo en la obra del
noruego Munch, se evidencia en sus representaciones del miedo, la
desesperación, la sexualidad atormentada, los celos y la
morbosidad. Todos
estos son temas que Munch representó para "liberarse a sí
mismo de los
demonios". Aunque el grito sea la expresión pictórica de
un sentimiento de
miedo personal mientras paseaba con un amigo, Munch logra expresar en
este
cuadro el desfallecimiento del hombre ante una realidad cada vez
más compleja y
confusa. Los
expresionistas también
encontraron la fuerza expresiva que buscaban en el arte de otras
culturas. Las
esculturas y máscaras de África y Oceanía, de
clara descendencia primitivista,
representaron para los artistas europeos una valiosa fuente de
inspiración. "Con
la fe puesta en el
desarrollo y en una nueva generación de creadores y
consumidores, hacemos un
llamamiento a la juventud, y como juventud portadora del futuro,
queremos
procurarnos la libertad de vivir y actuar frente a las fuerzas
tradicionales.
Todo aquél que refleje en sus obras espontánea y
verídicamente toda su fuerza
creadora, es de los nuestros". Manifiesto
de fundación del
movimiento artístico Die Brücke, 1905 A
los cuatro fundadores del movimiento
expresionista Die Brücke, Ernst Ludwig Kirchner, Erich
Heckel, Karl
Schmidt-Rottluff y Fritz Bleyl se unieron, en los 8
años de su
trabajo (1905-1913), Max Pechstein, Otto
Müller y, durante unos meses, Emil
Nolde. El
grupo se caracteriza por
emplear un vocabulario estético muy simplificado, con pocas
formas que han sido
reducidas a lo esencial, cuerpos deformados y espacios disueltos sin
perspectiva. Los colores, brillantes y saturados, desprendidos del
colorido
local y pintados superficialmente con un pincel grueso, se encuentran
incrustados dentro de un fuerte contorno. Esto concede a los cuadros un
carácter
vigoroso, como si hubieran sido tallados en madera. Concentrados
intensamente
en la intensidad del efecto, solían trabajar con contrastes
complementarios,
mediante los que los colores se reforzaban mutuamente en su
luminosidad. Su
apasionado colorido se correspondía con el deseo de conceder al
color una nueva
relevancia emocional y composicional bajo aspectos estéticos
únicamente
internos, creando obras sólo a base de colores como los
fauvistas. Mediante
la deformación con la
que reforzaban la expresión, querían representar la
"realidad real",
es decir, la esencia de las cosas, lo que no puede verse, sino
sólo sentirse.
En 1911, el galerista Herwarth Walden dio a esta concepción
artística el nombre
de expresionismo, derivación del francés expression. Con
este término recogió
en un principio todas las representaciones artísticas que se
alejaron de la
representación fiel de la realidad, así como
también el cubismo y el futurismo. Los
expresionistas
de El
grupo Der Blaue Reiter fue
formado en Munich en 1911. Recibió una importante
aportación internacional,
sobre todo del cubismo y el futurismo, ya que entre sus filas figuraban
numerosos extranjeros. Entre 1911 y 1914 pertenecieron a él Franz Marc
y Vasily
Kandinsky, y otros artistas tales como Paul
Klee, Alexei Yavlensky, Marianne Werefkin, August
Macke y Gabriele Münter. A
diferencia de la ruda forma
de pintar de los artistas de Die Brücke, el arte de Der Blaue
Reiter es más
exquisito, subjetivo y espiritual. Aunque la formulación
artística de ambos
grupos era muy diferente, los unía la convicción de mirar
más allá de lo superficial.
El arte ya no debía "reproducir lo visible, sino hacer visible"
tal y
como lo expresó Paul Klee. Los
artistas de Der Blaue
Reiter se imaginaban la transmisión de los sentimientos como una
cadena entre
el artista y el espectador, al principio de la cual se encontraba "la
sensibilización del alma del artista"; emotividad a la cual el
artista da
forma en su obra. A su vez, el cuadro causa en quien lo observa
determinados
sentimientos, con lo cual se convierte en el agente responsable de "la
sensibilización del alma del espectador". Entonces, la
asociación del
significado y la concepción del sentido de cada cuadro
están en manos del
propio espectador. ------------------
SURREALISMO Primer
Manifiesto del Surrealismo [Fragmento] André Breton El
caso es que una noche, antes de caer dormido, percibí netamente
articulada
hasta el punto de que resultaba imposible cambiar ni una sola palabra,
pero
ajena al sonido de la voz, de cualquier voz, una frase harto rara que
llegaba
hasta mí sin llevar en sí el menor rastro de aquellos
acontecimientos de que,
según las revelaciones de la conciencia, en aquel entonces me
ocupaba, y la
frase me pareció muy insistente, era una frase que casi me
atrevería a decir
estaba pegada al cristal. Grabé rápidamente la frase en
mi conciencia, y,
cuando me disponía a pasar a otro asunto, el carácter
orgánico de la frase
retuvo mi atención. Verdaderamente, la frase
me había dejado atónito; desgraciadamente no la he
conservado en la memoria,
era algo así como «Hay un hombre a quien la ventana ha
partido por la mitad»,
pero no había manera de interpretarla erróneamente, ya
que iba acompañada de
una débil representación visual de un hombre que caminaba
partido por la mitad
del cuerpo aproximadamente por una ventana perpendicular al eje de
aquél. Sin duda se trataba de la
consecuencia del simple acto de enderezar en el espacio la imagen de un
hombre
asomado a la ventana. Pero debido a que la ventana había
acompañado al
desplazamiento del hombre comprendí que me hallaba ante una
imagen de un tipo
muy raro, y tuve rápidamente la idea de incorporarla al acervo
de mi material
de construcciones poéticas. No hubiera concedido tal
importancia a esta frase si no hubiera dado lugar a una sucesión
casi
ininterrumpida de frases que me dejaron poco menos sorprendido que la
primera,
y, que me produjeron un sentimiento de gratitud tan grande que el
dominio que,
hasta aquel instante, había conseguido sobre mí mismo me
pareció ilusorio, y
comencé a preocuparme únicamente de poner fin a la
interminable lucha que se
desarrollaba en mi interior. En aquel entonces,
todavía estaba muy interesado en Freud, y conocía sus
métodos de examen que
había tenido ocasión de practicar con enfermos durante la
guerra, por lo que
decidí obtener de mí mismo lo que se procura obtener de
aquéllos, es decir, un
monólogo lo más rápido posible, sobre el que el
espíritu crítico del paciente
no formule juicio alguno, que, en consecuencia, quede libre de toda
reticencia,
y que sea, en lo posible, equivalente a pensar en voz alta. Me
pareció
entonces, y sigue pareciéndome ahora —la manera en que me
llegó la frase del
hombre cortado en dos lo demuestra—, que la velocidad del pensamiento
no es
superior a la de la palabra, y que no siempre gana a la de la palabra,
ni
siquiera a la de la pluma en movimiento. Basándonos en esta
premisa, Philippe Soupault, a quien había comunicado las
primeras conclusiones
que había llegado, y yo nos dedicamos a emborronar papel, con
loable desprecio
hacia los resultados literarios que de tal actividad pudieran
surgir. La
facilidad en la realización material de la tarea hizo todo lo
demás. Al término del primer
día
de trabajo, pudimos leernos recíprocamente unas cincuenta
páginas escritas del
modo antes dicho, y comenzamos a comparar los resultados. En conjunto,
lo
escrito por Soupault y por mí tenia grandes analogías, se
advertían los mismos
vicios de construcción y errores de la misma naturaleza, pero,
por otra parte,
también había en aquellas páginas la
ilusión de una fecundidad extraordinaria,
mucha emoción, un considerable conjunto de imágenes de
una calidad que no
hubiésemos sido capaces de conseguir, ni siquiera una sola,
escribiendo
lentamente, unos rasgos de pintoresquismo especialísimo y,
aquí y allá, alguna
frase de gran comicidad. Las únicas diferencias que se
advertían en nuestros
textos me parecieron derivar esencialmente de nuestros, respectivos
temperamentos, el de Soupault menos estático que el mío
y, si se me permite una
ligera crítica, también derivaban de que Soupault
cometió el error de colocar
en lo alto de algunas páginas, sin duda con ánimo de
inducir a error, ciertas
palabras, a modo de titulo. Por otra parte, y a fin
de hacer plena justicia a Soupault, debo decir que se negó con
todas sus
fuerzas, a efectuar la menor modificación, la menor
corrección, en los párrafos
que me parecieron mal pergeñados. Y en este punto llevaba
razón. Ello es así
por cuanto resulta muy difícil apreciar en su justo valor los
diversos
elementos presentes, e incluso podemos decir que es imposible
apreciarlos en la
primer lectura. En apariencia, estos elementos son para el sujeto que
escribe,
tan extraños como para cualquier otra persona y el que lo e
cribe recela de
ellos, como es natural. Poéticamente hablando, tales elementos
destacan ante
todo por su alto grado de absurdo En homenaje a Guillermo
Apollinaire quien había muerto hacía poco, y quien en
muchos casos nos parecía
haber obedecido a impulsos del género antes dicho, sin abandonar
por ello
ciertos mediocres recursos literarios, Soupault y yo dimos el nombre de
SURREALISMO al nuevo modo de expresión que teníamos a
nuestro alcance y que
deseábamos comunicar lo antes posible, para su propio beneficio,
a todos
nuestros amigos. Creo que en nuestros días no es preciso someter
a nuevo examen
esta denominación, y que la acepción en que la empleamos
ha prevalecido por lo,
general, sobre la acepción de Apollinaire. Con mayor justicia
todavía,
hubiéramos podido apropiarnos del termino SUPERNATURALISMO
empleado por Gérard
de Nerval en la dedicatoria de Muchachas de fuego. Efectivamente,
parece que
Nerval conocía a maravilla el espíritu de nuestra
doctrina en tanto que
Apollinaire conocía tan solo la letra todavía imperfecta,
del surrealismo y fue
incapaz de dar de él una explicación teórica
duradera. SURREALISMO: sustantivo
masculino. Automatismo psíquico puro por cuyo medio se intenta
expresar,
verbalmente, por escrito o de cualquier otro modo, el funcionamiento
real del
pensamiento. Es un dictado del pensamiento, sin la intervención
reguladora de
la razón, ajeno a toda preocupación estética o
moral. André Breton, Primer Manifiesto del Surrealismo
(1924) ………………………. Segundo
Manifiesto del Surrealismo [Fragmento] André Breton Si
nosotros, no encontramos palabras bastantes para denigrar la bajeza del
pensamiento occidental, si nosotros no tememos entrar en conflicto con
la
lógica, si nosotros somos incapaces de jurar que un acto
realizado en sueños
tiene menos sentido que un acto efectuado en estado de vigilia, si
nosotros
consideramos incluso posible dar fin al tiempo, esa farsa siniestra,
ese tren que
se sale constantemente de sus raíles, esa loca pulsación,
este inextricable
nudo de bestias reventantes y reventadas, ¿cómo puede
pretenderse que demos
muestras de amor, e incluso que seamos tolerantes, con respecto a un
sistema de
conservación social, sea el que sea? Esto es el único
extravío delirante que no
podemos aceptar. Todo está aún por hacer, todos los
medios son buenos para
aniquilar las ideas de familia, patria y religión. En este
aspecto la postura
surrealista es harto conocida, pero también es preciso se sepa
que no admite
compromisos transaccionales. Cuantos se han impuesto la misión
de defender el
surrealismo no han dejado ni un instante de propugnar esta
negación, de
prescindir de todo otro criterio de valoración. Saben gozar
plenamente de la
desolación, tan bien orquestada, con que el público
burgués, siempre
innoblemente dispuesto a perdonarles ciertos errores
«juveniles», acoge el
deseo permanente de burlarse salvajemente de la bandera francesa, de
vomitar de
asco ante todos los sacerdotes, y de apuntar hacia todas las monsergas
de los
«deberes fundamentales» el arma del cinismo sexual de tan
largo alcance.
Combatimos contra la indiferencia poética, la limitación
del arte, la
investigación erudita y la especulación pura, bajo todas
sus formas, y no
queremos tener nada en común con los que pretenden debilitar el
espíritu, sean
de poca o de mucha importancia. Todas las cobardías, las
abdicaciones, las
traiciones que quepa imaginar no bastarán para impedirnos que
terminemos con
semejantes bagatelas. Sin embargo, es notable advertir que los
individuos que
un día nos impusieron la obligación de tener que
prescindir de ellos, una’ vez
solos se quedaron indefensos y tuvieron que recurrir inmediatamente a
los más
miserables expedientes para congraciarse con los defensores del orden,
todos
ellos grandes partidarios de conseguir que todos los hombres tengan la
misma
altura, mediante el procedimiento de cortar la cabeza de los más
altos. La
fidelidad inquebrantable a las obligaciones que el surrealismo impone
exige un
desinterés, un desprecio del riesgo y una voluntad de negarse a
la componenda
que, a la larga, muy pocos son los hombres capaces de ello. El
surrealismo
vivirá incluso cuando no quede ni uno solo de aquellos que
fueron los primeros
en percatarse de las oportunidades de expresión y de hallazgo de
verdad que les
ofrecía. Es demasiado tarde ya para que la semilla no germine
infinitamente en
el campo humano, pese al miedo y a las restantes variedades de hierbas
de
insensatez que aspiran a dominarlo todo [...] Nuestra
adhesión al principio del materialismo histórico...
Verdaderamente no se puede
jugar con estas palabras. Si dependiera únicamente de nosotros
-con eso quiero
decir si el comunismo no nos tratara tan sólo como bichos raros
destinados a
cumplir en sus filas la función de badulaques y provocadores,
nos mostraríamos
plenamente capaces de cumplir, desde el punto de vista revolucionario,
con
nuestro deber. Desgraciadamente, en este aspecto imperan unas opiniones
muy
especiales con respecto a nosotros; por ejemplo, en cuanto a mí
concierne,
puedo decir que hace dos años no pude, tal como hubiera querido,
cruzar libre y
anónimamente el umbral de la sede del partido comunista
francés, en la que
tantos individuos poco recomendables, policías y demás,
parecen tener permiso
para moverse como don Pedro por su casa. En el curso de tres
entrevistas, que
duraron varias horas, me vi obligado a defender al surrealismo de la
pueril
acusación de ser esencialmente un movimiento político de
orientación claramente
anticomunista y contrarrevolucionaria. Huelga decir que no tenía
derecho a
esperar que quienes me juzgaban hicieran un análisis fundamental
de mis ideas.
Aproximadamente en esta época, Michel Marty vociferaba,
refiriéndose a uno de
los nuestros: «Si es marxista, no tiene ninguna necesidad de ser
surrealista. »
Ciertamente, en estos casos, no fuimos nosotros quienes alegamos
nuestro
surrealismo; este calificativo nos había precedido, a nuestro
pesar, tal como a
los seguidores de Einstein les hubiera precedido el de relativistas, o
a los de
Freud el de psicoanalistas. ¿Cómo no inquietarse ante el
nivel ideológico de un
partido que había nacido, tan bien armado, de dos de las
más sólidas mentes del
siglo XIX? Desgraciadamente, los motivos de inquietud son más
que abundantes;
lo poco que he podido deducir de mi experiencia personal coincide
plenamente
con las experiencias ajenas, Me pidieron que presentara a la
célula «del gas»
un informe sobre la situación dominante en Italia, y
especificaron que únicamente
podía basarme en realidades estadísticas
(producción de acero, etc.), y que
debía evitar ante todo las cuestiones ideológicas. No
pude hacerlo. El
surrealismo se ocupa y se ocupará constantemente, ante todo, de
reproducir
artificialmente este momento ideal en que el hombre, presa de una
emoción
particular, queda súbitamente a la merced de algo
«más fuerte que él» que le
lanza, pese a las protestas de su realidad física, hacia los
ámbitos de lo
inmortal. Lúcido y alerta, sale, después, aterrorizado,
de este mal paso. Lo
más importante radica en que no pueda zafarse de aquella
emoción, en que no
deje de expresarse en tanto dure el misterioso campanilleo, ya que,
efectivamente, al dejar de pertenecerse a sí mismo el hombre
comienza a
pertenecernos. Estos productos de la actividad psíquica, lo
más apartados que
sea posible de la voluntad de expresar un significado, lo más
ajenos posible a
las ideas de responsabilidad siempre propicias a actuar como un freno,
tan
independientes como quepa de cuanto no sea la vida pasiva de la
inteligencia,
estos productos que son la escritura automática y los relatos de
sueños
ofrecen, a un mismo tiempo, la ventaja de ser los únicos que
proporcionan
elementos de apreciación de alto valor a una crítica que,
en el campo de lo
artístico, se encuentra extrañamente desarbolada,
permitiéndole efectuar una
nueva clasificación general de los valores líricos, y
ofreciéndole una llave
que puede abrir para siempre esta caja de mil fondos llamada hombre, y
le
disuade de emprender la huida, por razones de simple
conservación, cuando,
sumida en las tinieblas, se topa con las puertas externamente cerradas
M «más
allá», de la realidad, de la razón, M genio, y M
amor. Día llegará en que la
generalidad de los humanos dejará de permitirse el lujo de
adoptar una actitud
altanera, cual ha hecho, ante estas pruebas palpables de una existencia
distinta de aquella que habíamos proyectado vivir. Entonces, se
verá con
estupor que, pese a haber tenido nosotros la verdad tan al alcance de
la mano,
hayamos adoptado en general, La precaución de procurarnos una
coartada de
carácter literario, en vez de adoptar la actitud de, sin saber
nadar, tirarnos
de cabeza al agua, sin creernos dotados de la virtud del Fénix
penetrar en el
fuego; a fin de alcanzar aquella verdad. |