LOS
GÉNEROS LITERARIOS SEGÚN
DIVERSOS AUTORES
(RECOPILACIÓN)
Los Géneros
responden a principios
de ordenación; constituyen en realidad –según Javier
Huerta Calvo- un principio
lógico aplicado a la clasificación del objeto de estudio,
que este caso es la
literatura.
Así como la
literatura se postula
en su condición de género específico dentro del
conjunto de las prácticas
discursivas y, en base a sus características particulares como hecho del lenguaje y materialidad
textual, intentamos diferenciarla de
otros géneros de discurso tales como la comunicación
cotidiana, el discurso
político, el científico, o el discurso de la publicidad.
Del mismo modo, las obras literarias, en
su multiplicidad y
variedad, responden a
determinados criterios de clasificación
que se validan o sufren
transformaciones en cada época de la
historia.
El
primer intento de clasificación de las obras poéticas o
literarias lo
conseguimos en Aristóteles, quien
define
los géneros literarios así:
“Son las
unidades
poéticas de imitación que actúan como puentes
entre la realidad y la ficción
literaria”
La
teoría actual de los géneros literarios sigue dependiendo
en buena parte de los
parámetros esbozados por los grandes autores de la
antigüedad: Platón y
Aristóteles (y posteriormente Horacio).
Para
Aristóteles, tal como lo afirma en la definición antes
descrita, los géneros se
distinguen según el modo de imitación; que se deriva a su
vez, entre otras
consideraciones, de “quien” es la
persona que habla. Por lo
cual propone la clasificación siguiente:
Modo
Lírico: El poeta es
el que habla. El texto se convierte en el cauce expresivo del poeta. La
imitación se caracteriza por el ritmo, la dicción y la
armonía. Es el canto que
en la antigüedad se acompañaba con la flauta, la
cítara o la lira. Por ello se
le llamó: Poesía Lírica.
El
único objetivo de la obra poética o lírica es
crear belleza y procurar placer.
El género lírico es la expresión de lo subjetivo,
la manifestación de la idea
en concepto de inspiración. La poesía en su concepto
mismo es un acto sonoro.
Modo
Narrativo: El poeta
narra en su propio nombre o asumiendo personajes diversos. Realiza la
imitación
con palabras sueltas o ligadas a los metros. Es la imitación
asignada a sujetos
ilustres, a hombres esforzados. Es la narración épica que
exalta las acciones
gloriosas y en la cual asistimos a escenas donde se producen
perturbaciones,
revoluciones y reconocimientos. La más elaborada
manifestación del modo
narrativo o épico es la Epopeya; y Homero, su más digno
representante.
Modo
Dramático: Los
actores representan directamente la acción. El poeta desaparece
tras el reparto
de su obra. En ella sólo hablan los personajes.
El Drama es la representación directa frente a un
público pero también
puede ser escrita para los lectores. La
acción
dramática contribuye a purificar los afectos y las pasiones, lo
que se consigue
mediante dos formas –distantes una de otra según
Aristóteles-, estas son la
Tragedia y la Comedia.
La
Tragedia es “la
representación de una acción memorable y perfecta,
recitando cada una
de las partes por sí separadamente y que no por modo de narración, sino moviendo a
compasión y
terror, dispone de la moderación de las pasiones.” Esto
se explica así: La Tragedia
es la imitación de una acción de
carácter
elevado y perfecto; con una determinada extensión., en un
lenguaje realzado por
aditivos de una especie particular según las distintas partes.
Imitación hecha
por personajes en acción y no por medio de un relato y que,
suscitando piedad y
temor , produce la purgación correspondiente a semejantes
emociones.
El poeta
procura, con la
Tragedia, imitar hombres mejores que de nuestro tiempo.
En
cambio, la Comedia se da un aire burlón,
“imitando los hombres peores; más no según todos los
aspectos del vicio, sino sólo por
alguna tacha vergonzosa que sea
risible; por cuanto lo risible es cierto defecto o mengua sin pesar ni
daño
ajeno (lo feo o lo deforme).”. La Comedia es considerada por
ello –a
juicio de Aristóteles- un género menor entre
los géneros literarios.
Para
los teóricos de las diferentes épocas, es obvio que el
texto literario, salvo
casos excepcionales, no viene aislado, sino que pertenece con otros
signos a un
conjunto, a un género literario, el cual, por esta causa, se
configura como
espacio en que una obra se sitúa en una compleja red de
relaciones con otras
obras.
Todorov,
por ejemplo, empieza definiendo el
género literario como “una agrupación
de textos con propiedades comunes, una codificación de
propiedades discursivas,
codificación históricamente constatada”. Para
este teórico el género “es un lugar de
encuentro de la poética general y de
la historia literaria”, sostiene que “cada
época tiene su propio sistema de géneros, que está
en relación con
la ideología dominante. Como cualquier institución, los
géneros evidencian los
rasgos constitutivos de la sociedad a la que pertenecen”.
Todorov insiste en el hecho de que los
géneros
literarios “no son otra cosa que una
determinada elección entre otras posibles del discurso,
convertida en una
convención por una determinada sociedad”. Subraya la condición
extrínseca de la
determinación genérica, describiendo
su
funcionamiento de acuerdo “al conjunto
de reglas exteriores a las cuales las obras deben conformarse”.
Dice
Mijail Bajtín que “una obra es
solamente real en la forma de un género definido”.
Bernard Rollin subraya la visión
del género como “elaboración o
postulación de categorías según
las cuales pueden clasificarse los
obras de literatura, o más fundamentalmente, según las
cuales una serie de
enunciados o inscripciones pueden o no identificarse como literarios”.
El
género es pues, “una configuración
histórica de constantes semióticas y retóricas que
es coincidente en un cierto
número de textos literarios”. El pensamiento literario
reconoce en el
género uno de los conceptos
más
objetivos y eficaces a la hora de analizar el hecho literario.
Para
Miguel Garrido Gallardo, el género se nos presenta como “un horizonte de expectativas para el autor, que siempre
escribe en
los moldes de esta institución literaria aunque sea para
negarla; es una marca
para el lector que obtiene así una idea previa de lo que va a
encontrar cuando
abre una obra; y es una señal para
la
sociedad que caracteriza como literario un texto que tal vez
podría ser
circulado sin prestar atención a su condición de
artístico”. (...) Los
géneros pues remiten a coordenadas espacio-temporales. Son, sí, “manifestación
de las posibilidades creadores del hombre, pero también de la
temporalidad de
todo quehacer humano”. (..) Este autor explica que el
género, “por una parte es estructura de la obra
misma y, por otra,
vehículo de comparación con las demás
de su época y de toda la historia”.
Bovet resume la especificidad de cada uno
de los
géneros históricos de la siguiente manera:
“La lírica ve el mundo desde el
interior de un individuo, la épica lo ve desde el exterior; el
drama desde el
interior de varios individuos”.
James Joyce se refiere al mismo punto a
través de
uno de
sus personajes: Stephen Dedalus (en “Retrato del Artista Adolescente). Dedalus declara:
“...el
arte tiene necesariamente que dividirse en tres formas que van
progresando de una a una. Estas formas son: la lírica , forma en
la cual el
artista presenta la imagen en inmediata relación consigo mismo;
la épica, en la
cual presenta la imagen como relación mediata entre el mismo y
los demás; la
dramática, en la cual presenta la imagen en relación
inmediata con los demás.
(...) la forma lírica es de
hecho
el gesto verbal más simple de un instante de emoción, el
que lo enuncia es más
consciente del instante de emoción que de sí mismo. La
narrativa (o épica) ya
no es puramente personal, la personalidad del artista se introduce en
la
narración misma, fluyendo en torno a las personas y a la
acción como un mar
vital. La forma dramática se alcanza cuando la vitalidad que ha
fluido y se ha arremolinado en torno a
cada persona,
llena a todas las personas de tal fuerza vital que él o ella
cobran una vida
estética propia e intangible: el artista como el dios de la
creación, permanece
invisible, más allá de la existencia...”.
Por
su parte, Román Jakobson asocia las características de
los géneros con las
funciones del lenguaje:
Género
Lírico: La
función emotiva.
Género Épico:
Intensificación propia de la función referencial.
Género
Dramático: La función incitativa o conativa.
Hegel
define los géneros como cosmovisión ideológica o
representación del mundo. Al
referirse a la poesía señala que ésta “debe
transformar en poético el modo de expresión ordinario de
la conciencia prosaica
y, a pesar de la intencionalidad que comporta tamaña labor, ella
debe guardar la apariencia de la
espontaneidad y
de la libertad original que el arte necesita”.
Existe
en la actualidad una clasificación lo bastante
general para dar cabida a la multiplicidad de textos
literarios de
acuerdo a criterios ya difundidos desde épocas pasadas. Se habla
de géneros
poéticos y de géneros prosaicos. Es decir,
se distinguen dos grandes campos de producción
textual que no se
excluyen ni establecen murallas inefables que signifiquen fronteras
cerradas
entre ellos, pero que cada una describe
su ámbito de existencia y validación de acuerdo a sus
propiedades particulares.
Son la Poesía y la Prosa.
La
poesía (lírica) satisface la necesidad de expresar lo que
sentimos y
contemplamos a nosotros mismos en la manifestación de nuestros
sentimientos.
Los poetas pueden ofrecer “lo que hay
de más elevado y más profundo en las creencias, en la
imaginación y los
conocimientos de un pueblo”.
Schelling afirma que la
poesía “es la representación de lo
infinito o
general en lo particular”. Leopardi sostiene que es un
instrumento de
autenticidad, “de relación entre el yo
y el mundo”. Baudelaire, por su parte, defiende a la
poesía como “la búsqueda de un mundo
distinto”; y
Goethe ve en el poema “la emoción
exaltada de un instante”.
Jakobson
define la poesía desde la perspectiva del lingüista: “Compleja disposición rítmica de la
relación y combinación de las
palabras de una secuencia dominada por el principio de equivalencia”.
Señala Todorov que la frase poética no es ni ficticia ni no
ficticia: “la pregunta no se realiza en
la medida misma en que la poesía no
cuenta nada , no designa ningún hecho, sino que se contenta a
menudo, con
formular una meditación, una impresión... a menudo la
poesía no evoca ninguna
representación exterior, ella se basta a sí misma.”
La
Prosa congrega, por
su parte, los géneros históricos: Épica y
Drama; en el entendido que la épica o la epopeya, pertenecientes
al modo
narrativo aristotélico, han devenido en el género por
excelencia de la
modernidad: La Novela. La Prosa incluye además las diversas
modalidades del
Cuento y el género difundido por Montaigne: el Ensayo.
Para mayor
información revisar la siguiente bibliografía:
1.
Varios Autores (TODOROV, GENETTE Y
OTROS). “Teoría de los Géneros Literarios”. Edic. Arco/
Libros S.A., Madrid 1988.
2.
TODOROV, Tzvetan. “Los Géneros del
Discurso” Monte Avila Latinoamericana C.A.
Caracas 1991.
3.
JOYCE, James. “Retrato del Artista Adolescente” Santiago Rueda Editor,
Buenos Aires, 1973.